Vivimos tiempos de intensa batalla de ideas, como hace ya tiempo nos
convocara Fidel(1). Si en los finales del pasado siglo nos vendieron la
receta del posmodernismo, como un llamado al quietismo, al
individualismo feroz, al fin de las utopías; ahora, convierten en
término de moda a la posverdad(2). Los medios de comunicación lo
utilizan repetidamente y un grupo de teóricos debate ardientemente su
significado y alcance. El diccionario de Oxford lo proclamó como el
término en inglés (post-truth) más usado en el 2016. La Real Academia
Española lo santificó en el 2017. Detrás de la avalancha, se pretende
secuestrar, una vez más, a la víctima más frecuente de todos los
conflictos: LA VERDAD.
Para el filósofo británico A. C. Grayling(3) el mundo de la posverdad
afecta negativamente la “conversación pública” y la democracia. “Es una
cultura en donde unos pocos reclamos de Twitter tienen el mismo peso
que una biblioteca llena de investigaciones. Todo es relativo. Se
inventan historias todo el tiempo”.
Se intenta correr la frontera de las mentiras, invertir los campos de
la moralidad, agrandar la prevalencia del individualismo. Se abre paso a
la hegemonía de lo que el reconocido intelectual polaco Zygmunt
Bauman(4) denominó, a fines del siglo pasado, como la “modernidad
líquida” (5), donde nada es sólido: ni el Estado – Nación; ni la
familia, ni el empleo. “Es el momento de la desregulación, de la
flexibilización, de la liberalización de todos los mercados” – señalaba.
“No hay pautas estables, ni predeterminadas en esta versión privatizada
de la modernidad. Y cuando lo público ya no existe como sólido, el peso
de la construcción de pautas y la responsabilidad del fracaso caen
total y fatalmente sobre los hombros del individuo”.
Con la Posverdad se nos induce a aceptar que la verdad ha sido
superada, que la hemos dejado atrás. Se nos vende la idea de la
imposibilidad de la emancipación, del triunfo de las apariencias sobre
lo cierto, de la inexorable obsolescencia de la ética.
¿Pero vivimos realmente la era de la Posverdad?¿O es simplemente el
tiempo de la multiplicación de las mismas mentiras de antaño, gracias a
la existencia e interacción de las modernas infraestructuras
tecnológicas, las prácticas comunicativas actuales, incluídas las redes
sociales digitales, y los comportamientos sociales predominantes?
Cuba: Asedio mediático permanente
Mirándolo desde Cuba, no valen de mucho los calificativos. La
trayectoria de los grandes medios y las campañas mediáticas desde el
imperio y sus aliados contra este país, han sido invariablemente las
mismas desde el triunfo revolucionario mismo en 1959. Manipulaciones,
groseras mentiras, medias verdades, imágenes sacadas como de un Parque
Jurásico, se han repetido una y otra vez por casi 60 años.
Se demonizó el ajusticiamiento de los criminales batistianos que
asesinaron a miles de hijos de Cuba; se manipuló la nacionalización
legal y justa de empresas norteamericanas que dominaban la mayor parte
de la economía del país; se propagó la imagen de Cuba como obediente
satélite soviético; se tergiversó el propósito de la presencia
internacionalista cubana en África (que preservó la independencia de
Angola, contribuyó a la liberación e independencia de Namibia y ayudó a
la derrota del oprobioso Apartheid en Sudáfrica); y se contó una y otra
vez las Horas Finales de Castro (6), o del socialismo en Cuba
Los grandes medios impresos o los libelos locales en Miami, las
agencias noticiosas y la radio de onda corta, sirvieron en las primeras
décadas de la Revolución como vehículos principales y casi diarios de
las campañas contra Cuba. Más que espacios de comunicación eran
instrumentos serviles de propaganda y agresión. Vale recordar como The
New York Times censuró un amplio reportaje sobre el reclutamiento de la
fuerza mercenaria que habría de invadir Cuba en 1961(7), para no revelar
el involucramiento del Gobierno de EE.UU en ese plan, o aquel
escandaloso y risible despacho de la agencia UPI, digno para el estudio
de la mofa en las escuelas de periodismo, en el que se hablaba del
desembarco exitoso de aquella fuerza mercenaria en el inexistente Puerto
de Bayamo.
Simbólico para estos tiempos es que la primera ofensiva mediática de
la Revolución Cubana, tan temprana como el 21 y 22 de enero de 1959, se
llamó OPERACIÓN VERDAD; cuando Fidel convocó a más de tres centenares de
periodistas de diversas partes del mundo para esclarecer la justeza de
los procesos emprendidos contra los criminales batistianos y exponer con
firmeza los principios del naciente proceso revolucionario.
De aquellas jornadas, saldría la idea de crear los primeros medios
internacionales de la Revolución: la agencia de noticias Prensa Latina y
la emisora de onda corta Radio Habana Cuba.
Al frente de Prensa Latina estaría el periodista y revolucionario
argentino Jorge Ricardo Massetti (8), amigo y discípulo del Che, quien
en el proceso fundador de la Agencia dejaría trazado, con claridad
meridiana, su principio de actuación:
“Nosotros somos objetivos pero
no imparciales. Consideramos que es una cobardía ser imparcial, porque
no se puede ser imparcial entre el bien y el mal”.(9)
Nuevos Tiempos, nuevas Tecnologías: el monopolio de siempre
La era de la información o la Sociedad Informacional en que vivimos –
como indistintamente la denominan los estudiosos – ha sido escenario
para cambios sustanciales en los modos y la velocidad de hacer la
comunicación. La Internet ha extendido el alcance de los medios, ha
convertido en hecho instantáneo a la noticia, ha ampliado las fuentes de
emisión y multiplicado el volumen de la información que circula. Pero
hay cosas que no han cambiado: el poder mediático sigue en manos de unos
pocos, la manipulación y la mentira continúan siendo armas de uso
predilecto contra quienes se plantean enfrentar el dominio hegemónico
del capital y el mercado; se prosigue imponiendo y estandarizando ideas,
símbolos, culturas.
Un puñado de oligarcas de la finanza y la industria, pertenecientes a
esa élite transnacional del 1% que suele reunirse en Davos o en
Bilderberg, controla cada vez más los medios de comunicación y los
mensajes que se emiten. Allí se han instalado también los magnates de
las nuevas tecnologías y las redes sociales digitales, como el hombre
más rico del mundo en la actualidad, Jeff Bezos (10), dueño de Amazon,
de la compañía de turismo espacial Blue Origin y también ahora del
Washington Post, el segundo medio mejor posicionado en el Ranking de
Alexa para EE.UU.
Unos pocos emporios son los dueños de los grandes periódicos y
televisoras en la abundante selva mediática estadounidense (11); tan
sólo cinco grupos controlan la prensa francesa de gran público. No pocos
medios latinoamericanos están bajo el control de grupos estadounidenses
y españoles.
Ya en 1843, en su Monografía de la Prensa Parisina, Honoré de Balzac
advertía que cuando un hombre de negocios compra un periódico (un medio
de comunicación diríamos hoy) lo hace “… o para defender un sistema
político cuyo triunfo le interesa, o para convertirse él mismo en
político, haciéndose temer”.
Las insidias, las falsedades, el manejo mediático, que antes se
ejercía desde las agencias, la radio o las publicaciones impresas, ahora
se difunden ampliamente desde televisoras satelitales, sitios digitales
de origen diverso, o a través de las multimillonarias audiencias de las
redes sociales.
Los poderes mediáticos globales manejan también los hilos de los
medios de comunicación locales. Los mensajes y opiniones que se emiten
en Washington, Nueva York, Miami o Madrid se reproducen con inmediatez y
profusión en los medios dominantes en Latinoamérica, buena parte de
cuyas acciones están en manos de grupos empresariales, financieros o
mediáticos de Estados Unidos o España.
Los medios como Partidos políticos_Instrumentos de Guerra
En la confrontación ideológica y militar de la globalización, los
medios de comunicación y las redes sociales digitales actúan como fuerza
política y arma de combate. Se utilizan convenientemente para la
provocación, la exaltación y el ablandamiento en las situaciones de
conflicto.
Hay que recordar el papel de las televisoras y periódicos de la
oligarquía venezolana en la coordinación y la ejecución del Golpe de
Estado contra el Presidente Hugo Chávez en abril 2002.
Tampoco olvidar como The New York Times y The Washington Post fueron
utilizados convenientemente para justificar la invasión a Irak en marzo
de 2003. En el diario de la urbe neoyorkina, por aquellos días, podían
leerse titulares como: “Arsenal secreto: en busca de las bacterias de
guerra” o “Un iraquí habla de los nuevos emplazamientos de armas
químicas y nucleares”. Aquellos artículos los firmaba la periodista
estrella del Times Judith Miller, quien reconoció que recibía la
información del llamado Congreso Nacional Iraquí, organización con sede
en Washington y financiada por la CIA. Los servicios secretos
intoxicaban la información para atemorizar al público estadounidense y
propiciar el escenario de guerra.
De manera similar lo han hecho en las guerras de Libia y Siria o en
la frenética ofensiva total contra la Revolución Bolivariana en
Venezuela: inventar el escenario, generar la incertidumbre, promover el
odio, atizar la violencia.
En el Manual del Ejército de EE.UU para la Guerra No Convencional de
2010(12) se define claramente la conexión medios – guerras: “El aspecto
más importante de una insurgencia exitosa es la viabilidad del mensaje.
Es esencial que el mensaje llegue a las personas y tenga un significado
para su modo de vida. La insurgencia no puede ganar apoyo pasivo o
activo sin alcanzar estas metas. Esto hace que el lenguaje, la cultura y
la geografía de las masas sean particularmente importantes”.
También reafirma que “… la ideología como conjunto interrelacionado
de creencias, valores y normas, es utilizada para manipular e influir en
el comportamiento de los individuos dentro del grupo”.
El Manual define un escalamiento de acciones para llevar al
quebrantamiento moral, la rendición o la derrota por las armas del
gobierno enemigo. Entre ellas señala por orden de escalada:
– Creación de una atmósfera de amplio descontento mediante la propaganda
y los esfuerzos políticos y sicológicos para desacreditar al gobierno.
– Agitación, crear opinión púbica favorable (evocando causa nacional), crear desconfianza en las instituciones establecidas.
– Intensificación de la propaganda, preparación sicológica de la población para la rebelión.
¿No se les parece esto demasiado a lo que ha ocurrido en Venezuela y a lo que ahora ocurre en Nicaragua?
Y por cierto, en el propio Manual del Ejército estadounidense se
establece que uno de los primeros objetivos a aniquilar por la
insurgencia (léase los aliados de Washington) son los medios de
comunicación del adversario. En la Fase 6 de la estrategia se incluye
como una de las operaciones a ejecutar: “Seleccionar como blancos la
infraestructura del área de retaguardia, tales como almacenes de
combustibles y municiones, patios de ferrocarriles, aeródromos, vías
fluviales, plantas de generación de energía eléctrica, así como las
instalaciones de radio, televisión y de otros medios masivos de
comunicación”.
Sataniza, que da frutos
La nueva estrategia imperial para coartar el avance los procesos
progresistas de la región e impedir la proyección política y electoral
de los líderes populares, es el uso de los estamentos judiciales,
preparados y moldeados con el financiamiento y las academias y talleres
del imperio, para encauzar a aquellos que pueden ser un freno a la
restauración conservadora y neoliberal en Latinoamérica y a la
injerencia estadounidense en la región. En ese perverso camino, tienen
como aliados principales a los grupos mediáticos de la derecha
latinoamericana.
El Poder Judicial, bajo el supuesto manto del enfrentamiento a la
corrupción, se ha convertido en los últimos años en poderoso espacio
donde se despliegan, casi sin límites, estrategias de desestabilización y
persecución política. Se aprovecha el hecho de que es este el único
poder que no se deriva de la voluntad popular, sino de complejos y
amañados procesos de concursos o designaciones políticas, y que posee
privilegios exclusivos y aberrantes. No por gusto, las maniobras de la
derecha boliviana para abortar el proceso de elección popular de los
jueces impulsado en ese país por el gobierno del presidente Evo Morales.
La judicialización de la política, como se le ha denominado a esta
estrategia de manipulación de la justicia, viene acompañada del activo
papel de los medios de comunicación para denostar a los procesos
populares y desprestigiar a sus líderes. Se busca el escarnio y la
destrucción de la imagen pública, para facilitar el ambiente en que
lograr la inhabilitación política de los adversarios más reconocidos de
la derecha furibunda de la región.
Así han arremetido contra Lula, Dilma, Cristina, Correa, Lugo,
Milagros Salas. Como punta de lanza, las intensas campañas mediáticas de
Globo, Clarín, el Grupo El Comercio. Para ejemplo, la alharaca armada
por TV Globo hace unos días, cuando un juez brasileño aceptó la petición
de Habeas Corpus para Lula. El todopoderoso imperio de la comunicación
en Brasil se escandalizó por la decisión y casi llama al linchamiento de
la autoridad judicial.(13)
Actúan además, en creciente articulación con las redes sociales
digitales, mayoritariamente escoriadas hacia la derecha, cuyos datos son
monitoreados por los órganos de inteligencia y laboratorios mediáticos,
como quedó evidenciado en el escándalo de Cambridge Analytica y su
recopilación de millones de datos de Facebook.
Las Redes Sociales Digitales como ecosistema informativo y ghetto ideológico
A la hegemonía analógica y digital de los medios tradicionales, se
suma ahora el acelerado proceso de acaparamiento del mundo de la
información, el entretenimiento y la publicidad por parte de monopolios
tecnológicos como Facebook, Google (y su matriz Alphabet), Apple, Amazon
y otros pocos.
Facebook, por ejemplo, se ha erigido prácticamente en un estado
virtual con leyes propias y sin fronteras. Más de 2 260 millones de
usuarios activos mensuales tiene su red social estrella; equivalente a
casi un tercio de la población mundial y a más personas que las que
habitan en EE.UU, China y Rusia juntos.
En los días que corren, estas redes sociales en el espacio público
digital son canales fundamentales de distribución de la información a
escala global, aunque ha disminuido respecto a años anteriores dado los
nuevos algoritmos de Facebook y otros factores, según revelan los
estudios de Reuters del Digital News Report (15).
Pero también son fuentes riquísimas de recolección de datos sobre los
gustos, preferencias, aptitudes y estados de ánimo de sus millones de
usuarios. Una Big Data que después usan en su provecho empresas,
políticos y agencias de Inteligencia.
En su arrollador devenir, estas redes sociales actúan como grandes
editores de contenido, que deciden cuáles serán privilegiados y quienes
serán expuestos a ellos; manipulan algoritmos para empujar determinadas
informaciones; reparten y sirven para repartir premios y castigos (en un
bochornoso juego de censura – autocensura).
Como apunta el Pew Research Center, las “…compañías tecnológicas como
Facebook y Apple han devenido en actores integrales, sino
determinantes, en todos los ámbitos, suplantando las selecciones y
propósitos de los medios noticiosos, con sus propias decisiones y
objetivos”.
Se arrogan el derecho de censurar, por desnudo, la icónica foto de la
niña quemada por el napalm arrojado por bombarderos yanquis en Viet
Nam, mientras permiten la viralidad de los videos de la oposición
venezolana, llenos de violencia hasta el paroxismo de quemar vivos a
decenas de personas. Reproducen abiertamente las campañas de
financiamiento de esa oposición golpista, mientras bloquean
temporalmente la cuenta en Facebook de la Dra. Mariela Castro, por
considerar inapropiado que difundiera la cuenta bancaria abierta en Cuba
para recibir donaciones financieras para ayudar a los cientos de miles
de cubanos damnificados por el paso hace unas semanas del más poderosos
huracán que se haya registrado en la zona del Atlántico.
Sirven a la vez de vehículo para empujar la autocensura. No pocas
veces, quienes se manifiestan al margen de las tesis dominantes, reciben
ofensivas descalificaciones que actúan como aviso o intento de
intimidación para otros. Así, la censura ya no la ejercen sólo
gobiernos, poderes económicos, políticos o mediáticos, sino que también
grupos de ciudadanos (generalmente de derecha o con posiciones extremas)
actúan como represores de ideas, que no toleran opiniones discrepantes,
se realimentan entre sí, y son capaces de linchar a quienes a su juicio
atentan contra lo que ellos consideran incontrovertible.
El uso manipulador y violento de las redes sociales ha sido
convenientemente ejecutado dentro de las estrategias imperiales y de la
derecha continental contra Venezuela, Cuba, Bolivia y otros procesos
progresistas de la región. Ello no preocupa, para nada, a los
Zuckecberg, Page y otros jerarcas de los TICs, que sí andan presurosos
tratando de recomponer su imagen en EE.UU y Europa, después de las
numerosas denuncias sobre el papel que tuvieron en los resultados de la
contienda electoral estadounidense, el referéndum del Brexit y otros
relevantes procesos.
Estrategias de Laboratorio
Laboratorios mediáticos, anclados en universidades o empresas
privadas, trabajan incesantemente para construir imaginarios y fabricar
“realidades”. Así lo han hecho contra los procesos en Cuba, Venezuela,
Ecuador, Bolivia, Brasil, Argentina. Usan las herramientas de la
psicometría, los fabulosos elementos que aporta el uso de la Big Data,
apelan a la creciente conectividad para llegar a más audiencias y
segmentar estas con mensajes particularizados, bien estudiados, que
manipulan las emociones y los resortes subjetivos de los individuos, en
una suerte de “Divide y Vencerás” con banda ancha.
Multimillonarias cifras se invierten en estos centros de
investigación, desde donde se organizan campañas políticas y mediáticas.
A ello se une la actuación de los servicios de inteligencia del imperio
y otras potencias, el Comando Ciberespacial del Pentágono y los propios
emporios de las telecomunicaciones, tan vinculados a las estrategias e
intereses del gobierno estadounidense.
Lo ocurrido en Venezuela desde 2017 y en Nicaragua en lo últimos
meses, refleja las técnicas diversas y las sofisticadas metodologías que
hoy se usan para intervenir contra los procesos progresistas de la
región, basados fundamentalmente en el uso intensivo de las plataformas
sociales, junto a la actuación manipuladora y perversa de los pulpos
mediáticos tradicionales.
Contra Cuba se ejercen iguales estrategias subversivas, quizás con
escala diferente. Un altísimo por ciento de los no menos de 20 millones
de dólares que EE.UU destina cada año para programas injerencistas y
subversivos en Cuba tienen como componente principal y/o objetivo las
tecnologías de las telecomunicaciones y el espacio público digital
cubano. Conocidos fueron los programas Zunzuneo y Piramideo, conducidos
por la USAID (una suerte de CIA de civil) y otras agencias del gobierno
estadounidense, con el auxilio de empresas contratistas y supuestas ONG.
Ahora, con el apoyo de varios gobiernos europeos, – en una
tercerización de la subversión -, financian medios digitales privados y
organizaciones políticas con engañosas plataformas ideológicas,
organizan cursos de instrucción y seducción para jóvenes periodistas
cubanos y les otorgan generosas becas universitarias, estructuran
programas destinados a la comunicación con el segmento más joven de la
población cubana.
Junto a ello, persisten en sostener los engendros anticubanos mal
llamados Radio y TV Martí, para los que destinan unos 30 millones de
dólares anuales; parte de los cuales usan para estrategias de
comunicación en la web.
¿Qué hacer? Nuestra capacidad de respuesta
En un mensaje a los periodistas cubanos, el 2 de julio de 2008, el
Comandante en Jefe Fidel Castro señalaba con claridad el principal
desafío de nuestros tiempos para quienes ejercemos la comunicaciòn: “La
verdad en nuestros tiempos navega por mares tempestuosos (…) ¡Ese es el
desafío de los periodistas cubanos!”. Y lo es también para los
periodistas honestos y los intelectuales comprometidos de nuestra
región.
A la monopolización informativa, los cuantiosos recursos financieros,
científicos y tecnológicos, la amplitud y alcance de la estrategia del
adversario, se une nuestras dificultades para expandir nuestro mensaje,
conectar comunicativamente con los diversos sectores, asumir los
desarrollos que ha alcanzado la comunicación contemporánea. Son parte de
los varios y profundos retos que tenemos desde la izquierda y el campo
progresista en la estratégica batalla mediática, que como parte de la
lucha ideológica, se libra palmo a palmo en Nuestra América.
En el excelente análisis de la situación latinoamericana actual que
hace en su artículo. “¿Fin del ciclo progresista o proceso por oleadas
revolucionarias?”, el Vicepresidente boliviano Álvaro García Linera
previene a nuestros procesos de uno de sus principales desafíos: “En
gestión de gobierno a veces priorizamos la acción política contra las
fuerzas opositoras, la mera gestión administrativa o incluso la búsqueda
de éxitos económicos para los procesos. Pero si todo ello lo hacemos
sin una batalla cultural, politización social o impulso de una
significación lógica y moral del mundo que se está construyendo, la
buena gestión política, administrativa e incluso económica se traducirá
en un debilitamiento del gobierno, un alejamiento de los sectores
populares y un crecimiento de la resignificación conservadora en las
explicaciones del mundo, en la precepción popular”.
“Precisamente ese es uno de los problemas más importantes por los que
están atravesando los gobiernos progresistas y revolucionarios:
redistribución de la riqueza sin politización social.”
[…] “…si esta ampliación de la capacidad de consumo, de la capacidad
de justicia social, no viene acompañada con la politización social
revolucionaria, con la consolidación de una narrativa cultural, con la
victoria de un orden lógico y moral del mundo, producidos por el propio
proceso revolucionario, no se está ganando el sentido común dominante.
Lo que se habrá logrado es crear una nueva clase media con capacidad de
consumo, con capacidad de satisfacción, pero portadora del viejo sentido
común conservador.”
“El gran reto que todo proceso revolucionario duradero tiene, es
acompañar la redistribución de la riqueza, la ampliación de la capacidad
de consumo, la ampliación de la satisfacción material de los
trabajadores, con un nuevo sentido común y con una nueva manera
cotidiana de representar, orientar y actuar en el mundo, que renueve los
valores de la lucha colectiva, la solidaridad y lo común como
patrimonio moral.”
Frente a tal escenario de la batalla mediática, urge repensar
nuestras estrategias comunicativas, coordinar esfuerzos entre los medios
de comunicación (tradicionales, comunitarios y alternativos) que
apostamos por una América Latina más justa y unida, fortalecer los
medios públicos y de los movimientos sociales, innovar y hacer más
creativa nuestra comunicación pero que sea más efectiva, dar voz a los
comunicadores populares, fortalecer nuestra presencia en el espacio
público digital para democratizarlo y difundir nuestras ideas, haciendo
énfasis en el combate en las redes sociales.
Los gobiernos progresistas de la región necesitan de una estrategia
comunicacional clara y a la ofensiva, que se convierta en una fortaleza
de su gestión y en magnífica vía para la batalla de ideas intensa que se
nos plantea.
Hemos mostrado que tenemos capacidad y manera de hacer efectivas. Ahí
está TeleSur, La Jornada, Página 12, las radios comunitarias, sitios
digitales como el de Alainet, Red58, Brasil de Fato o Cubadebate, desde
donde modestamente damos nuestra batalla.
Venezuela mostró que también se pueden dar batallas victoriosas en
las redes sociales, pese a su evidente derechización y manipulación. La
Revolución bolivariana plantó cara en las redes digitales con su
militancia popular, activa, preparada, organizada. Al lado de cada
etiqueta que la contrarrevolución convirtió en trending topic durante
estos meses de guerra total, las fuerzas revolucionarias pusieron una o
más etiquetas de respuesta.
Recomiendo leer el artículo de Red58: ¿Por qué Venezuela salió
victoriosa en la más reciente guerra de cuarta generación?, que
reprodujimos también en Cubadebate.
Fue una batalla que Chávez impulsó desde su cuenta en Twitter de
@Chavezcanganga, y que ahora sigue Maduro. O como lo hace brillantemente
el presidente Evo Morales, con sus sabios y directos mensajes en su
cuenta de Twitter @Evoespueblo.
Pero necesitamos que en esos espacios estén también nuestra gente
humilde, la más comprometida, la más combativa, los más preteridos,
incluso en las redes. Nuestros pueblos deben asumir esos espacios
virtuales no como meros espectadores, sino como activos participantes
desde las ideas. Entender sus prácticas, aprovechar sus algoritmos,
socializar las mejores experiencias, adentrarnos en los laberintos del
big data, son parte de nuestros desafíos.
¡Sembrar ideas!¡Sembrar ideas!¡Sembrar ideas!, como un día nos convocó Fidel.
NOTAS:
(1) “…tiempo tendrán para comprender y reconocer la importancia de esta
batalla de ideas. Pudiéramos llamarla hasta de un modo más sencillo, la
batalla de la verdad contra la mentira (Aplausos); la batalla del
humanismo contra la deshumanización; la batalla de la hermandad y la
fraternidad contra el más grosero egoísmo; la batalla de la libertad
contra la tiranía; la batalla de la cultura contra la ignorancia; la
batalla de la igualdad contra la más infame desigualdad; la batalla de
la justicia contra la más brutal injusticia; la batalla por nuestro
pueblo y la batalla por otros pueblos…” en Castro Ruz, Fidel: Discurso
en la clausura del Tercer Congreso Pioneril, efectuada en el Palacio de
las Convenciones, el 9 de julio del 2001. Consultado enhttp://www.fidelcastro.cu/es/discursos/discurso-en-la-clausura-del-iii-congreso-pioneril-efectuada-en-el-palacio-de-convenciones
(2) Para la Real Academia Española la Posverdad es una “Distorsión
deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el
fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”, enhttp://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=posverdad.
(3) Ver su biografía enhttps://es.wikipedia.org/wiki/Anthony_C._Grayling
(4) Bauman tuvo notable influencia en el movimiento altermundista en la década de los 90. Ver su biografía enhttps://es.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman
(5) Vea una explicación en video sobre el concepto baumiano de Modernidad Líquida enhttps://www.youtube.com/watch?v=aWOGAnxPmy0
(6) En 1992, el periodista argentino radicado en EE.UU Andrés
Oppenhaimer publicó el libro ‘La hora final de Castro. La historia
secreta detrás de la inminente caída del comunismo en Cuba”. Han pasado
26 años, otras ediciones del libro, falleció Fidel con 90 años, y la
Revolución Cubana sigue.
(7) Verhttp://www.asisucedio.co/1961-bahia-de-cochinos-o-la-invasion-de-playa-giron/ yhttp://www.rebelion.org/noticia.php?id=126455
(8) Verhttps://www.ecured.cu/Jorge_Ricardo_Masetti
(9) Ver Artículo de Massetti del 12 de enero de 1960, recogido enhttp://bohemia.cu/historia/2017/05/masseti-no-se-puede-ser-imparcial-entre-el-bien-y-el-mal/
(10) Verhttps://es.wikipedia.org/wiki/Jeff_Bezos
(11) En Estados Unidos hay 6 grandes grupos mediáticos, que controlan el
90% de los medios: Disney (incluye American Broadcasting Company -ABC-,
Marvel, Lucasfilm, Disney Channel, etc.), Comcast (vinculada a la
familia Roberts;21 posee entre otros NBC -antes controlado por General
Electric-, Telemundo y Universal Pictures), News Corporation
(anglo-australiano-estadounidense, vinculado a Rupert Murdoch), dividido
actualmente en FOX (21st Century Fox, National Geographic Channel, STAR
TV -STAR India, STAR Greater China y Fox International Channels
Asia-,22 LAP TV, Sky plc, Endemol) y News Corp (HarperCollins, Dow Jones
-edita The Wall Street Journal-, New York Post, y las divisiones
británica -News UK-23 y australiana -News Corp Australia-24), Time
Warner (vinculada a Turner Broadcasting System -Ted Turner-: Warner
Bros., Time, AOL, CNN, Cartoon Network, HBO, etc.), National Amusements
(posee CBS Corporation y Viacom -que a su vez posee Paramount Pictures,
DreamWorks, MTV, Nickelodeon, etc.-); vinculado a la familia Redstone
(12) Ver Manual de Campaña de las Fuerzas de Operaciones Especiales
norteamericanas sobre la Guerra No Convencional (FM 3-05.130) enhttp://www.cubadefensa.cu/sites/default/files/circular_TC1801.pdf
(13) Cuenta Emir Sader: “TV Globo suspendió la cobertura al detalle que
hacía del rescate de los niños en Tailandia, para noticiar, con pánico,
que Lula sería liberado de inmediato. Pasaron entonces a deducir las
consecuencias de que Lula fuera liberado, de que aun así no podría ser
candidato, pero que saldría a hacer campaña por todo el país por su
candidato y que ello cambiaría totalmente el escenario electoral..
Llamaron a sus juristas, para alegar de la supuesta ilegalidad de la
medida del juez, aguardando una reacción de Sergio Moro, quien, sin
poder para ello y disfrutando de sus vacaciones en Portugal, mandó
instrucciones al delegado y difundió su opinión de que la decisión no
debiera ser cumplida. Empezó en ese momento una escalada de escaramuzas
entre el juez que reiteró la decisión de liberación de Lula, puso plazo
–las 17:30 horas– para que se cumpliera, y jueces contrarios a
liberación de Lula. Jueces de vacaciones, medios de comunicación,
movilizaciones populares en todas las grandes ciudades de Brasil,
incluso en Curitiba, aguardando la liberación y en Sao Bernardo do
Campo, cerca de la casa de Lula.” Verhttps://www.alainet.org/es/articulo/193970
(14) Ver estadísticas actuales en tiempo real enhttp://www.internetlivestats.com/watch/facebook-users/
(15) Ver http://www.digitalnewsreport.org/
(16)