domingo, 27 de marzo de 2016

Una apuesta equivocada




Soy hija del periodo especial. A mí, como a los de mi generación, me tocó venir al mundo justo en el momento en que se vislumbraba el fin de la Unión de Repúblicas Socialistas So­viéticas (URSS), y empezaba para la isla de Cuba una prueba de fuego, con el objetivo de mantenerse en pie en medio del complejo escenario internacional y de las acciones oportunistas del imperio para asfixiar nuestra economía.
Es cierto que apenas recuerdo aquellos años. Solo tengo de ellos la imagen estructurada por las anécdotas de quienes presenciaron el rotundo cambio en el orden internacional. Por consiguiente no tengo memoria alguna de la época en que los precios no resultaban una preocupación y mucho menos, de la abultada lista de productos que engrosaba las páginas de la libreta de abastecimiento. Sin embargo, tuve una infancia muy feliz.
A pesar de las carencias materiales y la difícil situación económica del país, los niños de entonces no padecimos hambruna, no dejamos de asistir a la escuela ni de recibir puntualmente las vacunas que garantizaban para nosotros una vida sana. El Estado cubano nunca priorizó ningún interés económico en detrimento de su pueblo, no hubo despidos masivos y las instituciones creadas por la Re­volución para beneficio de todos, jamás cerraron sus puertas. Fue por eso que el pueblo decidió seguir adelante y no renunciar a todo aquello que tanto sacrificio costó.
Para ese entonces aún me colmaba la inocencia, pero aprendía cada día del esfuerzo conjunto, de la voluntad por sacar adelante el país. Ese empeño se materializaba en nuestros padres, vecinos, maestros, en fin, en la sociedad toda. Nada más noble que el bregar de la gente humilde, común, que decidió es­tar junto a su Revolución en las buenas y en las malas.
Así pasaron los años más difíciles y los noventa quedaron en el recuerdo como otra batalla de resistencia. Cuba siguió adelante ante los ojos hambrientos de los buitres que cuchillo y tenedor en mano, esperaban el festín del fracaso revolucionario.
Entonces es cierto, mi generación no vivió antes del triunfo, no subió a la Sierra Maestra, no empuñó un fusil ni vivió el júbilo de aquel primero de enero de 1959, pero nos nutrimos de la savia de la perseverancia, la dignidad y el valor de quienes nos antecedieron.
Fuimos partícipes de la batalla ideológica por el regreso del niño Elián, alzamos nuestras voces por la liberación de los Cinco y hemos sabido ocupar un lugar protagónico en el crecimiento de esta sociedad. Como co­rresponde a cada momento histórico, decidimos ser hijos de nuestro tiempo para dejar una impronta, un legado matizado por la evolución constante que no podemos negar y de la cual somos parte indisoluble.
Como cualquier joven, en cualquier épo­ca, hemos sido asaltados por el ímpetu, la visión creativa y renovadora, las ganas de hacer de Cuba un lugar cada día mejor desde nuestra propia perspectiva. Sin embargo, ese proceso normal en el curso de la vida, esa necesidad de hacerse sentir, no ha representado, ni lo hará jamás, una ruptura con los idea­les de la tierra en que nacimos y mucho menos, una renuncia al legado histórico que portamos como sello distintivo de cubanía. Ser joven es sinónimo de experimentar, de forjar el carácter, de equivocarse para aprender de los errores.
Mi generación usa piercing, tiene algún que otro tatuaje. Mi generación ama la tecnología, ha sido penetrada por el bichito de las redes sociales y como lo fueron todos alguna vez, es rebelde y contestataria; pero mi generación no es desagradecida y muchos menos enajenada si se trata de la realidad de su país y el mundo.
Ese es el motivo por el cual nos causa in­dignación que los detractores de nuestra Isla apuesten por los jóvenes para hundir al socialismo cubano. Somos agentes de cambio, sí, pero no del tipo que intentan proponernos, con modelos importados, con supuestos de­rechos humanos que son solo una fachada en discursos políticos.
La juventud cubana lleva sobre sus hombros la responsabilidad de darle continuidad a una obra sin precedentes y esa realidad, ennoblece profundamente nuestros corazones. Nos gusta vivir en Cuba, en esta, tal y como es.
Que nadie apueste por nosotros para im­plantar un orden contrario a la patria de Fidel y de Martí. Quien aún lo haga, esperanzado en nuestra “falta de compromiso” con la realidad cubana, buscará en el lugar equivocado, pues sabemos perfectamente el papel que nos co­rresponde en la historia, y tenemos claro el ca­mino que debemos transitar para ocuparlo.
Tomado de Granma

El mundo al revés



Por: Graziella Pogolotti
La Tierra descansaba sobre el cielo. Pero fue contaminando el cielo. Entonces, los dioses nos colocaron bajo el cielo. Todo, inclusive la historia, empezó a contarse al revés. Con esa fábula, Eduardo Galeano dio sentido a las viñetas que componen Espejos. Divertido y transgresor, el libro logra reconquistar la sabiduría implícita en la aparente ingenuidad de los porqués fundamentales para comprometernos en el empeño colectivo por volver a colocar las cosas en su lugar y reconocer lo que somos desde el sur del planeta. La metáfora se convierte en instrumento para aprender a leer la realidad, también prédica última del recientemente fallecido Umberto Eco.
Las computadoras han sido diseñadas para cumplir funciones semejantes a las del cerebro humano. Almacenan datos y cruzan información. Aun cuando la robótica avance a pasos agigantados y logre producir cierto grado de inteligencia artificial, habrá dispositivos de difícil incorporación. Son los mecanismos asociativos que, metafóricamente, se le atribuyen al corazón y en verdad residen en algún recodo laberíntico de nuestro sistema nervioso. Corresponden a la zona difusa de las emociones, de la sensibilidad y de los recuerdos depositados en las sensaciones táctiles, olfativas, visuales y sonoras. Para un célebre escritor francés, el sabor de un pastelillo disuelto en un sorbo de té, despertó la evocación tangible de la infancia sobre la que construyó una de las grandes novelas del siglo XX.
La experiencia magnificada por la obra de Marcel Proust anima también a los simples mortales. Una noche, al escuchar las noticias sobre la invasión de Iraq, sentí un estremecimiento. Concentrada en el brutal acontecimiento, no había reparado en el nombre de los ríos que atraviesan el país. De repente, la evocación del Tigris y del Éufrates me trasladó a las maravillas de la antigua Mesopotamia, con los jardines colgantes de Babilonia, el Código de Hammurabi y la escritura cuneiforme, grabada sobre ladrillos. La audacia de la arquitectura, el amanecer de la jurisprudencia y la escritura me remitían a los orígenes de la llamada civilización occidental. Mientras tanto, el mundo, impávido, contemplaba, aparejada a la masacre, a la violación de los derechos fundamentales, la desaparición de los testimonios de nuestras raíces originales.
Imparable, una vez abierta la caja de Pandora, el afán depredador se multiplica, alentado por el fundamentalismo y por el afán de acumular riquezas improductivas que no saciarán el hambre y la sed de los muchos y nos privarán del disfrute del inmenso Museo Imaginario edificado por la humanidad. Costos y ganancias se miden en las sumas de papeles cotizados en las bolsas, multiplicados o reducidos a polvo en un abrir y cerrar de ojos.
La Tierra ocupará su sitio en reposo sobre el cielo cuando volvamos a contar historias verdaderas o con mirada lúcida leamos las señales de la realidad, liberados del efecto hipnótico de las imágenes que obnubilan la inteligencia y los sentimientos, cuando descartemos construcciones ideológicas metafísicas, abstractas, situadas al margen de los contextos y la historia. En nombre de modelos civilizatorios modernizadores se han demonizado culturas, mientras se agiganta el espectáculo de un Oriente Medio sacudido por la violencia. Olvidamos que la conquista de América se inició a partir de la expulsión de los árabes de España, cultivadores de olivares, creadores de espléndidos monumentos arquitectónicos, introductores del cero en Europa, tolerantes en materia religiosa, asesores jurídicos de Alfonso X el Sabio. Preservaron el legado de la antigüedad e incorporaron a nuestra lengua buena parte de su léxico. Cuando el planeta está amenazado por el gasto desenfrenado de sus recursos, soslayamos la sabiduría de los pueblos originarios de nuestra América con su filosofía del buen vivir.
La arrogancia tecnocrática descarta por inútil el pensar filosófico y el estudio de la evolución histórica de la ciencia. Son enseñanzas que evidencian, entre otras cosas, que no puede haber investigación en este terreno sin tener en cuenta la fundamental razón ética. La aplicación de algunos descubrimientos concebidos para favorecer el desarrollo humano puede convertirse en armas letales que, como la bomba atómica, asesinan a millones y dejan su huella mortífera en generaciones que no habían nacido cuando los engendros cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki.
Para romper el hechizo de las historias mal contadas, hay que apelar a todo aquello que las computadoras no alcanzan a tener: inteligencia autónoma, memoria asociativa e imaginación. La Unión Europea padece las consecuencias de la incontenible emigración. A veces nos conmueven los cadáveres de los niños ahogados en el mar. Es la visión trágica de la inocencia tronchada. Pero son muchos otros los que padecen dolor, desgarramiento y desolación. Evoquemos a los ancianos que no podrán dejar los huesos en la tierra de sus mayores; a los hombres y mujeres que abandonan cuanto lograron edificar, que sufren el derrumbe de sueños y de proyectos de vida; a los pocos que, más afortunados, encontrarán empleo para seguir siendo ciudadanos de segunda clase, discriminados por el color de la piel, por sus creencias religiosas, por su cultura y sus costumbres. Porque en estas circunstancias renacen vigorosos el racismo, la xenofobia y la intolerancia. Es hora de batallar contra el lucro insaciable y a favor de la solidaridad. Para descifrar esa realidad, aprendamos a colocarnos por un instante en la piel de esos otros, nuestros semejantes, hombres y mujeres del mundo subdesarrollado, víctimas del colonialismo y el neocolonialismo. Somos pequeños liliputienses, pero somos muchos. Para recolocar la Tierra en su sitio no se requieren los músculos del Atlas mitológico. Basta con la voluntad de millones de bracitos.
Tomado de Juventud Rebelde

Washington destinará casi 800 mil dólares en nuevo programa subversivo contra Cuba


Bandera cubana colocada en el Departamento de Estado de EEUU tras el reestablecimiento de relaciones diplomáticas. Foto: AFP.

Estados Unidos anunció un programa para el apoyo de supuestos líderes emergentes de la sociedad civil cubana, con un presupuesto que asciende a casi 800 mil dólares. El anuncio, hecho el pasado jueves por la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, apenas tres días después de que el presidente estadounidense, Barack Obama, finalizara su visita a La Habana.
La noticia, difundida inicialmente por el sitio digital Along the Malecón, del periodista norteamericano Tracey Eaton, y replicada en varios medios de prensa nacionales y extranjeros, pone al descubierto las intenciones del Departamento de Estado, que busca crear una “nueva mentalidad”, al margen de las instituciones legales de la isla.
El principal propósito de este plan, según la convocatoria dada a conocer hace unos días, es “apoyar a jóvenes cubanos en un programa de desarrollo profesional de dos a cuatro meses que incluirá una formación especializada para ayudarles a desarrollar planes de acción para actividades comunitarias no gubernamentales en Cuba“.
El programa propuesto plantea que “los jóvenes profesionales seleccionados (entre 20 y 35 años de edad), estudiantes universitarios o jóvenes profesionales, serán llevados a Estados Unidos, se les dará una formación de inmersión en la democracia norteamericana y se permitirá que desarrollen un plan de acción para las actividades en Cuba al regresar a su país”.
Agrega la propuesta que “estos jóvenes profesionales modelarán un liderazgo efectivo de los organismos de la sociedad civil que son responsables ante el público, promoverán la participación de la comunidad, la diversidad de medios, y los principios democráticos superiores en Cuba”.
El mandatario estadounidense, en su discurso pronunciado en la Habana, dijo que “Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba, los cambios dependen del pueblo cubano. No vamos a imponer nuestro sistema político y económico, porque conocemos que cada país, cada pueblo debe forjar su propio destino”.
La nueva medida aplicada por el Departamento de Estado desmiente, o por lo menos contradice las aseveraciones de Obama, expresadas en el Gran Teatro de La Habana el pasado 22 de marzo.
En un reciente artículo publicado en el sitio digital Progreso Semanal, que se edita en Miami, aseguró que esta nueva estrategia diseñada en el Departamento de Estado estadounidense “se parece sospechosamente a un caballo de Troya, cargada de peligro, y amenaza con deshacer todos los esfuerzos realizados por norteamericanos y cubanos bien intencionados en pro de un acercamiento”.
Llama la atención que el plan se basa en la Ley Helms-Burton, una legislación de carácter extraterritorial, que recrudece el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba desde hace más de medio siglo.
Según el texto de la convocatoria lanzada por la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, esta criminal ley aprobada por el Congreso en 1996, “permite prestar asistencia y apoyo a individuos y organizaciones no gubernamentales (ONG) independientes para apoyar los esfuerzos de construcción de la democracia en Cuba”.
En su discurso en La Habana, Obama comentó que aunque muchos le sugirieron que fuera a Cuba y le pidiese a su pueblo que destruyera mucho de lo alcanzado, el insiste que “los jóvenes de Cuba tienen que construir algo nuevo, elevarse”.
” íEl futuro de Cuba tiene que estar en las manos del pueblo cubano!”, enfatizó el inquilino de la Casa Blanca, el pasado 22 de marzo, pero ahora el Departamento de Estado demuestra con hechos que las palabras de Obama tenían un trasfondo oculto, y que los planes de desestabilización política de la sociedad cubana siguen teniendo total vigencia en Washington.
(Con información de PL)

Otras celebridades acompañaron a The Rolling Stones



Cuba sigue siendo lugar de atracción para las celebridades del mundo del espectáculo. Este viernes, en el concierto histórico en La Habana de The Rolling Stones, dejaron verse en los terrenos de la Ciudad Deportiva otras celebridades como Richard Gere y Naomi Campbell-
Richard Gere y su novia en La Habana Concierto de los Rolling Stone 25 de marzo de 2016. Foto: Erenesto Mastracusa

Richard Gere y su novia en el concierto de The Rolling Stones en La Habana.

 

Naomi Campbell en el Concierto de The Rolling Stones en La habana, 25 de marzo de 2016. Foto: Ernesto Mastracusa.




Tomado de Cubadebate

viernes, 25 de marzo de 2016

¡Hola, Habana! The Rolling Stones estremecen a los cubanos





Concierto de The Rolling Stones, en La Habana. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Los Rolling Stones hicieron vibrar el viernes a decenas de miles de admiradores en un histórico concierto gratuito al aire libre en la capital cubana, que se inició cuando el vocalista y líder de la banda, Mick Jagger, saludó al público en español con un “hola Habana, buenas noches mi gente de Cuba”.
Los seguidores comenzaron a reunirse unas 18 horas antes de la apertura del recital en los campos de fútbol y béisbol de la Ciudad Deportiva de La Habana, incluyendo a cubanos que viajaron desde todas partes de la isla y extranjeros que hicieron un tour especial al Caribe.
Los Stones abrieron el show con su éxito “Jumping Jack Flash” y la siguiente pieza que interpretaron fue “It’s only rock and roll,” cuyo estribillo “but I like it”, fue coreado por la multitud de alrededor de 400.000 personas.
El grupo de rock, que aterrizó el jueves en Cuba para poner punto final a su gira por Latinoamérica, se fundó en 1962, tres años después del Triunfo de la Revolución. Muchos de los cubanos mayores de 50 años que asistieron al show, y que representaban a la mayoría del público, vestían jeans, camisetas negras con el logotipo impreso de los Stones y llevaban mochilas al hombro con agua y algunos alimentos ligeros.
Los Stones superaron con creces las expectativas en el escenario, a pesar de que muchos consideraban que están en edad de jubilarse.
“Es un placer estar en Cuba, daremos un show especial para los cubanos”, dijo Jagger, de 72 años.
Jagger, Keith Richards, Charlie Watts y Ronnie Wood cierran con el concierto en La Habana el “Olé Tour”, el tramo latinoamericano que los llevó antes a Argentina, Brasil, Colombia, Chile, México y Perú como parte de su gira mundial.
La banda británica trasladó a Cuba 61 contenedores con unas 500 toneladas de escenografía, altavoces, luces y pantallas de video.
(Con información de agencias)
Tomado Cubadebate

Una Luna espléndida recibe a The Rolling Stone en La Habana




A diferencia del extraño clima que recibió al Presidente Barack Obama, la temperatura el clima este viernes ha sido excelente, y hasta una preciosa luna salió a recibir a la banda The Rolling Stone que ofrece un concierto gratuito ante cientos de miles de cubanos en La Habana. Disfrútela









 

 Fotos:Ismael Francisco
Tomado de Cubadebate

jueves, 24 de marzo de 2016

El progreso de Cuba y su sector privado Por Guillermo Rodríguez Rivera



Enfáticamente, el presidente Barack Obama ha aludido a la necesidad de favorecer a los “cuentapropistas” cubanos como el sector de nuestra economía que puede conseguir el bienestar económico de nuestro país.
Obama ha entendido claramente que ese es nuestro embrionario sector de propiedad privada que, de desarrollarse incontroladamente, podría hacer reaparecer el sistema capitalista en Cuba.
El presidente norteamericano parece no tener en cuenta que rubros decisivos de la vida de Cuba –la educación, la salud, la construcción, las comunicaciones— son atendidos y sostenidos por el estado cubano. Acaso piense que ese sistema desarrollado, puede también sostener esos sectores.
Pero Cuba vivió más de medio siglo bajo “nuestro capitalismo”: hubo grandes colegios para los hijos de los ricos y confortables clínicas para los pudientes, y sólo al abolir ese sistema hemos conseguido que todos los cubanos se eduquen, que las enfermedades prevenibles estén controladas en un país que tiene una expectativa de vida de 78 años, que se construyan carreteras en toda la nación y viviendas para los que nunca las tuvieron.
Los Estados Unidos quisieron mantener el capitalismo cubano subordinado a ellos: primero, organizaron una invasión militar y después, un bloqueo económico que dura todavía, para rendirnos por hambre.
Obama ha venido a Cuba porque el pueblo cubano derrotó las dos tentativas.
Hace ya unos cuantos meses impugné la Ofensiva Revolucionaria de 1968, que desapareció un sector privado que sin duda necesitábamos, pero de ahí a negar la decisiva prioridad en nuestra economía del estado socialista cubano, hay un trecho que no se puede salvar sin faltar a la verdad.
Es de esperar que el presidente de los Estados Unidos entienda de una vez la verdad de Cuba y, sobre todo, actúe en consecuencia.
Tomado de Blog Segunda Cita del Trovador Silvio Rodríguez.

Obama y la economía cubana: Entender lo que no se dijo Por: Agustín Lage Dávila





Tuve la oportunidad de participar en varios encuentros con la delegación que acompañó al Presidente Obama y escucharlo en tres intervenciones; y siento ahora el deber de compartir con mis compañeros lo que interpreté de lo que se dijo, y también de lo que no se dijo, pues en política lo que se deja de decir suele ser tan importante como lo que se dice.
Hay dos direcciones complementarias de pensamiento para interpretar esta visita y todo el proceso de intento de normalización de las relaciones: interpretar lo que significa para una valoración del pasado, e interpretar lo que significa para una proyección hacia el futuro.
De cara al pasado es evidente que el proceso de normalización recién iniciado en las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos hay que interpretarlo como una victoria mayúscula del pueblo revolucionario y socialista cubano, de sus convicciones, de su capacidad de resistencia y sacrificio, de su cultura, de su compromiso ético con la justicia social; así como también como una victoria de la solidaridad con Cuba de América Latina.
Hay cosas que nos resultan tan evidentes a los cubanos que a veces olvidamos subrayarlas.
  • Se inició esta normalización en vida de la generación histórica que hizo la Revolución, y conducida por líderes de esa misma generación.
  • Implicó un reconocimiento de la institucionalidad revolucionaria cubana, reconocimiento que no hubo hacia el Ejército Libertador en 1898, ni hacia el Ejército Rebelde en 1959 (si lo hubo, sin embargo, hacia las dictaduras de Gerardo Machado y Fulgencio Batista).
  • Incluyó un reconocimiento explícito de los logros de la Revolución, al menos en Educación y Salud (que fue lo que se mencionó)
  • Incluyó un reconocimiento explícito a la ayuda solidaria de Cuba hacia otros pueblos del mundo, y su aporte a causas nobles tales como la salud mundial, y la eliminación del apartheid en África.
  • Incluyó una aceptación explícita de que las decisiones sobre los cambios y los modelos socioeconómicos en Cuba corresponden exclusivamente a los cubanos, que tenemos (hemos ganado) el derecho a organizar nuestra sociedad de manera diferente a como otros lo hacen.
  • Implicó la declaración del abandono de la opción militar y subversiva, así como la intención de abandonar la coerción, como instrumentos de la política norteamericana hacia Cuba.
  • Expresó el reconocimiento del fracaso de las políticas hostiles contra Cuba de las administraciones precedentes, lo que implica (aunque no fuese declarado así) el reconocimiento de resistencia consciente del Pueblo Cubano, ya que las políticas hostiles solamente fracasan ante las resistencias tenaces.
  • Reconoció el sufrimiento que el bloqueo ha causado al Pueblo Cubano.
  • No partió este proceso de concesiones cubanas en uno solo de nuestros principios. Tampoco en los reclamos de cese del bloqueo y devolución del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo.
  • Incluyó el reconocimiento público de que los Estados Unidos estaban aislados en América Latina y en el mundo por su política hacia Cuba.
No creo que haya nadie medianamente lúcido e informado en el mundo que pueda interpretar este proceso de normalización en curso como otra cosa que no sea una victoria de Cuba en su diferendo histórico con los Estados Unidos.
De cara al pasado es esa la única interpretación posible.
Ahora bien, de cara al futuro las cosas son más complejas, y hay al menos dos interpretaciones extremas posibles, y sus variantes intermedias:
  • La hipótesis de la conspiración perversa
  • La hipótesis de las concepciones divergentes sobre la sociedad humana
En las calles de Cuba se discute hoy sobre ambas. Alerto al lector en este punto que no voy a argumentar por ahora a favor o en contra de una de estas dos hipótesis, o de las combinaciones diversas de ambas. Los acontecimientos futuros se encargarán de hacerlo, y cada cual sacará “sus propias conclusiones” en este “pasaje a lo desconocido”.
Quienes se adhieren a la hipótesis de la conspiración perversa ven las palabras del Presidente Obama como una falsa promesa o un sutil engaño que responde a un plan concebido para que abramos las puertas al capital norteamericano y a la influencia de sus medios de comunicación; para que permitamos la expansión en Cuba de un sector económicamente privilegiado, que con el tiempo se iría transformando en la base social de la restauración capitalista y el renunciamiento a la soberanía nacional. Serían los primeros pasos del camino de retorno hacia la Cuba de ricos y pobres, dictadores y mafiosos, que teníamos en los años 50.
Los cubanos que piensan así, tienen derecho a hacerlo: hay muchos hechos en la historia común que justifican esa enorme desconfianza. Son conocidos y no necesito enumerarlos aquí.
Mucha gente recuerda la famosa frase atribuida al Presidente Franklin D. Roosevelt cuando dijo del dictador nicaragüense Anastasio Somoza: “Tal vez Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Ciertamente ni el Presidente Obama, ni las actuales generaciones de norteamericanos de buena voluntad (que hay muchos) tienen la culpa, como personas individuales, de las primeras etapas de esa trayectoria histórica. Pero también es innegable que esa historia está ahí, y que impone condicionamientos a lo que ellos pueden hacer, y a nuestra manera de interpretar lo que ellos hacen. Los procesos históricos son mucho más largos que una vida humana, y eventos ocurridos hace muchas décadas influyen en nuestras opciones de hoy, porque condicionan actitudes colectivas que tienen una existencia objetiva, relativamente independiente de las ideas y las intenciones de los líderes.
Aún distanciando al Presidente Obama de las políticas agresivas e inmorales de administraciones precedentes, que organizaron invasiones, cobijaron terroristas, estimularon asesinatos de líderes cubanos e implementaron el intento de rendir por hambre al Pueblo Cubano; aún estableciendo esa distinción, no se puede olvidar que Obama solo no es la clase política de los Estados Unidos. Hay muchos otros componentes del poder ahí, que siempre han estado presentes, lo están hoy, y lo estarán cuando termine el mandato de Obama dentro de algunos meses, y en el futuro previsible. Los estamos viendo en la campaña electoral en curso.
Para ser honesto con todo el que lea esta nota, debo reconocer que el Presidente Obama no dio aquí la impresión de ser el articulador de una conspiración perversa, sino la de ser un hombre inteligente y culto, que cree en lo que dice. Lo que sucede entonces es que las cosas en las que él cree (con todo su derecho) son diferentes a las que creemos nosotros (también con todo nuestro derecho).
Esa es la segunda hipótesis, la de las concepciones divergentes sobre la sociedad humana, las cuales fueron muy evidentes en todos los momentos de la visita a Cuba del Presidente Obama y su delegación, en todo lo que se dijo, y también en lo que se dejó de decir.
Fue muy claro que la dirección principal de la relación de los Estados Unidos con Cuba estará en el campo de la economía, y dentro de este, la estrategia principal será relacionarse con el sector no estatal y apoyarlo.
Fue muy claro, en el discurso y en los mensajes simbólicos, en tomar distancia de la economía estatal socialista cubana, como si la propiedad “estatal” significase propiedad de un ente extraño, y no propiedad de todo el pueblo como realmente es.
En la necesidad de que exista un sector no estatal en la economía cubana no tenemos divergencias. De hecho la expansión del espacio de los cuentapropistas y las cooperativas es parte de la implementación de los Lineamientos surgidos del 6º Congreso del Partido. Donde está la divergencia es en el rol que debe tener ese sector no estatal en nuestra economía:
  • Ellos lo ven como el componente principal de la economía; nosotros lo vemos como un complemento al componente principal que es la empresa estatal socialista. De hecho hoy ese sector no estatal, si bien se acerca a ser el 30% del empleo, no alcanza a aportar el 12% del PIB, lo que indica su carácter limitado para la generación de valor agregado.
  • Ellos lo hacen equivaler a “la innovación”; nosotros lo vemos como un sector de relativamente bajo valor agregado. La innovación está en la alta tecnología, la ciencia y la técnica, y sus conexiones con la empresa estatal socialista. El espíritu innovador del pueblo cubano se expresó en estos años de muchas otras maneras, tales como el desarrollo de la biotecnología y sus medicamentos y vacunas, la formación masiva de informáticos en la UCI, la agricultura urbana, la revolución energética y otros muchos logros del periodo especial, nada de lo cual se mencionó en los discursos de nuestros visitantes.
  • Ellos ven el emprendimiento privado como algo que “empodera” al pueblo; nosotros lo vemos como algo que empodera a “una parte” del pueblo, y relativamente pequeña. El protagonismo del pueblo está en las empresas estatales, y en nuestro gran sector presupuestado (que incluye la salud, la educación, el deporte, la seguridad ciudadana) que es donde se trabaja realmente para todo el pueblo y donde se genera la mayoría de la riqueza. No se puede aceptar el mensaje implícito de hacer equivaler el sector no estatal con “el pueblo cubano”. Eso no fue dicho de esa manera tan brutal, pero se interpreta del discurso de una forma demasiado clara.
  • Ellos separan tácitamente el concepto de “emprendimiento”, y el de propiedad estatal. Nosotros vemos en el sector estatal nuestras principales opciones de emprendimientos productivos. Así lo explicamos en el Foro de empresarios al ilustrar la organización en que trabajo (El Centro de Inmunología Molecular) como “una empresa con 11 millones de accionistas”.
  • Ellos ven al sector no estatal como una fuente de desarrollo social; nosotros lo vemos en un rol doble, pues también es una fuente de desigualdades sociales (de lo que ya tenemos evidencias, como ilustran los recientes debates sobre los precios de los alimentos), desigualdades que habrá que controlar con una política fiscal reflejo de nuestros valores.
  • Ellos creen en la función dinamizadora de la competencia (aunque este concepto ha sido cuestionado ya incluso por ideólogos serios de la economía capitalista). Nosotros conocemos su función depredadora y de erosión de la cohesión social, y creemos más en la dinámica que proviene de programas de país.
  • Ellos creen en que el mercado distribuye eficientemente la inversión respondiendo a la demanda; nosotros creemos que el mercado no responde a la demanda real sino a la “demanda solvente”, y profundiza las desigualdades sociales.
  • Ellos se apoyan en la trayectoria de desarrollo empresarial de los Estados Unidos, cuya economía despegó en el Siglo XIX, en condiciones de la economía mundial que son irrepetibles hoy. Nosotros sabemos que las realidades de los países subdesarrollados de economía dependiente son otras, especialmente en el Siglo XXI, y que el desarrollo económico y científico-técnico no ocurrirá a partir de pequeños emprendimientos privados en competencia, ni intentando reproducir la trayectoria de los países hoy industrializados, con 300 años de diferencia. Sería la receta de la perpetuación del subdesarrollo y la dependencia, con una economía diseñada como apéndice y complemento de la economía norteamericana, cosa que ya ocurrió en el Siglo XIX, cuando esa dependencia nos sumió en el monocultivo y cerró el camino de la industrialización. Para entender eso sirve la Historia, y por ello no podemos olvidarla.
Emprender el camino de la convivencia civilizada “con nuestras diferencias”, implica conocer bien a fondo y por todo el Pueblo Cubano, dónde es que están esas diferencias, para poder evitar que decisiones puntuales aparentemente racionales ante problemas económicos tácticos, nos puedan llevar a errores estratégicos; y peor aún, que otros nos empujen a ello, a través de las cosas que se dicen y las que no se dicen.
Supimos evitar esos errores en los inicios del periodo especial, ante la desaparición del campo socialista europeo y la marea ideológica neoliberal de los 90. Sabremos hacerlo mejor ahora.
La convivencia civilizada ciertamente nos aleja del riesgo y la barbarie de la guerra (militar y económica), pero no nos exonera de dar la batalla en el plano de las ideas.
Necesitamos vencer en esa batalla de ideas para poder vencer en la batalla económica.
La batalla económica del Siglo XXI cubano se dará en tres campos principales:
  1. El de la eficiencia y capacidad de crecimiento de la Empresa Estatal Socialista, y la inserción de esta en la economía mundial
  2. El de la conexión de la ciencia con la economía a través de empresas de alta tecnología, con productos y servicios de alto valor añadido que enriquezcan nuestra cartera de exportaciones
  3. El de la limitación consciente de la expansión de las desigualdades sociales, a través de la intervención del Estado Socialista
En esos campos se decidirá el Siglo XXI de los cubanos.
La batalla de ideas consiste en consolidar pensamiento y consenso sobre hacia donde queremos ir, y sobre los caminos concretos para llegar.
Las aguas del estrecho de La Florida no deben ser un campo de conflicto bélico, y es muy bueno para todos que así sea, pero esas aguas seguirán separando por mucho tiempo dos concepciones diferentes de la convivencia humana, de la organización de los hombres para la vida social y el trabajo, y de la distribución de sus frutos. Y también es muy bueno que así sea. Nuestro ideal de sociedad humana está enraizado en nuestra experiencia histórica y en el alma colectiva de los cubanos, sintetizada magistralmente por el pensamiento de José Martí. Él estudió y entendió mejor que nadie en su tiempo la sociedad norteamericana y dijo: “nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse”.
La creencia básica del capitalismo, incluso en los que así lo creen honestamente, es la construcción de prosperidad material basada en la propiedad privada y la competencia. La nuestra se basa en la creatividad movida por los ideales de equidad social y solidaridad entre las personas, incluidas las generaciones futuras. Nuestro concepto de sociedad es el futuro, y aunque el futuro se demore, atrapado en los condicionamientos objetivos del presente, sigue siendo el futuro por el que hay que luchar.
La propiedad privada y la competencia son el pasado, y aunque ese pasado siga existiendo necesariamente dentro del presente, pasado sigue siendo.
Hay que saber siempre ver los conceptos que están detrás de las palabras que se dicen, y las razones que están detrás de las palabras que no se dicen.
La batalla por nuestro ideal de convivencia humana estará en las manos de las actuales generaciones de jóvenes cubanos, que enfrentarán en su tiempo desafíos diferentes a los de las generaciones revolucionarias del Siglo XX, pero igualmente grandes y trascendentales, y también más complejos.
Al analizar la complejidad de sus desafíos les confieso que quisiera ingresar otra vez en la Unión de Jóvenes Comunistas, cuyo carnet (Nº7784, de 1963) tengo ahora mismo sobre mi mesa. Sigo siendo comunista, pero he de aceptar que ya no puedo seguir siendo “joven”. Pero si puedo compartir con los jóvenes el análisis de lo que hoy se dice, y la develación de lo que no se dice, y construir junto con ellos las herramientas intelectuales que necesitamos para las batallas que vienen.
José Martí escribió en abril de 1895: “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: Ganémosla a pensamiento”.
Tomado de Cubadebate.