miércoles, 30 de noviembre de 2016
El Fidel de cada quien.
Fidel es patrimonio popular. Anda repartido entre tantos peregrinos que, silenciosos y conmovidos, blandiendo recuerdos, vienen a tributarle homenaje en filas interminables. Fidel, el Atlas que se echó la patria y el mundo sobre los hombros, imanta amorosamente múltiples destinos y alimenta sueños futuros. Cada quien esgrime su Fidel. Y la única condición a cambio es que siga acompañándonos con su vista preclara, en los complejos y sutiles desafíos que se arremolinan ante la nación.
Confesora Rosabal avanza con dificultad. Su rostro, roturado de surcos peleones por la vida. Sus ojos, dos luciérnagas de tristeza. Perdió a su esposo en los combates de Playa Girón, y pudo criar a sus dos hijos gracias a Fidel y a Celia, que tanto la ayudaron. «Él no ha muerto, porque vivió para los pobres, para los humildes. Su gente son los de abajo», musita y hace una declaración de fe: «En lo que yo pueda, en lo que esté en mis manos, no lo dejaré irse».
La fila sigue incesante: todos los pigmentos y edades. Muchos niños con sus padres. Llorosos y contenidos. En las afueras de la base del Monumento al inmenso, el inspirador de Fidel, la gente deposita flores, carteles y pequeños papeles con caligrafías nerviosas de gratitud, dibujos de niños pletóricos de soles y barcos. Predominan en ellos los vocablos: gracias, te queremos, vives...
¿Qué nos vamos a hacer sin Fidel? Ante la pregunta del periodista, Cosinel del Peso, oficial retirado, fundador de la Escuela de Artillería Base Granma, le señala la multitud silenciosa que viene atrás y dispara como ráfaga: «Olvídese de eso. Lo que él sembró en este pueblo va a ser perdurable».
Miguel Enrique Montero se apoya sobre su bastón. Es proyectista, y un accidente del trabajo lo conminó a jubilarse en 1995. «Siempre lo querré. Lo que más me conmueve de su grandeza es la honestidad y la valentía», confiesa.
Vestido de blanco, con sus collares de la regla de Ocha, Juan Carlos Candó Reyes trae un cartel de cartón que dice: «Fidel, te recordaré por siempre… Mi madre te ama. Gracias, Comandante». Lo deposita entre las flores de la entrada y me cuenta que él nació en 1959 en Contramaestre. Su vieja, Adela Reyes Ramírez, tiene 89 años, y por poco se le va... Le pusieron un marcapasos.
«Ese hombre es muy grande. Es el cimiento, la base de este país. Le di la mano dos veces en Santiago de Cuba, y ya con eso me basta».
Unos periodistas buscan rostros notorios, otros perseguimos seres comunes. Pero si Elián González irrumpe, se complacen los dos grupos. En la efervescencia de la juventud, Elián conserva el rostro tierno de aquel niño que conmovió al mundo, vindicado por el coraje de su padre y la determinación de Fidel, en una de las batallas más difíciles y sentimentales de la Revolución Cubana.
De su relación con Fidel, remarca que «fueron momentos inolvidables que siempre estarán en mi corazón. Pero hay dos muy particulares: el momento en que me llamó su amigo en acto público. Después entendí que no era el amigo de Elián, sino de todos los niños...
«Y un segundo momento fue la última oportunidad que tuve para verlo. Yo estaba en camino de decidir mi futuro, qué profesión estudiar. Y por mucho que traté de que me ayudara a elegir, no lo hizo. Esa fue su mayor educación. Es que Fidel nos prepara, nos da los medios, pero no está ahí para decidir por nosotros. Él nos deja que seamos los protagonistas de nuestra vida, que seamos lo que soñamos...
Alguien, en el enjambre de periodistas, le pregunta cómo imagina los próximos años sin Fidel. Y Elián profesa su fe en los cubanos, porque «él nos preparó para este día, nos enseñó, nos llevó de la mano hasta este momento y ahora nos soltó la mano. Ahora somos millones de cubanos que vamos a alzar nuestra voz y vamos a seguir esas ideas».
Discapacitados físicos, personas en sillas de ruedas o con muletas y ciegos se entreveran con frecuencia en la larga fila. Es la gratitud de muchos seres salvados para la utilidad y la virtud.
Entre varios ciegos, Raúl Martínez, con 60 años, me revela que vio hasta los 18, pero recuerda el rostro de Fidel nítidamente. En un recorrido por obras en construcción en 2002, el Comandante le pasó por el lado y lo vio trabajar. Cuando Raúl le pidió saludarlo y hablar con él, fue que se enteró que aquel trabajador era invidente. Y Fidel no salía de su asombro. «Él nos trajo la luz a muchos ciegos», sentencia Geraldina González.
Tin Cremata avanza por la fila con todos los niños-abeja de La Colmenita. Y me confiesa que siempre ha asociado a Fidel con su padre, a quien perdió en la voladura del avión de Barbados. Recuerda como algo extraordinario en su humanismo, el día en que un coro de niños sordomudos le regaló una interpretación de una canción en lenguaje de señas. Tim evoca que vio muy de cerca dos lágrimas en el rostro de Fidel.
Y Danna Barcia, una «abejita» de cinco años, junto a Tin, le reveló a una reportera que traía pintado en la frente el nombre de Fidel, porque no puede abrirse el corazón para guardarlo allí.
Hay hombres así, que se reparten entre millones y perduran. A partir de ahora, Fidel inicia su largo viaje a la eternidad, sin abandonar a sus hijos. Pedro Morales, un señor grueso de mirada ceñuda, advierte que al igual que el Gigante vaticinara aquel 8 de enero de 1959, lo que viene será más difícil.
Tomado de Juventud Rebelde
En imágenes, la salida de la caravana del MINFAR .
Poco después de las 7 de la mañana partió desde el Ministerio de las Fuerzas Armadas de Cuba, la caravana que recorrerá varias provincias de la isla con las cenizas del líder de la revolución cubana.
Cuba no ha dormido. Cuba hace varios días que no duerme. También es una Patria que guarda silencio, que rinde tributo, que hace honores.
Para miles hoy amaneció más temprano. Es que Cuba tiene amaneceres brillantes desde hace casi seis décadas.
En la plaza de la Revolución José Martí ya hay mucha gente que espera, vienen a acompañar una vez más a su líder: a Fidel, a Alejandro, al hombre que se hizo pueblo.
El batallón de ceremonia aguarda. Son jóvenes, muy jóvenes y marchan impecables.
Tomado de Cubadebate
Pueblos de Nuestra América y del mundo: Fidel ha muerto.
Murió invicto, solo el inexorable paso de los años lo pudo derrotar. Murió el mismo día en que 60 años antes, con 82 patriotas, partió de México para hacer historia.
Murió haciendo honor a su nombre: Fidel, digno de fe. La fe que puso en él su pueblo y toda la patria grande; fe que nunca fue ni siquiera decepcionada, peor aun traicionada.
Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos.
Fidel seguirá viviendo en los rostros de los niños que van a la escuela, de los enfermos que salvan sus vidas, de los obreros dueños del fruto de su trabajo. Su lucha continúa en el esfuerzo de cada joven idealista empeñado en cambiar el mundo.
En el continente más desigual del planeta nos dejaste el único país con cero desnutrición infantil, con la esperanza de vida más alta, con una escolarización del ciento por ciento, sin ningún niño viviendo en la calle (Aplausos).
Evaluar el éxito o el fracaso del modelo económico cubano, haciendo abstracción de un bloqueo criminal de más de 50 años, es pura hipocresía (Aplausos). Cualquier país capitalista de América Latina colapsaría a los pocos meses de un bloqueo similar.
Probablemente, por tu formación jesuita, entendiste muy bien —como decía San Ignacio de Loyola— que en una fortaleza sitiada cualquier disidencia es traición.
Para evaluar su sistema político hay que entender que Cuba ha vivido una guerra permanente. Desde el inicio de la Revolución existe una Cuba del norte allá en Miami, asechando permanentemente a la Cuba del sur, la libre, la digna, la soberana, la mayoritaria en la tierra madre, no en tierras extrañas (Aplausos). No han invadido a Cuba porque saben que no lograrán vencer a todo un pueblo (Aplausos).
Aquí, en esta isla maravillosa, se han construido murallas, pero no de las que construyen los imperios, sino murallas de dignidad, de respeto, de solidaridad (Aplausos).
Cuba saldrá adelante por sus principios revolucionarios, por su extraordinario talento humano; pero también porque la resistencia está integrada en su cultura, y con el ejemplo de Fidel jamás el pueblo cubano permitirá que su país vuelva a ser colonia de ningún imperio (Aplausos).
No hay ser humano ni acción trascendente que no tenga detractores, y Fidel y su Revolución trascendieron en el espacio y trascenderán en el tiempo.
Contigo se cumple lo que nuestro viejo luchador, el general Eloy Alfaro, amigo de Martí, solía decir: Si en lugar de afrontar el peligro, hubiera yo cometido la vileza de pasarme al enemigo, habríamos tenido paz, mucha paz: la paz del coloniaje.
Cuba fue solidaria con la revolución liberal alfarista de fines del siglo XIX y ha sido solidaria con nuestra revolución ciudadana del siglo XXI.
Muchas gracias, Fidel; muchas gracias, pueblo cubano (Aplausos).
La mayoría te amó con pasión, una minoría te odió; pero nadie pudo ignorarte. Algunos luchadores en su vejez son aceptados hasta por sus más recalcitrantes detractores, porque dejan de ser peligrosos; pero tú ni siquiera tuviste esa tregua, porque hasta el final tu palabra clara y tu mente lúcida no dejaron principios sin defender, verdad sin decir, crimen sin denunciar (Aplausos).
Bertolt Brecht decía que solo los hombres que luchan toda la vida son imprescindibles. Conocí a Fidel y sé que jamás buscó ser imprescindible, pero sí que luchó toda la vida (Aplausos). Nació, vivió y murió con la necedad de lo que hoy resulta necio: la necedad de asumir al enemigo, la necedad de vivir sin tener precio.
Nosotros seguiremos jugando a lo perdido y tú seguirás vibrando en la montaña con un rubí, cinco franjas y una estrella (Aplausos).
Nuevas tormentas enfrenta Nuestra América, quizás más fuertes que aquellas que desafiaste durante 70 años de lucha, primero como estudiante y en el Moncada, luego como guerrillero en la Sierra Maestra, y, finalmente, al frente de una revolución triunfante.
¡Hoy más unidos que nunca, pueblos de Nuestra América! (Aplausos.)
Querido Fidel, tu honda convicción martiana te llevó a estar siempre no del lado en que se vive mejor, sino del lado en que está el deber.
“Revolución es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos;
es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.”
Contigo, Comandante Fidel Castro Ruz, con Camilo Cienfuegos, con el Che, con Hugo Chávez Frías, aprendimos a creer en el hombre nuevo latinoamericano capaz de librar con organización y conciencia la lucha permanente de las ideas liberadoras para construir un mundo de justicia y de paz (Aplausos).
Por esas ideas seguiremos luchando, ¡lo juramos! (Exclamaciones de: “¡Juramos!”)
Un abrazo solidario a Dalia, a Raúl, a tus hijos.
Hasta la victoria siempre, Comandante (Aplausos).
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Mi eterno Comandante Fidel (+Fotos)
Por Yudith Rojas Tamayo*
Muchas veces he pensado en silencio cómo escribirte estas páginas; cómo dedicarte con originalidad estos pensamientos, que inevitablemente, me hacen pensar que ya no estás, que no tendré la posibilidad de ser deslumbrada por tu acuciante mirada, por tu barba de gigante, en la que han escalado millones de pequeños buscando la seguridad de una respuesta, de un destino…
Fui una de esas niñas que te soñaba de vez en vez, que inspirada, dibujaba un rubí en las montañas para que acudieras al encuentro; la que, con planteamientos inocentes, creía invocar tu presencia en un Congreso Pioneril y a pesar de la distancia que separaba a mi terruño tacajoense de tu cotidianidad, nunca te sentí lejos.
Así crecí, en un ambiente rural donde nunca faltó la admiración y agradecimiento por tu obra, por la serenidad de tus palabras, por tu discurso oportuno, por esa voz que colonizaba hogares y hoy debo decirte HASTA SIEMPRE.
Mi generación no luchó en el Moncada, no se alzó en la Sierra; no alfabetizó en las montañas, ni se proclamó victoriosa en Girón; pero desde que abrimos los ojos a este mundo, hemos estado a tu lado, como continuidad histórica de la Revolución Cubana. Te hemos acompañado en cada batalla librada en el terreno de las ideas; hicimos realidad tus sueños de convertirnos en universitarios, de investigar, de formarnos con un amplio diapasón cultural, de prepararnos como jóvenes inquietos y, ante todo, revolucionarios.
Sí, porque Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado, menos el amor que cada cubano siente hacia ti, nuestro líder, nuestro pensador y estratega, nuestra luz desde aquellos oscuros días antes del triunfo.
Cuba está de luto. Ha perdido su mayor estrella. Las calles se estremecen con cada paso, con cada sollozo, con tanta tristeza; sin embargo, sentimos latir tu imagen en cada corazón que te hace suyo, con esa devoción del hijo, el hermano, el abuelo, el amigo que siempre te acompaña.
Siempre te hemos visto como hombre de pueblo, como sabio que vislumbra el futuro, como cubano que, sobre todas las cosas, amaba a su Patria. Por ello, cada homenaje que te hagamos viene con la sinceridad de un cariño profundo, con el compromiso de sabernos los herederos de un sueño hermoso y justo.
En mis recuerdos quedará impregnada tu sonrisa y el tono de tu voz fuerte, esa que escuché bien cerquita bajo la lluvia y en los hombros de mi padre, aquella mañana inolvidable.
Para ti, mi eterno Comandante Fidel: ¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
Tomado de Cubadebate
martes, 29 de noviembre de 2016
La más sentida de las despedidas
Desde la misma
montaña donde Fidel nos convocó a seguir luchando en incontables momentos
de victorias y tristezas; el pueblo cubano se levantó desde esta mañana para
juntarse en una única voz, lágrima, abrazo, y decir: ¡Hasta Siempre Comandante!
Tomado de Cubadebate
El dolor de Raúl
¿Nos duele la muerte del Comandante en Jefe? Multipliquemos por un millón ese dolor y aún estaremos lejos de lo que siente Raúl. Este 25 de noviembre debió haber sido uno de los peores días de su vida, quizás tan triste como aquella otra jornada aciaga en la que perdió al amor de su vida: la insuperable Vilma.
Por las Redes Sociales corre el último fragmento de su alocución.
Cuando termina de leer, se echa hacia atrás en la silla, gira su cabeza hacia un lado y suspira, como intentando desahogar todo lo que en ese instante le oprime el pecho. Parece que le ha costado un mundo leer aquellas pocas líneas; la voz, que a veces quiere quebrarse, llega hasta el final, hasta la frase última, esa en la que convida a su querido pueblo a la victoria siempre, aún cuando él mismo está herido, casi de muerte.
La noticia tenía que darla él, solo él podía comunicar tamaño dolor al pueblo de Cuba, aunque su corazón estuviera maltrecho por la despedida. No podría afirmarlo, pero al verlo allí, tan solo, supuse que esa oficina era el último lugar en el que quería estar. A esa hora y con ese dolor, quizás se hubiera sentido más aliviado entre los suyos, rodeado de sus hijos, sus nietos, sus bisnietas, sus amigos, los compañeros de lucha que aún le dan pelea al tiempo y sus recuerdos. Pero el General de Ejército, el presidente de Cuba, debía desprenderse de su condición de hermano, tenía que ser fuerte y anunciarle al mundo que Fidel, el fundador de la Revolución cubana había muerto.
Sus palabras desencadenaron un terremoto sin escalas, un tsunami que nos tragó a todos y nos dio la madrugada más angustiosa de la historia. Si así fue para nosotros ¿qué dimensión ha de tener el abismo que se le abrió a Raúl a las 10 y 29 de la noche del 25 de noviembre del 2016? Él, que nació a su lado; que estudió en sus escuelas; que lo persiguió hasta La Habana; que lo escoltó sin cuestionamientos al Moncada; que lo acompañó a México; que regresó a su lado en el Granma; que junto a él caminó Sierra arriba y Sierra abajo; y que fundó, mano a mano con él, la Revolución que nos salvó.
Por ese compromiso perenne, en el año 2008, Fidel delegó en Raúl todos sus cargos: el del Primer Secretario del Comité Central del Partido; el de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el de Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros. La salud de Fidel se había quebrantado, pero ahí estaba el hermano más fiel. En una magnitud mucho más grande, volvía a repetirse la historia de aquel discurso en que Fidel perdió la voz y Raúl lo socorrió. Ya la sabia madre, Lina Ruz, allá en Birán, lo había profetizado cuando después de la traición de Urrutia recortó su figura de la fotografía en que acompañaba a Fidel, a Camilo y al Che, colocó entonces la de Raúl y dijo: “Ahí lo voy a poner, porque ese sí que nunca traicionará a su hermano”.
Cuentan quienes estaban cerca, que Raúl era el primer lector de las Reflexiones del Comandante; y todos sabemos que aquel consultaba con este todas las decisiones que implicaban el futuro de Cuba. Eran dos, pero parecían uno.
Por eso esta noche en que mi barrio se ahoga en un silencio triste, pienso en Raúl, en sus dolores, en sus inmensas pérdidas, en la responsabilidad que tiene con esta Cuba, en el esfuerzo sobrehumano que tendrá que hacer estos días para parecer fuerte frente a un pueblo que llora. Con él seguiremos de pie, porque Raúl también es Raúl.
(Tomado de Cubahora)
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Carta a Donald Trump en respuesta a sus declaraciones sobre Fidel
Por: Julio Alejandro Gómez Pereda
Poco después de publicar un tuit admirativo
por la muerte de Fidel Castro -“¡Fidel Castro está muerto!”, el presidente
electo de Estados Unidos, Donald Trump, emitió un comunicado que va a
contracorriente de lo que han expresado la mayoría de los políticos del mundo,
incluidos muchos de su propio país.Donald Trump llamó a Fidel “brutal dictador” que dejó un legado “de escuadrones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y la negación de los derechos humanos fundamentales”.
Aseguró que su “gobierno hará todo lo posible porque el pueblo cubano pueda finalmente iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad. Me uno a los cubanoestadounidenses que me respaldaron durante la campaña presidencial, incluyendo la Asociación de Veteranos Brigada 2506 -léase mercenarios de Playa Girón: ndr- que me dio su apoyo, con la esperanza de que un día pronto veamos una Cuba libre”.
Después, el vicepresidente electo, Mike Pence, tuiteó una frase no menos brutal: “El tirano Castro está muerto. Amanece una nueva esperanza. Estaremos junto al oprimido pueblo cubana por una Cuba libre y democrática. ¡Viva Cuba Libre!”
Nunca pensé que escribiría en un mismo año dos cartas a presidentes distintos de Estados Unidos. En mi misiva a Obama luego de su discurso en el Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso, consideré nuestras diferencias, dejé establecidos mis puntos de vista al respecto, pero fui respetuoso y cortés con un hombre que como mínimo ha mantenido la compostura diplomática en su trato con Cuba.
En esta oportunidad, reconozco que me motivan situaciones diferentes, usted eligió el peor día para hablar de Fidel Castro en los términos en los que lo hizo, y quedar callado ante semejantes declaraciones, sería como aceptar sus ataques y mirar a otro lugar mientras permanezco de rodillas.
Cuando en la madrugada de hoy conocí la noticia de la muerte del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el mundo quedó sin sentido por varios segundos, es la sensación de quien no espera nunca vivir un momento como ese. Muchos cubanos dentro de los que me encuentro, hubiésemos preferido dar años de nuestras vidas, o morir primero, por el solo hecho de mantener vivo a Fidel por más tiempo. No es fanatismo, es amor.
Antes de salir de mi casa, me senté junto a mi hijo que aún dormía y observé su respiración, mientras pensaba que le tocaría enfrentarse a un mundo sin Fidel. Su historia será distinta a la mía, porque no lo escuchará en sus discursos, no lo tendrá para ir a la Plaza de la Revolución y decirle adiós mientras desfilamos juntos, no podrá disfrutar de su barba y su uniforme verde olivo, salvo por lo que nosotros seamos capaces de mostrarle, pero aún así, salí de mi casa seguro de que mi hijo amará a Fidel, porque él está encarnado en cada uno de nosotros.
Cuando a las 8 de la mañana vi el tweet que usted lanzó pensé en lo absurdo de su contenido, e incluso respondí a su cuenta oficial. Con el desarrollo del día llegaron sus infortunadas declaraciones, y con ellas, esta necesidad de responderle desde el más profundo dolor de un hijo, ante la pérdida de un padre.
Señor Trump, usted no conoce a Fidel Castro, usted no sabe nada de la historia de Cuba y lo demuestran sus absurdas e hirientes palabras, usted se comporta como un títere de la política más baja y ruin, como un hombre desatinado, sin sentido, y acaba de vaticinar que George W. Bush, podría haber sido solo un ensayo para lo que sufrirá el mundo durante su mandato.
Sus declaraciones son irrespetuosas con un pueblo que ama y sufre la pérdida de su líder histórico, sus declaraciones no tienen en cuenta el básico honor y respeto que debe existir entre contrarios. Puede estar seguro de que el pueblo de Cuba no va a olvidar sus palabras, y las tendrá en cuenta ante cada paso que demos con su administración. No crea que tenemos miedos de sus medidas o sus locuras, sabemos vivir en las mayores necesidades provocadas por el imperio, estamos dispuestos a la convivencia pacífica y respetuosa, pero no somos de los pueblos que no veneran a sus muertos, nosotros los defendemos con los huesos y la piel, al precio que sea necesario pagar, incluso el hostigamiento de su administración, que se presenta como el preludio de la caída del Imperio.
Al llamar a nuestro Fidel dictador brutal, recuerdo a Rubén Martínez Villena, cuando parado frente al dictador Gerardo Machado descubrió a un hombre bruto, salvaje, desconocedor del comunismo, y una amenaza para América Latina. Por lo tanto, creo que no hay otra figura que como usted, merezca ser nombrado de la misma forma que el tirano: Asno con Garras!!
Fidel vive y vivirá en su pueblo, Fidel iluminará el camino de nuestra Revolución, una Revolución que será cada día mejor, más justa y más humana, más internacionalista y más proletaria. Usted solo podrá armar rabietas desde su silla presidencial y tomar decisiones a golpe de pluma, que solo nos harán más fuertes.
Créame, no hay mejor placer que terminar diciéndole que Cuba es y será un pueblo de Patria o Muerte, y que con Fidel estaremos Hasta la Victoria Siempre.
Tomado de Cubadebate
Fernando Martínez Heredia: Fidel vive
La noche del 25 de noviembre, sesenta años después de aquella en que salió de Tuxpan al frente de la expedición liberadora, partió otra vez de viaje Fidel Castro.
Tres años antes del Granma había encabezado una acción revolucionaria que sorprendió al país por la audacia, valentía y espíritu de sacrificio de los participantes, y provocó el rechazo a la orgía de crímenes con la que respondió la dictadura que se había implantado en 1952. Pero aquel hecho parecía ir contra lo que se consideraba posible, y ninguna fuerza política lo apoyó.
En la soledad de su celda, más solitaria porque Fidel y sus compañeros estaban prácticamente solos, escribió: “Las masas están listas, solo necesitan que se les muestre el camino verdadero”. Parecía un iluso, pero era un visionario.
Al iniciar la guerra revolucionaria, Fidel abrió la brecha para que lo imposible dejara de serlo y el pueblo se levantara. y le brindó un lugar donde pelear a todo el que quisiera convertir sus ideales en actuación. En junio de 1958, cuando era de vida o muerte que la gran ofensiva enemiga no aplastara a la vanguardia de la Sierra Maestra, le escribió a Celia Sánchez que luchar contra el imperialismo norteamericano iba a convertirse en su destino verdadero.
Otra vez Fidel veía más lejos que nadie, avizoraba, pero ahora con un arma en la mano y una revolución andando.
Honró cumplidamente la promesa implícita en aquellas palabras. La vida entera combatió al imperialismo norteamericano, y supo vencerlo, mantenerlo a raya, obligarlo a reconocer el poder y la grandeza moral de la patria cubana. Pero, sobre todo, enseñó a todos los cubanos a ser antimperialistas, a saber que esa es una condición necesaria para ser cubano, que contra el imperialismo la orden de combatir siempre está dada, que como dijo un día el Che –su compañero del alma—, no se le puede conceder ni un tantito así. Que esa es una constante permanente de la política revolucionaria.
La soberanía nacional es intangible, nos enseñó Fidel, y no se negocia.
A partir del triunfo, la vanguardia se fue convirtiendo en millones, y la explotación del trabajo ajeno, las humillaciones, discriminaciones y desprecios dejaron de ser hechos naturales para convertirse en crímenes. Fidel fue el principal protagonista de la gran revolución socialista, que cambió las vidas, las relaciones sociales, los sueños de la gente y de las familias, las comunidades y la nación. Para lograrlo se convirtió, como para todo lo importante, en el conductor, el educador popular, el líder amado, la pieza maestra del tablero intrincado de la unidad de los revolucionarios y del pueblo.
Hubo que unir en una sola revolución al socialismo y la liberación nacional. Ahora, para todos, la actuación tuvo que consistir, al mismo tiempo, en estudio, trabajo y fusil. Ahora los individuos de vanguardia se elegían en asambleas y el trabajo realizado era el mayor timbre de honor. En las grandes jornadas nos unimos todos. Fidel fue –como cantara el poeta—la mira del fusil, y el pueblo todo –como dijera el Che—se volvió un Maceo. Y a diferencia de los vehículos corrientes, el carro de la Revolución no tiene marcha atrás. Fidel dijo de manera tajante, hace más de veinte años, que en este país no volverá a mandar nunca una nueva clase de ricos.
La nueva y mayor victoria de Fidel fue que el pueblo entero se cambiara a sí mismo y se armara con nuevas cualidades suyas, y la conciencia social confundiera sin temor los nombres de comunista y fidelista. A su sombra, las conquistas se convirtieron en leyes, y las leyes en costumbres.
Un gran historiador peruano, un compañero mariateguista, estaba preocupado por un posible culto a la personalidad de Fidel, pero después que hizo un recorrido por el país me dijo: “Ahora lo he comprendido todo. Fidel es un seudónimo colectivo.”
Fidel fue el mayor impulsor y dirigente del internacionalismo, ese brusco y hermoso crecimiento de las cualidades humanas que le brinda más a quien lo presta que a quien lo recibe. Más allá de las grandes frases –“por Vietnam estamos dispuestos a dar nuestra propia sangre” o “no queremos construir un paraíso en la falda de un volcán”—Fidel amplió y desarrolló en muy alto grado el contenido y el alcance de las prácticas y las ideas revolucionarias mundiales mediante el internacionalismo cubano. Apoyo solidario sin exigencias, combatientes, médicos, maestros, técnicos, ejemplo impar de quienes jamás dieron lo que les sobraba, paradigma revolucionario, con Fidel siempre al frente, audaz y fraterno,
En 2006, ante una enfermedad muy grave, tomó decisiones que nadie le pedía ni quería. Fue más grande aún cuan dejó ser, por voluntad propia, el dirigente máximo del Estado y del Partido, la posición mediante la cual había servido al pueblo durante tantos años. Ya hacía mucho tiempo que su inmenso prestigio había trascendido todas las fronteras.
Entonces Fidel se concedió un poco de lo que se había privado conscientemente desde el inicio de su acción revolucionaria: reflexionar tranquilamente, sin la urgencia y la responsabilidad de decidir y actuar de inmediato. El hombre que tuvo que ser soldado para que hubiera libertad y justicia para todos, y ejercer un poder enorme para que el poder estuviera al servicio del proyecto liberador, ahora se convirtió en soldado de las ideas, mientras seguía entregándole al pueblo el poder de su inconmensurable fuerza moral.
Ahora parece, de momento, que ya no está, porque se ha ido en una expedición más larga, más lejos. Pero me atrevo a afirmar que no se sintió preocupado al partir. Seguramente, afincado en su prodigioso optimismo histórico, Fidel sabía que su pueblo lo tendrá siempre por maestro, junto al maestro suyo, José Martí. Y sabe que, para seguir siempre su magisterio, las hijas y los hijos de este pueblo crearán, como hacía él, arbitrarán soluciones y encontrarán y plantearán bien los nuevos problemas, como hacía él, derrotarán los imposibles, como hacía él, defenderán la justicia y la libertad a cualquier costo, como hacía él, se sentirán parte de la Humanidad que resiste y lucha, como él, y soñarán, como el, el futuro luminoso.
Fidel no ha muerto. No muere, porque lo mantenemos vivo.
Tomado de Cubadebate
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Cabalgando con Fidel, la canción homenaje.
Con esa sensibilidad que emana de su trova amorosa y comprometida, Raúl Torres compuso una hermosa canción de homenaje a Fidel, que fue estrenada este lunes 28 de noviembre en la Mesa Redonda.
Con arreglos del Maestro Pancho Amat, la trompeta de Yasek Manzano, el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica Nacional y con las voces de Raulito, Eduardo Sosa, Luna Manzanares y Annie Garcés, la canción fue grabada en los Estudios Abdala.
Cabalgando con Fidel.
Autor:Raúl Torres
Dicen que en la plaza en estos días
Se les ha visto cabalgar
a Camilo y a Martí
Y delante de la caravana
Lentamente sin jinete
Un caballo para ti.
Vuelven las heridas que no sanan
En los hombres y mujeres que
no te dejaremos ir
Hoy el corazón nos late a fuera
Y tu pueblo aunque le duela
no te quiere despedir.
Hombre, los agradecidos te acompañan
Como anhelaremos tus hazañas
Ni la muerte cree que se apoderó de ti.
Hombre aprendimos a saberte eterno
Así como Olofin, Jesús Cristo
No hay un solo altar sin una luz por ti.
No quiero decirte Comandante
Ni barbudo ni gigante
Todo lo que se de ti.
Hoy quiero gritarte padre mío
No te sueltas de mi mano
Aún no se andar bien sin ti.
Hombre, los agradecidos te acompañan
Como anhelaremos tus hazañas
Ni la muerte cree que se apoderó de ti.
Hombre aprendimos a saberte eterno
Así como Olofin, Jesús Cristo
No hay un solo altar sin una luz por ti.
Dicen que en la plaza esta mañana
Ya no caben más corceles
Llegando de otro confín.
Una multitud desesperada
De héroes de espaldas aladas
Que se han dado cita aquí.
Y delante de la caravana
lentamente sin jinete
un caballo para ti.
Tomado de Cubadebate.
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