El asesino anda suelto en Panamá
Publicado en: Ecos de la Cumbre de Panamá
Foto Silvio Rodríguez: Marianela Dufflar
Participantes en el Foro de la Sociedad Civil pidieron
la expulsión de Félix Rodríguez y activaron una fuerte campaña en las redes
sociales, particularmente en Twitter, con la etiqueta #FueraAsesinodelChe.
Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate
Me recordó una película de la década del 50, un western serie B de un director en el
olvido. “El asesino anda suelto”, y como en el viejo thriller, en Panamá hay un matón que
exhibe con descaro su prontuario criminal frente a los dolientes de un crimen
incalificable. Félix Rodríguez Mendigutía, el ex oficial de la
CIA que identificó a Ernesto Che Guevara en La Higuera y decidió los balazos
que lo mataron, se pasea por una ciudad crispada, que ha tenido, probablemente,
uno de los miércoles más largos de su historia.
Este hombre participa en eventos y ofrece conferencias
de prensa en la que se promueve como un defensor de los derechos humanos. Da
asco, como dijo el Presidente de la OCLAE que exigió al
gobierno de Panama la expulsión inmediata de este asesino del territorio
nacional. Y cualquiera lo entiende, porque la imagen de Félix Rodríguez, con el
logotipo de la derrotada Brigada 2506 bordado en su camisa, es nauseabunda. Nos
recuerda al Che que yace sobre un fregadero de la ropa sucia, en la lavandería
del hospital de Vallegrande, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. Algunas
de estas imágenes que tanto duelen e indignan, con un Ernesto Guevara
enflaquecido y con cara de Cristo atormentado, las tomó el asesino como prueba
de fe para sus jefes en la CIA.
Es imposible no relacionar este hecho con un día en
que cada hora pesó como una montaña. Llevo más de 20 años como periodista, y
jamás vi tanta noticia junta, tantas conferencias de prensa, tantos hechos que
merecían ser reportados, y tanta rabia. Saber que este hombre está suelto en el
Itsmo y que se auxilia de una corte de delincuentes vestidos de “sociedad
civil”, ha exacerbado los ánimos. A la vergüenza de un foro que intenta
legitimar a este tipo de gente, se sumó la afrenta histórica que supone que
Félix Rodríguez Mendigutía ande suelto y desafiante en algún lugar de la
América Latina y el Caribe, la región por la que el Che dio su vida.
Eso explica, entre otras cosas, por qué la delegación
cubana al Foro de la Sociedad Civil, preámbulo de la Cumbre de las Américas,
protestó hoy cuando no fueron acreditados 22 de sus miembros, ni por qué se
retiró luego de la inauguración, que sesionó en plenario. Si algo lo explica es
la indignación colectiva, que obligó a los organizadores a autorizar, pasaporte
en la mano y sin credencial, la entrada de todos los cubanos registrados
previamente.
Explica por qué siguieron las protestas dentro del
salón plenario, donde sí tenían sus credenciales un grupo numeroso de amigos o
simpatizantes de Félix Rodríguez, y por qué las canciones y las consignas siguieron
mientras duró la inauguración desangelada del foro de la Sociedad Civil, que
trató de seguir su curso, a pesar de que los ecos que provenían del
estacionamiento del hotel El Panamá debieron sentirse allí atronadores. O si lo
prefieren, “consternados, rabiosos”, como en el poema que le dedicó Mario
Benedetti al Che.
Una nota al margen
Silvio Rodríguez ofrece hoy un concierto con el que se
inaugura la Cumbre de los Pueblos. Él ya está en la ciudad. Lo prueba el post que ha publicado en su blog
“Segunda Cita” y que alivia esta nota escrita en un largo
miércoles de Panamá y con un asesino suelto en la calle:
Me gustaría que pudieran
ver lo que yo veo desde esta habitación. La costa baja y arenosa del Pacífico
reflejando rascacielos fantasmas. Y digo fantasmas porque no se ve ni una sola
persona mirando desde los miles de balcones, ni una persiana abierta como
alivio al fuego de la tarde, ni siquiera una humilde matica colgando, haciendo
fotosíntesis de la luz tropical.
Mucho concreto proyectado
al cielo.
Acaso como premonición de
una vastísima enredadera de familias que ascenderá desde los barrios a dar vida
a la piedra inanimada, o que bajará de las montañas como avalancha viva,
inundando el asfalto en su corriente de esperanza.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario