Combatiente
de la lucha clandestina, del Ejército Rebelde y fundador del Segundo
Frente Frank País, el coronel Alberto Vázquez recuerda a Vilma Espín al
cumplirse 87 años de su natalicio
SEGUNDO FRENTE, Santiago de Cuba.–La participación en la lucha
clandestina en Santiago de Cuba, su temprana incorporación al Ejército
Rebelde, y estar entre los fundadores del Segundo Frente Oriental Frank
País, le permitieron relacionarse con Vilma Espín Guillois, de ahí que
al cumplirse hoy 87 años del natalicio de esta extraordinaria mujer,
resulten tan emotivos los recuerdos que sobre ella guarda el coronel
Alberto Vázquez García.
«Prácticamente éramos vecinos, pues vivíamos a dos cuadras y media. Además, yo era chofer de una línea de ómnibus que llevaba a la Universidad de Oriente y con frecuencia la veía tomar la guagua para ir a clases, pero jamás pasó por mi mente la idea de que aquella jovencita pudiera convertirse en esa descollante figura que fue para la lucha y la Revolución triunfante».
Así inició el relato de sus impresiones para Granma el actual director del Complejo Histórico del Segundo Frente Oriental Frank País, ubicado en estas históricas montañas, donde una roca rodeada de orquídeas, helechos, rosas y otras plantas que tanto le gustaban, atesora las cenizas de la heroína del Llano y la Sierra.
«Después –precisa–, comenzamos en la lucha clandestina y coincidimos en encuentros con Frank País, pero fue con el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956 cuando pude conocerla mejor, pues tras el ataque a la estación de la Policía Marítima fuimos para el Estado Mayor General, donde ella estaba con Frank, Haydée, Hart, Asela de los Santos, y otros compañeros.
«Era admirable verla con tanta ecuanimidad, la atención hacia los combatientes. En aquel difícil momento nos hizo un batido de frutabomba, y nos despidió pidiéndonos que nos cuidáramos. Después volví a verla el 27 de febrero siguiente en mi casa, adonde fue a ponerme la vacuna antitífica, antes de darme las instrucciones del traslado a la Sierra Maestra, como parte del primer refuerzo enviado por Frank a Fidel».
Más de un año transcurriría hasta que un día en que acompañaba al fundador jefe del Segundo Frente, Comandante Raúl Castro Ruz, por la zona de Soledad de Mayarí, la vería Vázquez García pasar en el yipi que la trasladaba a aquel baluarte rebelde. Su permanencia en la guerrilla posibilitaría coincidir reiteradamente en los recorridos por el Frente.
«Ella –señala–, llegó emanando ejemplo. Fue capaz de realizar un significativo trabajo aglutinador con las campesinas, creó entre ellas un ambiente revolucionario que no era nada fácil, porque a muchas de aquellas compañeras no las acompañaba el nivel cultural ni la situación social, pero como Ingeniera Química y por sus cualidades personales, Vilma tenía tremenda capacidad para lograrlo.
«Dignos de destacar son también su sensibilidad, y la ética entre ella y Raúl. En plena guerra se preocupaba por todo, llegaba la hora de comer y nos preguntaba si nos habían dado comida ya. Eso la hizo merecedora de un cariño y el respeto fortalecido en todos por la ética extraordinaria que a pesar de ser novios mantenían ella y nuestro Jefe.
«Ningún rebelde fue capaz de violar esa ética nunca con ninguna compañera, y eso fue por el ejemplo de ellos dos, pues se conoce que al inicio de esa relación Raúl (quien ganada por sus grandes méritos en la lucha poseía una gran autoridad), fue capaz de citar a los jefes de columnas y explicarles que se habían comprometido.
«Por eso y más se puede decir que no obstante estar al lado de Raúl, Vilma es una persona que brillaba por sí sola. Baste recordar ese momento en que matan a Frank, en que ha caído el líder, y ella se responsabiliza y empieza a manejar el movimiento en Santiago, donde había tantos temerarios luchadores, hombres de diverso carácter, y esa tremenda valentía no la asume cualquiera.
«Para mí –enfatiza–, es la mujer más íntegra que he conocido en la Revolución, por todo eso que se sabe de ella, por todo lo que hizo en la clandestinidad cumpliendo órdenes de Frank y de Fidel, por lo que hizo en estas montañas y el gran aporte dado tras el triunfo, por lo que fue como esposa y como madre, porque ella es de esos seres que aún después de muertos siguen siendo útiles».
Al trazar el carácter de la heroína, el coronel Vázquez no puede evitar un nudo en la garganta, y casi en susurros resalta su sentido de la organización, los rasgos femeninos, la dulzura, y modestia, de a quien «jamás se le vio asumir aires de grandeza ni nada por el estilo, pues a su paso desplegaba una sencillez digna de admiración».
Si bien resulta indiscutible que Vilma amaba de manera muy especial a su Santiago de Cuba, igualmente se enamoró de estas montañas que formaron parte de su vida. No pocas veces volvió a ellas sumamente feliz en sus tareas como presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, o acompañando a Raúl.
Por ello sobre su deseo de permanecer eternamente aquí, Vázquez García refiere que cuando se estaba conformando el espacio de la piedra monumento, Vilma se percata de que la roca tendría dos nichos, uno al lado del otro, pero separados, y le dice a Raúl, «si hemos estado juntos en las buenas, en las malas, donde quiera, por qué después de muertos no lo vamos a estar.
«Así Raúl mandó a hacer un solo nicho. De ahí que aunque exteriormente se vean dos losas de mármol con sus nombres, esa piedra acoge dentro un solo nicho para los dos.
Su decisión engrandece este mausoleo, por lo que ella representa para el pueblo cubano y para todo el mundo en la lucha por la emancipación de la mujer.
«En particular para el Segundo Frente –afirma–, ella es lo más grande. Si Vilma fuera una santa, yo creo que este pueblo entero sería creyente, porque este pueblo creía en Vilma, aquí todo el mundo respeta ese nombre. Su estatura está en esas montañas, y aquí la honramos, en la tarea más grande que nos ha dado la Revolución».
Tomado de Granma.
«Prácticamente éramos vecinos, pues vivíamos a dos cuadras y media. Además, yo era chofer de una línea de ómnibus que llevaba a la Universidad de Oriente y con frecuencia la veía tomar la guagua para ir a clases, pero jamás pasó por mi mente la idea de que aquella jovencita pudiera convertirse en esa descollante figura que fue para la lucha y la Revolución triunfante».
Así inició el relato de sus impresiones para Granma el actual director del Complejo Histórico del Segundo Frente Oriental Frank País, ubicado en estas históricas montañas, donde una roca rodeada de orquídeas, helechos, rosas y otras plantas que tanto le gustaban, atesora las cenizas de la heroína del Llano y la Sierra.
«Después –precisa–, comenzamos en la lucha clandestina y coincidimos en encuentros con Frank País, pero fue con el levantamiento armado del 30 de noviembre de 1956 cuando pude conocerla mejor, pues tras el ataque a la estación de la Policía Marítima fuimos para el Estado Mayor General, donde ella estaba con Frank, Haydée, Hart, Asela de los Santos, y otros compañeros.
«Era admirable verla con tanta ecuanimidad, la atención hacia los combatientes. En aquel difícil momento nos hizo un batido de frutabomba, y nos despidió pidiéndonos que nos cuidáramos. Después volví a verla el 27 de febrero siguiente en mi casa, adonde fue a ponerme la vacuna antitífica, antes de darme las instrucciones del traslado a la Sierra Maestra, como parte del primer refuerzo enviado por Frank a Fidel».
Más de un año transcurriría hasta que un día en que acompañaba al fundador jefe del Segundo Frente, Comandante Raúl Castro Ruz, por la zona de Soledad de Mayarí, la vería Vázquez García pasar en el yipi que la trasladaba a aquel baluarte rebelde. Su permanencia en la guerrilla posibilitaría coincidir reiteradamente en los recorridos por el Frente.
«Ella –señala–, llegó emanando ejemplo. Fue capaz de realizar un significativo trabajo aglutinador con las campesinas, creó entre ellas un ambiente revolucionario que no era nada fácil, porque a muchas de aquellas compañeras no las acompañaba el nivel cultural ni la situación social, pero como Ingeniera Química y por sus cualidades personales, Vilma tenía tremenda capacidad para lograrlo.
«Dignos de destacar son también su sensibilidad, y la ética entre ella y Raúl. En plena guerra se preocupaba por todo, llegaba la hora de comer y nos preguntaba si nos habían dado comida ya. Eso la hizo merecedora de un cariño y el respeto fortalecido en todos por la ética extraordinaria que a pesar de ser novios mantenían ella y nuestro Jefe.
«Ningún rebelde fue capaz de violar esa ética nunca con ninguna compañera, y eso fue por el ejemplo de ellos dos, pues se conoce que al inicio de esa relación Raúl (quien ganada por sus grandes méritos en la lucha poseía una gran autoridad), fue capaz de citar a los jefes de columnas y explicarles que se habían comprometido.
«Por eso y más se puede decir que no obstante estar al lado de Raúl, Vilma es una persona que brillaba por sí sola. Baste recordar ese momento en que matan a Frank, en que ha caído el líder, y ella se responsabiliza y empieza a manejar el movimiento en Santiago, donde había tantos temerarios luchadores, hombres de diverso carácter, y esa tremenda valentía no la asume cualquiera.
«Para mí –enfatiza–, es la mujer más íntegra que he conocido en la Revolución, por todo eso que se sabe de ella, por todo lo que hizo en la clandestinidad cumpliendo órdenes de Frank y de Fidel, por lo que hizo en estas montañas y el gran aporte dado tras el triunfo, por lo que fue como esposa y como madre, porque ella es de esos seres que aún después de muertos siguen siendo útiles».
Al trazar el carácter de la heroína, el coronel Vázquez no puede evitar un nudo en la garganta, y casi en susurros resalta su sentido de la organización, los rasgos femeninos, la dulzura, y modestia, de a quien «jamás se le vio asumir aires de grandeza ni nada por el estilo, pues a su paso desplegaba una sencillez digna de admiración».
Si bien resulta indiscutible que Vilma amaba de manera muy especial a su Santiago de Cuba, igualmente se enamoró de estas montañas que formaron parte de su vida. No pocas veces volvió a ellas sumamente feliz en sus tareas como presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas, o acompañando a Raúl.
Por ello sobre su deseo de permanecer eternamente aquí, Vázquez García refiere que cuando se estaba conformando el espacio de la piedra monumento, Vilma se percata de que la roca tendría dos nichos, uno al lado del otro, pero separados, y le dice a Raúl, «si hemos estado juntos en las buenas, en las malas, donde quiera, por qué después de muertos no lo vamos a estar.
«Así Raúl mandó a hacer un solo nicho. De ahí que aunque exteriormente se vean dos losas de mármol con sus nombres, esa piedra acoge dentro un solo nicho para los dos.
Su decisión engrandece este mausoleo, por lo que ella representa para el pueblo cubano y para todo el mundo en la lucha por la emancipación de la mujer.
«En particular para el Segundo Frente –afirma–, ella es lo más grande. Si Vilma fuera una santa, yo creo que este pueblo entero sería creyente, porque este pueblo creía en Vilma, aquí todo el mundo respeta ese nombre. Su estatura está en esas montañas, y aquí la honramos, en la tarea más grande que nos ha dado la Revolución».
Tomado de Granma.
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