Coinciden
músicos, historiadores y sociólogos en la necesidad de promocionar más,
y desde edades tempranas, el gusto por la música cubana
En el panel identificado como Ser hombre, ser mujer,
ser LGTB en la música popular cubana actual, artistas de la talla de
Ricardo Leyva, director del grupo Sur Caribe, agradeció este primer
encuentro que tuvo lugar ayer en la sala Martínez Villena de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y que devino profundo intercambio
entre algunos de los prominentes artistas que conforman el amplio
pentagrama musical cubano, no siempre difundidos en su justa medida.
Leyva fue el primero de la estela de directores orquestales que asistieron a la cita y que convocados por la sección de literatura, historia y sociología de la Uneac opinaron sobre el franco deterioro de la promoción de la música cubana, ante la influencia de otros géneros, en especial el reguetón, cuyas letras en su gran mayoría atentan contra la imagen de la mujer.
Explicó que no se trata de oponerse a su ritmo contagioso, sino al modo excedido en que se promociona en el mercado en Cuba, por sobre tanta buena música legada por cantantes de épocas pasadas y de los últimos años.
Con sano orgullo, Leyva comentó la pegada del quehacer de Sur Caribe, así como también de su amor por la lírica del patio, en lo fundamental de autores que pertenecen al patrimonio de la música cubana.
Añadió que canciones como Longina, de Manuel Corona hizo época y agradeció por sus hermosos textos verbales y conceptuales. Destacó el compromiso de los autores actuales con sus hijos, pues la música debe ser humana, educativa e informadora y que recuerde cada día que somos cubanos. «Nunca defraudaré a la música y en particular a la niñez y a la juventud», dijo finalmente.
El joven Israel Rojas, director de Buena Fe fue elogiado por los participantes por hacer obras con textos valientes y que expresan lo que piensa sin faltarle el respecto a nadie. Su interés es defender la música desde estéticas disfrutables y reflexivas.
Rojas enfatizó en la necesidad de satisfacer a los más variados auditorios, y enfatizó que hoy el país cuenta con muy buena legión de artistas de la Asociación Hermanos Saíz que son desconocidos.
El camagüeyano Enrique Álvarez, al frente de la Charanga Latina, coincidió en la responsabilidad de los promotores y directores de programas a la hora de divulgar el empeño de los cubanos por un mejor quehacer artístico, y aún cuando realizan compromisos internacionales, su prioridad es la isla caribeña.
Pedrito Calvo, director de la Justicia abogó por una mayor promoción de los músicos cubanos, quienes sueñan porque cada vez su labor sea de mayor calidad y de gran satisfacción para todos los públicos.
César Pedroso (Pupi) se hizo eco de lo afirmado por quienes intervinieron en el debate, el primero que se realiza y que deberá continuar más a menudo, según señalaron algunos asistentes como la escritora Dulce María Sotolongo, quien exhortó a realizar una cruzada en las escuelas de todo tipo de enseñanza, en particular en los preuniversitarios.
Ivette García, presidenta de la sección de literatura, historia y sociología de la Uneac, precisó que este debate permitió apreciar todos los cambios que deben suceder para satisfacer el intelecto y la espiritualidad de los cubanos y fomentar en las nuevas generaciones —mediante la música— el amor por su tierra.
TOMADO DE GRANMA
Leyva fue el primero de la estela de directores orquestales que asistieron a la cita y que convocados por la sección de literatura, historia y sociología de la Uneac opinaron sobre el franco deterioro de la promoción de la música cubana, ante la influencia de otros géneros, en especial el reguetón, cuyas letras en su gran mayoría atentan contra la imagen de la mujer.
Explicó que no se trata de oponerse a su ritmo contagioso, sino al modo excedido en que se promociona en el mercado en Cuba, por sobre tanta buena música legada por cantantes de épocas pasadas y de los últimos años.
Con sano orgullo, Leyva comentó la pegada del quehacer de Sur Caribe, así como también de su amor por la lírica del patio, en lo fundamental de autores que pertenecen al patrimonio de la música cubana.
Añadió que canciones como Longina, de Manuel Corona hizo época y agradeció por sus hermosos textos verbales y conceptuales. Destacó el compromiso de los autores actuales con sus hijos, pues la música debe ser humana, educativa e informadora y que recuerde cada día que somos cubanos. «Nunca defraudaré a la música y en particular a la niñez y a la juventud», dijo finalmente.
El joven Israel Rojas, director de Buena Fe fue elogiado por los participantes por hacer obras con textos valientes y que expresan lo que piensa sin faltarle el respecto a nadie. Su interés es defender la música desde estéticas disfrutables y reflexivas.
Rojas enfatizó en la necesidad de satisfacer a los más variados auditorios, y enfatizó que hoy el país cuenta con muy buena legión de artistas de la Asociación Hermanos Saíz que son desconocidos.
El camagüeyano Enrique Álvarez, al frente de la Charanga Latina, coincidió en la responsabilidad de los promotores y directores de programas a la hora de divulgar el empeño de los cubanos por un mejor quehacer artístico, y aún cuando realizan compromisos internacionales, su prioridad es la isla caribeña.
Pedrito Calvo, director de la Justicia abogó por una mayor promoción de los músicos cubanos, quienes sueñan porque cada vez su labor sea de mayor calidad y de gran satisfacción para todos los públicos.
César Pedroso (Pupi) se hizo eco de lo afirmado por quienes intervinieron en el debate, el primero que se realiza y que deberá continuar más a menudo, según señalaron algunos asistentes como la escritora Dulce María Sotolongo, quien exhortó a realizar una cruzada en las escuelas de todo tipo de enseñanza, en particular en los preuniversitarios.
Ivette García, presidenta de la sección de literatura, historia y sociología de la Uneac, precisó que este debate permitió apreciar todos los cambios que deben suceder para satisfacer el intelecto y la espiritualidad de los cubanos y fomentar en las nuevas generaciones —mediante la música— el amor por su tierra.
TOMADO DE GRANMA
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