Raúl
pronunció el discurso del Acto por el Aniversario 60 del Triunfo de la
Revolución Cubana. Foto: Marcelino Vázquez Hernández / ACN / Cubadebate
Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl
Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista
de Cuba, en el acto central en conmemoración del aniversario 60 del
triunfo de la Revolución, en Santiago de Cuba, el 1ro. de enero de 2019,
«Año 61 de la Revolución».
(Versiones Taquigráficas-Consejo de Estado)
Santiagueras y Santiagueros;
Compatriotas de toda Cuba:
Nos reunimos hoy para celebrar el aniversario 60 del triunfo
revolucionario del Primero de Enero, y lo hacemos nuevamente en Santiago
de Cuba, cuna de la Revolución, aquí en el cementerio de Santa
Ifigenia, donde se veneran los restos inmortales de muchos de los
mejores hijos de la nación, muy cerca de las tumbas del Héroe Nacional,
del Padre y la Madre de la Patria y del Comandante en Jefe de la
Revolución Cubana.
No vengo a aquí a hablar a título personal, lo hago en nombre
de los heroicos sacrificios de nuestro pueblo y de los miles de
combatientes que ofrendaron su vida a lo largo de más de 150 años de
lucha.
Parece increíble que el destino nos haya reservado el privilegio de
poder dirigirnos a nuestros compatriotas un día como hoy, al conmemorar
seis décadas del triunfo, ocasión en que, bajo el mando de Fidel, por
primera vez el pueblo cubano alcanzó el poder político y los mambises sí
pudieron entrar victoriosos a Santiago de Cuba, coincidentemente 60
años después de que se instaurara el dominio absoluto del imperialismo
norteamericano sobre Cuba.
Hace pocos meses, en La Demajagua, nos reunimos para recordar el
aniversario 150 del inicio de las guerras por la independencia de Cuba,
el 10 de Octubre de 1868, fecha que marca el comienzo de nuestra
Revolución, que sobrevivió momentos de amargura y desunión, como el
Pacto del Zanjón, y episodios luminosos como el protagonizado por
Antonio Maceo en la Protesta de Baraguá.
La Revolución revivió, en 1895, gracias al genio y la capacidad de
Martí para aglutinar a los mejores y más experimentados jefes de la
contienda de los 10 años y preparar la «guerra necesaria» contra el
colonialismo español.
Cuando el ejército colonial estaba prácticamente derrotado, con
escasa moral combativa, asediado por los mambises en casi toda la isla y
mermado por las enfermedades tropicales, que, en 1897, por solo citar
un ejemplo, provocaron 201 000 bajas entre sus efectivos; la victoria
fue usurpada con la intervención norteamericana y la ocupación militar
del país, lo que dio paso a un largo período de opresión y gobiernos
corruptos y serviles a sus designios hegemónicos.
Ni siquiera en esas difíciles circunstancias se apagó la llama
redentora del pueblo cubano, puesta de manifiesto en figuras de la talla
de Baliño, Mella, Villena, Guiteras y Jesús Menéndez, entre muchos
otros que no se resignaron a vivir en afrenta y oprobio sumidos.
Tampoco la Generación del Centenario, que bajo el liderazgo de Fidel
asaltó los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes el 26 de Julio
de 1953, estaba dispuesta a tolerar, a 100 años del natalicio de Martí,
los crímenes y abusos de una tiranía sangrienta totalmente subordinada a
los intereses de los Estados Unidos.
Sobrevinieron entonces momentos de profundo dolor y tristeza luego
del revés y el vil asesinato de muchos de los combatientes
revolucionarios participantes en esas acciones, denunciado virilmente
por Fidel en su histórico alegato «La historia me absolverá», que se
convirtió en el programa de la Revolución. A pocos metros de aquí yacen
los restos de los caídos aquel 26 de julio y de otros mártires de la
gesta insurreccional, incluidos también los valientes jóvenes
santiagueros de la lucha clandestina y los hijos de esta ciudad que
cayeron en las gloriosas misiones internacionalistas.
En los duros años de presidio y vejaciones no desfalleció el fervor y
el compromiso de reiniciar la lucha, creció el prestigio y la autoridad
del líder revolucionario para sumar nuevas fuerzas contra la dictadura.
El exilio en México no conoció el descanso; sirvió para preparar la
próxima y decisiva etapa de batallar que nos trajo en el yate Granma a
las Coloradas el 2 de diciembre de 1956. La demora en arribar a costas
cubanas, debido a la azarosa navegación, no permitió la sincronización
prevista con el Alzamiento de Santiago de Cuba, el 30 de noviembre,
organizado por el audaz y valeroso joven dirigente del Movimiento 26 de
Julio, Frank País García, quien todavía no había cumplido los 22 años,
edad que tenía cuando fue brutalmente asesinado por los esbirros de la
tiranía el 30 de julio de 1957.
Tampoco el desastre de Alegría de Pío, que casi aniquiló a los
expedicionarios, pudo extinguir el optimismo y la fe de Fidel en la
victoria, convicciones que lo llevaron a exclamar el 18 de diciembre
cuando nos reencontramos, con apenas siete fusiles: ¡Ahora sí ganamos la
guerra!
Desde Santiago de Cuba, como resultado de los infatigables esfuerzos
del movimiento clandestino dirigido por Frank País, recibimos en la
Sierra Maestra el primer refuerzo de jóvenes combatientes, armas y
municiones, que significó un aporte crucial a la capacidad combativa del
naciente Ejército Rebelde.
Prosiguieron meses de incesantes combates, primero en la Sierra
Maestra y luego la lucha se extendió a otras regiones con la apertura de
nuevos frentes y columnas, y con la derrota de la gran ofensiva de las
tropas batistianas contra el Primer Frente dirigido por Fidel, que marcó
el inicio de la contraofensiva estratégica y el viraje radical de la
guerra que condujo a la derrota del régimen y la toma del poder
revolucionario.
Raúl pronunció el discurso del Acto por el Aniversario 60 del Triunfo de la Revolución Cubana. Foto: Estudios Revolución
Ya el 8 de enero de 1959, a su llegada a La Habana, el Jefe de la
Revolución expresaba, (cito): «La tiranía ha sido derrocada, la alegría
es inmensa y sin embargo queda mucho por hacer todavía. No nos engañamos
creyendo que en lo adelante todo será fácil, quizás en lo adelante todo
sea más difícil». (Fin de la cita).
Las premonitorias palabras de Fidel no tardaron en hacerse
realidad. Se iniciaba una etapa de luchas que estremeció los cimientos
de la sociedad cubana. El 17 de mayo, a escasos cuatro meses y
medio del triunfo, en la Comandancia de la Plata, en el corazón de la
Sierra Maestra, se promulgó la primera Ley de Reforma Agraria en
cumplimiento del Programa del Moncada, hecho que afectó a los poderosos
intereses económicos de los monopolios norteamericanos y la burguesía
criolla, que redoblaron las conspiraciones contra el proceso
revolucionario.
La naciente Revolución se vio sometida a todo tipo de agresiones y
amenazas, como el accionar de bandas armadas y financiadas por el
Gobierno norteamericano, los planes de atentado contra Fidel y otros
dirigentes, el asesinato de jóvenes alfabetizadores, muchos de ellos
todavía adolescentes; el sabotaje y el terrorismo en todo el país con el
terrible saldo de 3 478 muertos y 2 099 incapacitados; el bloqueo
económico, comercial y financiero y otras acciones políticas y
diplomáticas con el fin de aislarnos; las campañas de mentiras para
denigrar a la Revolución y a sus líderes; la invasión mercenaria por
Playa Girón en abril de 1961; la Crisis de Octubre en 1962 cuando en
Estados Unidos se preparaba la invasión militar a Cuba y una
interminable lista de hechos hostiles contra nuestra patria.
Nadie puede negar que la Revolución que nacía aquel Primero
de Enero no ha tenido, a lo largo de 60 años, un minuto de sosiego, ya
vamos por 12 administraciones norteamericanas que no han cejado en el
empeño de forzar un cambio de régimen en Cuba utilizando una u otra vía,
con mayor o menor agresividad.
El pueblo heroico de ayer y de hoy, orgulloso de su historia y
cultura nacionales, comprometido con los ideales y la obra de la
Revolución, que suma ya cuatro generaciones de cubanos, ha sabido
resistir y vencer en las seis décadas de ininterrumpido bregar en
defensa del socialismo, siempre basado en la más estrecha unidad en
torno al Partido y a Fidel.
Únicamente así se puede comprender la hazaña de haber resistido los
crudos años de período especial, cuando nos quedamos solos en medio de
Occidente, a 90 millas de Estados Unidos. Entonces, nadie en el mundo
habría apostado un centavo por la supervivencia de la Revolución; sin
embargo, sí se pudo soportar y vencer el reto sin violar ni uno solo de
los principios éticos y humanistas del proceso revolucionario y merecer
el inestimable apoyo de los movimientos de solidaridad que nunca dejaron
de creer en Cuba.
Ahora nuevamente el Gobierno norteamericano parece tomar el
rumbo de la confrontación con Cuba y de presentar a nuestro país,
pacífico y solidario, como una amenaza para la región. Apela a la
tenebrosa Doctrina Monroe para intentar retrotraer la historia a la
época vergonzosa en que gobiernos sometidos y dictaduras militares se
sumaron al aislamiento de Cuba.
De manera creciente altos funcionarios de la actual administración,
con la complicidad de algunos lacayos, difunden nuevas falsedades y otra
vez pretenden culpar a Cuba de todos los males de la región, como si
estos no fueran consecuencia de despiadadas políticas neoliberales que
provocan la pobreza, el hambre, la desigualdad, el crimen organizado, el
narcotráfico, la corrupción política, el abuso y la privación de
derechos a los trabajadores, los desplazados, el desalojo de campesinos,
la represión de los estudiantes y precarias condiciones de salud,
educación y vivienda para las grandes mayorías.
Son los mismos que declaran la intención de continuar forzando el
deterioro de las relaciones bilaterales y promueven nuevas medidas de
bloqueo económico, comercial y financiero para restringir el desempeño
de la economía nacional, provocar limitaciones adicionales en el consumo
y bienestar del pueblo, obstaculizar aún más el comercio exterior y
frenar el flujo de la inversión extranjera. Dicen estar dispuestos a
desafiar el Derecho Internacional, contravenir las reglas del comercio y
las relaciones económicas internacionales y aplicar más agresivamente
medidas y leyes de carácter extraterritorial contra la soberanía de
otros Estados.
Reitero nuestra disposición a convivir civilizadamente, pese a
las diferencias, en una relación de paz, respeto y beneficio mutuo con
los Estados Unidos. También hemos señalado con toda claridad que los
cubanos estamos preparados para resistir un escenario de confrontación,
que no deseamos, y esperamos que las mentes más equilibradas en el
Gobierno norteamericano lo puedan evitar.
Otra vez se acusa a Cuba, cuando está demostrado que la deuda
externa, los flujos migratorios descontrolados, el saqueo de recursos
naturales son resultado de la dominación de las trasnacionales en el
continente.
La fuerza de la verdad ha desbaratado las mentiras y la historia ha colocado los hechos y los protagonistas en su lugar.
Se podrá atribuir a la Revolución Cubana y a la epopeya escrita por
este heroico pueblo solo la responsabilidad que emana de su ejemplo como
símbolo de plena independencia, resistencia victoriosa, justicia
social, altruismo e internacionalismo.
Como parte de Nuestra América, ha sido y será invariable nuestro
respeto y solidaridad con las naciones hermanas, en las que han laborado
más de 347 700 médicos y trabajadores de la salud cubanos, muchos de
ellos en lugares recónditos y difíciles, y se han formado más de 27 200
jóvenes como profesionales. Ello demuestra confianza en Cuba.
Hace pocas semanas retornaron dignamente, con el reconocimiento y el
cariño de millones de pacientes, sobre todo de zonas rurales y
poblaciones indígenas, miles de médicos cubanos que prestaron servicios
en Brasil, a quienes el nuevo Presidente calumnió y repudió en el
propósito de destruir ese programa social y con ello cumplir las
orientaciones de la ultraderecha en la Florida, que ha secuestrado la
política de los Estados Unidos hacia Cuba para beneplácito de las
fuerzas más reaccionarias del actual Gobierno norteamericano.
A 60 años del triunfo podemos afirmar que estamos curados de espanto,
no nos intimidan el lenguaje de fuerza ni las amenazas, no nos
intimidaron cuando el proceso revolucionario no estaba consolidado, no
lo lograrán ni remotamente ahora que la unidad del pueblo es una
indestructible realidad, pues si ayer éramos unos pocos, hoy somos todo
un pueblo defendiendo su Revolución (Aplausos).
Presidencia
del Acto por el Aniversario 60 del Triunfo de la Revolución Cubana.
Foto: Marcelino Vázquez Hernández / ACN / Cubadebate
El pasado 26 de julio, aquí en Santiago, expliqué que se
había conformado un escenario adverso y nuevamente resurgía la euforia
en los enemigos y el apuro por materializar los sueños de destruir el
ejemplo de Cuba. Igualmente señalé la convicción de que se estrechaba el
cerco imperial en torno a Venezuela, Nicaragua y nuestro país. Los
hechos han confirmado esa apreciación.
Luego de casi una década de poner en práctica los métodos de guerra
no convencional para impedir la continuidad o frenar el regreso de
gobiernos progresistas, los círculos del poder en Washington
patrocinaron golpes de Estado, primero uno militar para derrocar en
Honduras al presidente Zelaya y más adelante acudieron a los golpes
parlamentario-judiciales contra Lugo en Paraguay y Dilma Rousseff en
Brasil.
Promovieron procesos judiciales amañados y motivados políticamente,
así como campañas de manipulación y descrédito contra dirigentes y
organizaciones de izquierda, haciendo uso del control monopólico sobre
los medios de difusión masiva.
De esta forma lograron encarcelar al compañero Lula da Silva y lo
privaron del derecho a ser el candidato presidencial del Partido de los
Trabajadores para evitar su segura victoria en las pasadas elecciones.
Aprovecho la ocasión para hacer un llamamiento a todas las fuerzas
políticas honestas del planeta en reclamo de su liberación y que cesen
los ataques y la persecución judicial contra las expresidentas Dilma
Rousseff y Cristina Fernández de Kirchner.
Quienes se ilusionan con la restauración del dominio imperialista en
nuestra región deberían comprender que América Latina y el Caribe han
cambiado y el mundo también.
Por nuestra parte seguiremos contribuyendo activamente a los procesos
de consenso e integración en la región, basados en el concepto de la
unidad en la diversidad.
Hemos contribuido con el proceso de paz en Colombia, por solicitud
expresa de su Gobierno, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y
el Ejército de Liberación Nacional, y lo seguiremos haciendo, por
encima de riesgos, agravios y dificultades.
La autoridad política y moral de Cuba está cimentada en la historia,
la conducta y el respaldo unido, consciente y organizado del pueblo.
Por ello ninguna amenaza nos hará desistir de nuestra solidaridad con la República Bolivariana de Venezuela.
Deben cesar las acciones agresivas contra esta hermana nación. Como
hemos advertido tiempo atrás, la reiterada declaración de Venezuela como
una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos, los abiertos
llamados al golpe militar contra su Gobierno constitucional, los
ejercicios de entrenamientos militares desarrollados en las proximidades
de las fronteras venezolanas, así como las tensiones e incidentes en la
zona solo pueden conducir a una grave inestabilidad y a consecuencias
impredecibles.
La región se asemeja a una gran pradera en tiempos de sequía.
Una chispa pudiera generar un incontrolable incendio que dañaría los
intereses nacionales de todos.
Es igualmente peligroso e inaceptable que el Gobierno de los Estados
Unidos sancione unilateralmente y proclame también a la República de
Nicaragua como una amenaza a su seguridad nacional. Rechazamos los
intentos de la desprestigiada oea, Organización de los Estados
Americanos, para inmiscuirse en los asuntos de esta hermana nación.
Frente a la Doctrina Monroe, habrá que aplicar y defender,
por el bien de todos, los principios de la Proclama de América Latina y
el Caribe como Zona de Paz, firmada en La Habana por los Jefes de Estado
y Gobierno, que ahora algunos aliados de los Estados Unidos pretenden
ignorar.
La mayor enseñanza que los revolucionarios y movimientos progresistas
podemos extraer de la situación que se ha configurado es la de no
descuidar jamás la unidad con el pueblo y no cejar en la lucha en
defensa de los intereses de los oprimidos, por difíciles que sean las
circunstancias.
Para nosotros, en la compleja coyuntura internacional, preservan
total vigencia las palabras del líder histórico de la Revolución Cubana
al presentar su informe central al Primer Congreso del Partido, en 1975,
cuando expresó: «Mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado
y el pueblo, les prestarán a los servicios de la defensa la máxima
atención. La guardia revolucionaria no se descuidará jamás. La historia
enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este principio no
sobreviven al error». (Fin de la cita).
En correspondencia con ello,
continuaremos priorizando las
tareas de preparación para la defensa, en todos los niveles, en interés
de salvaguardar la independencia, la integridad territorial, la
soberanía y la paz, partiendo de la concepción estratégica de la Guerra
de Todo el Pueblo, como se recoge en la recién aprobada Constitución de
la República.
Es nuestro deber prepararnos meticulosamente con anticipación para
todos los escenarios, incluyendo los peores, no solo en el plano
militar, de modo que
no dejemos espacio al desconcierto y la
improvisación que florece en los de escasa voluntad a la hora de actuar,
sino que con el optimismo y la confianza en la victoria que nos legó
Fidel y en estrecho vínculo con el pueblo sepamos encontrar la mejor
solución a cualquier desafío que se presente.
Raúl pronunció el discurso del Acto por el Aniversario 60 del Triunfo de la Revolución Cubana. Foto: Estudios Revolución
Precisamente un reto que enfrentaremos en el año que hoy
comienza, es la situación de la economía, agobiada por las tensiones en
las finanzas externas a causa de las afectaciones en los ingresos de las
exportaciones y el recrudecimiento del bloqueo norteamericano y sus
efectos extraterritoriales.
Como expresó nuestro Ministro de Economía y Planificación en el
último período de sesiones de la Asamblea Nacional, el costo para Cuba
de esta arbitraria medida, calculado según la metodología aprobada
internacionalmente, ascendió el pasado año a 4 321 millones de dólares,
lo que equivale a casi 12 millones de daños cada día, dato que pasan por
alto los analistas que suelen cuestionar el desempeño de la economía
nacional.
Con independencia del bloqueo y su reforzamiento, los cubanos tenemos
enormes reservas internas que explotar sin volver a incrementar el
endeudamiento externo. Para ello se requiere, en primer lugar, reducir
todo gasto no imprescindible y ahorrar más, incrementar y diversificar
las exportaciones, elevar la eficiencia del proceso inversionista y
potenciar la participación de la inversión extranjera, la cual, como se
recoge en los documentos rectores del Partido, no es un complemento,
sino un elemento fundamental para el desarrollo.
En ese mismo escenario, en la Asamblea Nacional, el 22 de diciembre,
el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, compañero Miguel
Díaz-Canel Bermúdez, pasó balance al estado de la economía durante el
2018 y el plan para el presente año, donde resaltó que la batalla
económica sigue siendo la tarea fundamental y la más compleja, y
agregaba, es esa la que más exige hoy de todos nosotros, porque es de la
que más espera nuestro pueblo.
Con este propósito precisó, que se requiere una actitud más
proactiva, inteligente y concreta de los dirigentes impulsando –no
trabando ni demorando– soluciones seguras y particulares a los
problemas, con la búsqueda continua e intensa de respuestas ágiles y
eficientes. Al propio tiempo llamó a ser más coherentes con la
Conceptualización del Modelo Económico y Social y más sistemáticos y
precisos en la implementación de los Lineamientos de la Política
Económica y Social del Partido y la Revolución.
Es oportuno expresar que l
a dirección del Partido Comunista
de Cuba respalda decididamente los pronunciamientos y las acciones
acometidas por el compañero Díaz-Canel al frente del Estado y del
Gobierno desde que asumió el cargo, incluyendo su sistema de trabajo,
basado en la visita a los territorios y comunidades; el vínculo con los
colectivos y el intercambio directo con el pueblo, la promoción de la
rendición de cuentas de los dirigentes mediante los medios de prensa y
las redes sociales, así como el control sistemático de los principales
programas de desarrollo y el fomento de un estilo de dirección y
conducción colectiva de los órganos estatales y gubernamentales.
Sin el ánimo de hacer una valoración apresurada,
puedo
afirmar que el proceso de transferencia a las nuevas generaciones de las
principales responsabilidades marcha bien, digo más, muy bien, sin tropiezos ni sobresaltos, y estamos seguros de que así continuaremos (Aplausos).
Aquellos jóvenes que tuvimos entonces el privilegio de combatir bajo
el mando de Fidel, hace más de 65 años, desde el Moncada, el Granma, el
Ejército Rebelde, la lucha clandestina, Girón, el enfrentamiento a las
bandas contrarrevolucionarias, las misiones internacionalistas y hasta
el presente, junto al heroico pueblo cubano
nos sentimos profundamente satisfechos, felices y confiados al ver, con nuestros propios ojos, cómo las nuevas generaciones
asumen la misión de proseguir la construcción del socialismo, única garantía de la independencia y la soberanía nacional.
Se cumplen 60 años del Primero de Enero de 1959, sin embargo la
Revolución no ha envejecido, sigue siendo joven y no es una frase
retórica, es una confirmación histórica, ya que desde los primeros
momentos sus protagonistas fueron los jóvenes y así ha sido a lo largo
de estas primeras seis décadas.
El proceso revolucionario no está circunscripto a la vida biológica
de quienes lo iniciaron, sino a la voluntad y el compromiso de los
jóvenes que aseguran su continuidad. Las nuevas generaciones tienen el
deber de garantizar que la Revolución Cubana sea por siempre una
Revolución de jóvenes, y al mismo tiempo, una Revolución Socialista de
los humildes, por los humildes y para los humildes (Aplausos).
En esta significativa fecha no puede faltar el justo homenaje a la
mujer cubana, desde Mariana hasta hoy, siempre presente en nuestras
luchas por la emancipación de la patria y en la construcción de la
sociedad que hoy edificamos (Aplausos).
Participantes
en el Acto por el Aniversario 60 del Triunfo de la Revolución Cubana.
Foto: Marcelino Vázquez Hernández / ACN / Cubadebate
Compañeras y compañeros:
La Segunda Sesión Ordinaria de la actual legislatura de la Asamblea
Nacional del Poder Popular aprobó la nueva Constitución de la República,
la cual será sometida a referendo el próximo 24 de febrero.
Previamente, por espacio de casi tres meses, se desarrolló un amplio
proceso de consulta popular, en el que los ciudadanos expresaron
libremente sus opiniones sobre el contenido del Proyecto, conllevando a
la modificación del 60 % de los artículos, en clara evidencia del
carácter profundamente democrático de la Revolución, donde las
principales decisiones que definen la vida de la nación se elaboran con
el aporte de todos los cubanos. Nuestros medios de prensa brindaron una
detallada cobertura durante el proceso, lo que me libera de extenderme
sobre el tema. En pocos días comenzará a distribuirse en un tabloide el
texto definitivo de la nueva Constitución.
Solo deseo añadir
la seguridad de que una vez más nuestro
noble y aguerrido pueblo demostrará el 24 de febrero en las urnas el
respaldo mayoritario a su Revolución y el Socialismo, ratificando la
Constitución en el año en que conmemoraremos el aniversario 150 de la
primera Carta Magna de Cuba, aprobada en Guáimaro por los iniciadores de
la guerra por la independencia.
Tras 60 años de luchas, sacrificios, esfuerzos y victorias, vemos un
país libre, independiente y dueño de su destino. Al imaginar el mañana,
la obra realizada nos permite vislumbrar un porvenir digno y próspero
para la Patria.
Teniendo en cuenta la heroica historia de lucha de los cubanos, en
nombre de nuestro pueblo, con total optimismo y confianza en el futuro,
puedo exclamar:
¡Viva por siempre la Revolución Cubana!
Muchas gracias.
(Ovación).
Bandera y Palma Real en el Cementerio de Santa Ifigenia. Foto: Marcelino Vázquez Hernández / ACN / Cubadebate
TOMADO DE CUBADEBATE