Por:
Frei Betto
Primero de enero de 2019, los 60 años de la Revolución cubana. ¿Quién lo diría?
Para la soberbia de los servicios de inteligencia de los Estados
Unidos, la osadía de los barbudos de la Sierra Maestra al sustraer a
Cuba de la esfera de dominio del Tío Sam era “un mal ejemplo” que debía
ser borrado cuanto antes de las páginas de la historia. La CIA movilizó y
entrenó a miles de mercenarios, y Kennedy los mandó a invadir a Cuba
(1961). Fueron vergonzosamente derrotados por un pueblo en armas.
Y, además, la hostilidad de la Casa Blanca llevó a Cuba a alinearse
con la Unión Soviética. El tiro les salió por la culata. Agredir a Cuba
significó entonces calentar la Guerra Fría, como demostró la Crisis de
Octubre (1962).
El Tío Sam no puso sus barbas en remojo. Transformó a los cubanos exiliados en Miami en terroristas que derribaron aviones, hicieron explotar bombas, promovieron sabotajes. E invirtió una fortuna para alcanzar el más espectacular objetivo terrorista: eliminar a Fidel. Fueron más de 600 atentados. Todos fracasados. Fidel falleció en su cama, rodeado por su familia, el 25 de noviembre de 2016, poco antes de que la Revolución cumpliera 58 años. Había sobrevivido a 10 ocupantes de la Casa Blanca que autorizaron acciones terroristas contra Cuba: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo.
Fracasada la invasión de Girón, se impuso el bloqueo a Cuba (1961), medida criticada por tres papas que visitaron La Habana: Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015). Pero la Casa Blanca no escucha voces sensatas. Prefiere aislarse, acompañada por Israel, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas vota cada año sobre el tema del bloqueo. En 2018, por vigésimo séptima vez, 189 países se manifestaron contra el bloqueo a Cuba.
Tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética (1989), los profetas de la desgracia anunciaron el fin del socialismo cubano. No podía fallar la teoría del dominó… Se equivocaron. Cuba resistió, soportó el Período Especial (1990-1995) y se adaptó a los nuevos tiempos de la globalización.
Muchos se preguntan por qué los Estados Unidos no invadieron a Cuba con tropas convencionales (después de la derrota de los mercenarios), como hicieron en Somalia (1993), Granada (1983), Afganistán (2001), Iraq (2003), Libia (2011), Siria (2017), Níger (2017) y Yemen (2018). La respuesta es sencilla: una potencia bélica es capaz de ocupar un país y derribar su gobierno. Pero no de derrotar a un pueblo. Los estadounidenses aprendieron esa lección dolorosamente en Vietnam, de donde fueron expulsados por un pueblo campesino (1955-1975). Atacar a Cuba habría significado enfrentar una guerra popular. Después de la humillación sufrida en el Sudeste Asiático, la Casa Blanca prefirió no correr el riesgo.
¿Por qué Cuba les molesta a tantos que asocian indebidamente el capitalismo con la democracia? Porque Cuba convence a las personas intelectualmente honestas que no se dejan llevar por la propaganda anticomunista basada en prejuicios y no en hechos como que a pesar de la campaña mundial contra la Revolución, en la isla nadie muere de hambre, anda descalzo, es analfabeto después de los 6 años de edad, necesita tener dinero para ingresar en la escuela o cuidar de su salud, trátese de una gripe o de una compleja cirugía del corazón o del cerebro. En la lista del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU, que incluye 189 países, Cuba ocupa un mejor lugar (el 68) que la mayoría de los países de la América Latina, incluido Brasil (lugar 79).
Mientras que el capitalismo enfatiza la competitividad como un valor, la Revolución le inculca al pueblo cubano la solidaridad. Gracias a ello, en las décadas de 1960 y 1970 Cuba envió tropas para ayudar a naciones africanas a liberarse del colonialismo europeo y conquistar su independencia. Raúl Castro fue el único jefe de Estado extranjero a quien se le concedió el derecho a pronunciar un discurso en los funerales de Mandela, porque el gobierno de Sudáfrica reconoce la importancia de la solidaridad cubana para el fin del apartheid.
Gracias a la solidaridad, maestros y médicos cubanos han trabajado en las áreas más pobres y remotas de más de 100 países. Y gracias a los principios éticos de la Revolución, en Cuba no se ven familias debajo de los puentes, niños de la calle, mendigos tirados a la orilla de la vía, mafias de drogas y zonas dedicadas a su tr+afico y consumo. Los delatores de Odebrecht denunciaron a todos los agentes públicos corrompidos en los países de la América Latina en los que estuvo presente la empresa. Pero no en Cuba, donde construyó el puerto de Mariel. ¿Algún informante se mostró dispuesto a defender a Cuba? Obvio que no. Ningún cubano se dejó corromper.
¿El pueblo cubano ya conquistó el paraíso? Lejos de eso. Cuba es una nación pobre, pero decente. A pesar del bloqueo y de todos los problemas que conlleva, su pueblo es feliz. ¿Por qué, entonces, muchos se van de Cuba? La verdad es que muchos se van de cualquier país que enfrenta dificultades. Se van de España, de Grecia, de Turquía, de Brasil, de Venezuela y de Argentina. Pero, ¿quiénes se van? De Cuba, los contaminados por la propaganda del consumismo capitalista creen que Eldorado queda al norte del Río Grande. Los mismos que se regocijan por la emigración de unos pocos cubanos jamás se preguntan por qué nunca ha habido en Cuba una manifestación popular contraria al gobierno, como acaba de ocurrir en Francia (los chalecos amarillos) y también recientemente en Túnez (2011), Egipto (2011), Turquía (2016), y antes en los Estados Unidos (Seattle, 1999).
¿Hay en Cuba soldados o policías en cada esquina? Juan Pablo II declaró que le había llamado la atención no ver vehículos militares en las calles de La Habana durante su visita, como viera en tantos otros países. La mayor arma de la resistencia cubana es la conciencia de la población.
¡La Revolución cubana cumple 60 años! Es muy poco para un país que es isla tres veces: por la geografía, por el bloqueo y por ser el único en la historia de Occidente que ha optado por el socialismo. Y cuando los cubanos celebran, no miran solo al pasado de tantas gloriosas conquistas en medio de muchos desafíos y dificultades. Inspirados en Martí, el Che, Fidel y Raúl, los cubanos saben que la Revolución es todavía un proyecto de futuro. No solo para Cuba, sino para toda la humanidad, cuando las diferencias (de idioma, cultura, sexo, religión, color de la piel, etc.) ya no sean motivo de divergencias, y la desigualdad social figure en los archivos de los investigadores como una abominable referencia histórica, como sucede hoy con la esclavitud.
¡Larga vida a la Revolución cubana!
Tomado de Cubadebate
El Tío Sam no puso sus barbas en remojo. Transformó a los cubanos exiliados en Miami en terroristas que derribaron aviones, hicieron explotar bombas, promovieron sabotajes. E invirtió una fortuna para alcanzar el más espectacular objetivo terrorista: eliminar a Fidel. Fueron más de 600 atentados. Todos fracasados. Fidel falleció en su cama, rodeado por su familia, el 25 de noviembre de 2016, poco antes de que la Revolución cumpliera 58 años. Había sobrevivido a 10 ocupantes de la Casa Blanca que autorizaron acciones terroristas contra Cuba: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton y Bush hijo.
Fracasada la invasión de Girón, se impuso el bloqueo a Cuba (1961), medida criticada por tres papas que visitaron La Habana: Juan Pablo II (1998), Benedicto XVI (2012) y Francisco (2015). Pero la Casa Blanca no escucha voces sensatas. Prefiere aislarse, acompañada por Israel, cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas vota cada año sobre el tema del bloqueo. En 2018, por vigésimo séptima vez, 189 países se manifestaron contra el bloqueo a Cuba.
Tras la caída del Muro de Berlín y la desaparición de la Unión Soviética (1989), los profetas de la desgracia anunciaron el fin del socialismo cubano. No podía fallar la teoría del dominó… Se equivocaron. Cuba resistió, soportó el Período Especial (1990-1995) y se adaptó a los nuevos tiempos de la globalización.
Muchos se preguntan por qué los Estados Unidos no invadieron a Cuba con tropas convencionales (después de la derrota de los mercenarios), como hicieron en Somalia (1993), Granada (1983), Afganistán (2001), Iraq (2003), Libia (2011), Siria (2017), Níger (2017) y Yemen (2018). La respuesta es sencilla: una potencia bélica es capaz de ocupar un país y derribar su gobierno. Pero no de derrotar a un pueblo. Los estadounidenses aprendieron esa lección dolorosamente en Vietnam, de donde fueron expulsados por un pueblo campesino (1955-1975). Atacar a Cuba habría significado enfrentar una guerra popular. Después de la humillación sufrida en el Sudeste Asiático, la Casa Blanca prefirió no correr el riesgo.
¿Por qué Cuba les molesta a tantos que asocian indebidamente el capitalismo con la democracia? Porque Cuba convence a las personas intelectualmente honestas que no se dejan llevar por la propaganda anticomunista basada en prejuicios y no en hechos como que a pesar de la campaña mundial contra la Revolución, en la isla nadie muere de hambre, anda descalzo, es analfabeto después de los 6 años de edad, necesita tener dinero para ingresar en la escuela o cuidar de su salud, trátese de una gripe o de una compleja cirugía del corazón o del cerebro. En la lista del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la ONU, que incluye 189 países, Cuba ocupa un mejor lugar (el 68) que la mayoría de los países de la América Latina, incluido Brasil (lugar 79).
Mientras que el capitalismo enfatiza la competitividad como un valor, la Revolución le inculca al pueblo cubano la solidaridad. Gracias a ello, en las décadas de 1960 y 1970 Cuba envió tropas para ayudar a naciones africanas a liberarse del colonialismo europeo y conquistar su independencia. Raúl Castro fue el único jefe de Estado extranjero a quien se le concedió el derecho a pronunciar un discurso en los funerales de Mandela, porque el gobierno de Sudáfrica reconoce la importancia de la solidaridad cubana para el fin del apartheid.
Gracias a la solidaridad, maestros y médicos cubanos han trabajado en las áreas más pobres y remotas de más de 100 países. Y gracias a los principios éticos de la Revolución, en Cuba no se ven familias debajo de los puentes, niños de la calle, mendigos tirados a la orilla de la vía, mafias de drogas y zonas dedicadas a su tr+afico y consumo. Los delatores de Odebrecht denunciaron a todos los agentes públicos corrompidos en los países de la América Latina en los que estuvo presente la empresa. Pero no en Cuba, donde construyó el puerto de Mariel. ¿Algún informante se mostró dispuesto a defender a Cuba? Obvio que no. Ningún cubano se dejó corromper.
¿El pueblo cubano ya conquistó el paraíso? Lejos de eso. Cuba es una nación pobre, pero decente. A pesar del bloqueo y de todos los problemas que conlleva, su pueblo es feliz. ¿Por qué, entonces, muchos se van de Cuba? La verdad es que muchos se van de cualquier país que enfrenta dificultades. Se van de España, de Grecia, de Turquía, de Brasil, de Venezuela y de Argentina. Pero, ¿quiénes se van? De Cuba, los contaminados por la propaganda del consumismo capitalista creen que Eldorado queda al norte del Río Grande. Los mismos que se regocijan por la emigración de unos pocos cubanos jamás se preguntan por qué nunca ha habido en Cuba una manifestación popular contraria al gobierno, como acaba de ocurrir en Francia (los chalecos amarillos) y también recientemente en Túnez (2011), Egipto (2011), Turquía (2016), y antes en los Estados Unidos (Seattle, 1999).
¿Hay en Cuba soldados o policías en cada esquina? Juan Pablo II declaró que le había llamado la atención no ver vehículos militares en las calles de La Habana durante su visita, como viera en tantos otros países. La mayor arma de la resistencia cubana es la conciencia de la población.
¡La Revolución cubana cumple 60 años! Es muy poco para un país que es isla tres veces: por la geografía, por el bloqueo y por ser el único en la historia de Occidente que ha optado por el socialismo. Y cuando los cubanos celebran, no miran solo al pasado de tantas gloriosas conquistas en medio de muchos desafíos y dificultades. Inspirados en Martí, el Che, Fidel y Raúl, los cubanos saben que la Revolución es todavía un proyecto de futuro. No solo para Cuba, sino para toda la humanidad, cuando las diferencias (de idioma, cultura, sexo, religión, color de la piel, etc.) ya no sean motivo de divergencias, y la desigualdad social figure en los archivos de los investigadores como una abominable referencia histórica, como sucede hoy con la esclavitud.
¡Larga vida a la Revolución cubana!
Tomado de Cubadebate
No hay comentarios.:
Publicar un comentario