Diez claves de la política de Donald Trump hacia Cuba
Granma
comparte con sus lectores las opiniones y análisis de importantes
académicos, políticos y medios de comunicación de ambos lados del
estrecho de la Florida, con el objetivo de contextualizar los
pronunciamientos de Trump y su posible trascendencia en el futuro de los
nexos entre ambos países
El cambio de política hacia Cuba,
anunciado el pasado viernes en Miami por el presidente estadounidense
Donald Trump, implica un retroceso en varios aspectos de las relaciones
bilaterales, al tiempo que se mantienen en pie buena parte de los
discretos avances alcanzados desde el 17 de diciembre del 2014 con la
administración de Barack Obama.
Granma comparte con sus lectores las opiniones y análisis de
importantes académicos, políticos y medios de comunicación de ambos
lados del estrecho de la Florida, con el objetivo de contextualizar los
pronunciamientos de Trump y su posible trascendencia en el futuro de los
nexos entre ambos países. 1. EL PRESIDENTE PAGÓ UNA SUPUESTA DEUDA CON LA ULTRADERECHA DE MIAMI
El contenido de los pronunciamientos, el lugar escogido y la
audiencia que acompañó al presidente en el teatro de Miami que lleva el
nombre del mercenario de Playa Girón Manuel Artime, confirmaron las
sospechas de muchos analistas de que el mandatario estaba asesorado
exclusivamente por un puñado de personas que no representan a la mayoría
de la opinión pública estadounidense ni a la comunidad cubana en ese
país.
«Creo que el presidente está pagando deudas políticas al senador
Marco Rubio y al representante Mario Díaz-Balart», dijo a este diario el
abogado estadounidense Robert Muse, quien tiene amplia experiencia en
el estudio de las relaciones entre Washington y La Habana.
Gracias a su cercanía con el presidente, el uso de artimañas
políticas y el empleo de sus influyentes puestos en el Congreso como
moneda de cambio, ambos legisladores republicanos se convirtieron en los
principales artífices del timonazo de la Casa Blanca.
«La nueva política de Trump hacia Cuba está dictada por
consideraciones de política doméstica, no por intereses de política
exterior», apunta William Leogrande, profesor de Gobernanza de la
Universidad Americana. «El propio presidente dijo que estaba pagando una
deuda política que siente con los cubanoamericanos conservadores por su
apoyo en la campaña para las elecciones». 2. LOS CAMBIOS AFECTAN LOS PROPIOS INTERESES DE LOS ESTADOS UNIDOS Y DAÑAN AL PUEBLO CUBANO
En su afán por complacer a la ultraderecha de la Florida y desmontar
el legado de su predecesor demócrata, Trump optó por afectar los
intereses de amplios sectores en los Estados Unidos y reforzar la
política de bloqueo que causa ingentes daños al pueblo de la Isla. Su
frase «Estados Unidos primero» parece no aplicarse a Cuba.
«Los cambios son serios: no se permitirán transacciones con empresas
cubanas vinculadas a las Fuerzas Armadas y los viajes educacionales de
pueblo a pueblo vuelven a necesitar el auspicio de organizaciones»,
opina Phil Peters, presidente del Centro de Investigaciones sobre Cuba.
«Se trata de un retroceso hueco en relación con la normalización que
da un golpe a la libertad de los estadounidenses de viajar, a nuestra
seguridad nacional y a las personas en Cuba que ansían reconectarse con
los Estados Unidos; todo para cumplir un favor político con una pequeña
facción local», dijo el senador demócrata Patrick Leahy, favorable a los
nexos, después de los anuncios de Trump.
Pero son muchos los sectores dentro de los Estados Unidos temerosos
de que un deterioro de las relaciones con La Habana pueda afectar los
avances en otras áreas.
La Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAC) recordó
la importancia del intercambio fluido que ha sostenido en los últimos
años con la Academia de Ciencias de Cuba. Señaló que ambos países
comparten clima, aguas y enfermedades. «La ciencia no tiene fronteras»,
aseguraron tras apuntar que continuarán enfocados en el intercambio con
su contraparte cubana.
Grupos de agricultores criticaron la postura de Trump señalando que
podría detener el incremento en las exportaciones hacia Cuba que, según
Reuters, ascendieron a 221 millones de dólares en el 2016.
Esa cifra se alcanzó a pesar de que sigue prohibido por ley el
otorgamiento de créditos para la compra de alimentos y se obliga a Cuba a
pagar en efectivo.
Otra de las contradicciones que señalan los especialistas es el
supuesto enfoque de la nueva política hacia la defensa de la seguridad
nacional de los Estados Unidos.
Cerca de una docena de ex altos oficiales estadounidenses enviaron en
abril una carta al asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, el
general H. R. McMaster, para aconsejarle que cortar los lazos con la
Isla tendría repercusiones para la seguridad de Estados Unidos y que la
Isla puede ser un importante aliado en el enfrentamiento al narcotráfico
y el manejo de emergencias. 3. LA IDEA DE SANCIONAR A LAS EMPRESAS VINCULADAS CON LAS
FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS (FAR) Y LOS SERVICIOS DE SEGURIDAD E
INTELIGENCIA CUBANOS ES UNA VIEJA ASPIRACIÓN DE LA ULTRADERECHA
CUBANOAMERICANA
La aspiración de golpear a este sector es de vieja data entre los
legisladores cubanoamericanos, que a pesar de sus éxitos en el
fortalecimiento del bloqueo no han logrado ahogar a la economía cubana.
En junio del 2015, Marco Rubio presentó un proyecto de ley en el
Senado para prohibir cualquier transacción con empresas del sector
militar cubano.
Asimismo, el proyecto de ley del presupuesto de servicios financieros
y gastos generales del gobierno para el 2017, aprobado en la Cámara de
Representantes el año pasado, incluía una cláusula para lograr el mismo
fin, defendida por Díaz-Balart.
Ambas iniciativas fracasaron en el Congreso por lo que los
legisladores aprovecharon la oportunidad para incluir sus objetivos en
el cambio de política de Trump.
Muchas de las empresas administradas por las FAR se encuentran entre
las más eficientes y productivas del país, crean productos y servicios
de alto valor agregado y emplean a cientos de miles de personas. Sus
ganancias, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares del mundo, se
revierten en la calidad de vida del pueblo. 4. RUBIO Y DÍAZ-BALART CHOCARON CONTRA EL RECHAZO MAYORITARIO A SUS POLÍTICAS
Según reportaron medios estadounidenses como The Hill, los primeros
borradores presentados a Trump con acciones contra Cuba incluían medidas
mucho más severas, desde cortar por completo los lazos diplomáticos
hasta volver a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del
terrorismo.
Sin embargo, las ideas más radicales de Rubio y Díaz-Balart chocaron
contra el inmenso apoyo a la política de acercamiento dentro de las
propias agencias gubernamentales de Estados Unidos y en amplios sectores
de ese país.
Durante los últimos meses más de 40 empresas vinculadas al negocio de
los viajes, dirigentes de gigantes como Google y Marriot, congresistas
de ambos partidos, organizaciones de la comunidad cubana, los
principales medios de prensa estadounidenses, líderes políticos y
sociales de todo el espectro e incluso varias entidades civiles desde la
Isla, hicieron llegar al mandatario su deseo de que se mantuvieran los
nexos entre Washington y La Habana.
«La Casa Blanca quedó atrapada entre la opinión pública, que favorece
los viajes y el comercio, y sus concesiones a Rubio y Díaz-Balart»,
dijo a Granma Collin Laverty, presidente de la agencia de Viajes
Educacionales a Cuba. «El presidente dijo que había “cancelado el
acuerdo de Obama”, pero en realidad se quedó en los bordes porque sabe
que la apertura de Obama fue popular». 5. OBAMA NO HIZO CONCESIÓN ALGUNA A CUBA
Una de las ideas defendidas por el presidente durante su discurso el
viernes pasado fue la necesidad de acabar con supuestas «concesiones
unilaterales» a Cuba por parte de Barack Obama, a partir de los anuncios
del 17 de diciembre del 2014.
Sin embargo, en ninguno de los 22 acuerdos firmados en los últimos
dos años se puede encontrar una sola medida que beneficie exclusivamente
a Cuba.
Poder trabajar de conjunto ante un derrame de petróleo en el estrecho
de la Florida; combatir el ciberdelito, el terrorismo o el
narcotráfico, reforzar la seguridad en la navegación marítima o
compartir experiencias en el enfrentamiento al cáncer, benefician por
igual a Cuba y Estados Unidos. Asimismo, los cambios limitados que
hizo Obama a la aplicación del bloqueo tenían claros intereses políticos
por parte de Estados Unidos y contenían una intencionalidad marcada de
favorecer a determinados sectores de la sociedad cubana. 6. TRUMP DESEMPOLVÓ LA RETÓRICA DE LA GUERRA FRÍA
Si bien la mayor parte de las medidas anunciadas por Trump estaban
dentro de los pronósticos de los analistas, la gran sorpresa de su
presentación del viernes fue la retórica burda y ofensiva que utilizó
contra Cuba, que se remonta a una época de Guerra Fría que ambos países
habían comenzado a superar.
«No debería sorprendernos», opina el profesor e investigador del
Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, de la
Universidad de La Habana (Cehseu), Luis René Fernández, quien destaca el
pasado del presidente como presentador de reality shows. «El motivo
real de la retórica de Trump son las dificultades políticas internas que
enfrenta y el escenario de Miami, donde estuvo rodeado por grupos
ignorantes y reaccionarios».
La historia ha demostrado que incluso en las peores situaciones
—como la del periodo especial de los años 90 del siglo pasado a partir
de la caída del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo—, Cuba
sobrevivió y comenzó su recuperación de forma exitosa, señala el
académico cubano. «Obviamente hoy estamos en mejores condiciones de
enfrentar esta vieja y fallida política».
7. CUBA NUNCA HA NEGOCIADO BAJO PRESIONES
Cuba y los Estados Unidos tienen una larga historia de negociaciones,
tanto secretas como públicas, que van desde la administración de John
F. Kennedy hasta la de Barack Obama. Una constante ha sido la posición
de La Habana de no ceder a presiones o chantajes, ni negociar aspectos
de su soberanía.
«Cualquiera que conozca Cuba, sabe que apuntar con el dedo, señalar y amenazar no producirá ningún resultado», opina Laverty.
La Declaración del Gobierno Revolucionario, publicada tras el
discurso de Trump, ratifica ese principio citando su pronunciamiento del
1ro. de julio del 2015 tras la entrega de las cartas para restablecer
los nexos entre Cuba y Estados Unidos: «Estas relaciones deberán
cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía;
el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político,
económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la
igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen principios
irrenunciables del Derecho Internacional, tal como refrendó la Proclama
de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de
Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños (Celac), en su II Cumbre, en La Habana». Y concluye «Cuba no
ha renunciado a estos principios ni renunciará jamás». 8. NO TODAS LAS PUERTAS ESTÁN CERRADAS
Los especialistas consultados por Granma coinciden en que el cambio
de política de Trump constituye un retroceso en las relaciones, pero
todavía hay espacio para que los dos países continúen buscando canales
de cooperación.
«A pesar de la retórica política, la administración Trump quiere
trabajar con el gobierno cubano en áreas de interés mutuo, tales como la
aplicación de la ley, la lucha contra el narcotráfico y la
cooperación», asegura a este diario James Williams, presidente de la
coalición Engage Cuba, que aboga en Washington por el levantamiento del
bloqueo.
Hasta el momento, ninguno de los 22 acuerdos firmados entre los
países en distintas esferas ha sido suspendido, señala el profesor
William Leogrande como una señal de esperanza.
El académico cubano, Luis René Fernández, apunta que, a pesar de que
Washington haya optado por regresar a una política fallida, Cuba
continuará con éxito el proceso de actualización de su modelo económico,
lo cual le abre muchas posibilidades. 9. EL CONGRESO: OTRO CAMPO DE BATALLA
Aunque el presidente tiene amplias potestades para dirigir las
relaciones exteriores e incluso cambiar la aplicación práctica del
bloqueo, las políticas agresivas contra Cuba están asentadas con fuerza
en el Congreso.
En estos momentos hay varios proyectos de ley a favor y en contra de
los nexos en el legislativo. Uno de los más adelantados es el que
defienden el republicano Jeff Flake y el demócrata Patrick Leahy en el
Senado para levantar todas las prohibiciones de los viajes.
No es la primera vez que se presentan iniciativas similares, pero en
esta ocasión destaca el apoyo bipartidista, con más de medio centenar de
copatrocinadores en el Senado.
«Cualquier política de disminuya la habilidad para viajar libremente a
Cuba no está en los intereses de Estados Unidos ni del pueblo cubano.
Es tiempo de que el liderazgo del senado finalmente permita un voto a mi
proyecto de ley que levantaría totalmente estas restricciones arcaicas
que no existen para ningún otro país del mundo», dijo el senador Flake
en un comunicado después de los pronunciamientos de Trump.
Según Reuters, Flake considera que, de someterse a escrutinio, podría
obtener hasta 70 votos favorables en el hemiciclo de 100 asientos. Un
proyecto similar tendría que ser discutido en la Cámara de
representantes, donde el balance no es favorable, pero sin dudas las
condiciones son mucho más propicias que el año pasado.
«Ya estamos viendo un florecimiento de las críticas a esta nueva
política por parte de los republicanos en el Congreso», refiere
Williams. «Esperamos que esto sirva como catalizador para que el
Congreso dé los pasos y remueva por completo las restricciones a los
viajes y el comercio». 10. HAY QUE ESPERAR POR LAS REGULACIONES PARA SABER EL VERDADERO ALCANCE DE LAS MEDIDAS
La directiva política firmada por Trump deroga la anterior directiva
del presidente Obama, define algunas líneas generales sobre cómo
implementar las nuevas restricciones a los viajes y el comercio.
Sin embargo, ofrece plazos de 30 a 90 días, y otros indefinidos, para
la publicación de las regulaciones específicas por las distintas
agencias involucradas.
Hasta que no entren en vigor las medidas y se conozca la letra
pequeña que regirá su implementación, resulta difícil conocer el alcance
y posible impacto de las nuevas medidas de Trump.
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