En una
peregrinación plena de simbolismos el Historiador de La Habana recorre los
sitios donde son visibles las trazas de una historia compartida entre Cuba y
Estados Unidos en Washington y Filadelfia. Invitado a la convención anual del
National Trust for Historic Preservation, entidad norteamericana no
gubernamental encargada de la restauración y reutilización de sitios históricos
en esta nación por más de cincuenta años, Eusebio Leal expuso la experiencia
rehabilitadora que se desarrolla en la zona más antigua de la capital cubana,
declarada por la UNESCO en 1982 Patrimonio de la Humanidad.
Ante un
auditorio conformado por expertos provenientes de todos los estados de esa
nación, Leal mostró las imágenes probatorias de un proceso de rehabilitación
integral que defiende el presupuesto de una ciudad viva y habitada, donde la
restauración exhibe un alto compromiso social. Repasó las diversas fases del
trabajo a favor del rescate “de la memoria patria porque los sitios, los
edificios y plazas, los objetos preciosos relacionados con el devenir nacional
conforman ese universo necesario para reconocernos en lo que somos.”
El aprecio de
Cuba por su patrimonio local y nacional y por aquellos espacios que se insertan
en el patrimonio universal fue expuesto por Leal para quien resulta de alto
valor el intercambio de experiencias de preservación entre nuestro país y
Estados Unidos donde se revelan puntos de coincidencia no sólo históricos sino
también relacionados con las ciencias que confluyen en los procesos de
rehabilitación.
Leal también protagonizó un intercambio con el equipo multidisciplinario
encargado de la restauración del Capitolio de Washington, donde pudo conocer detalladamente
las principales problemáticas enfrentadas por los preservacionistas y las
técnicas empleadas en el rescate de un domo de acero pintado de alrededor de 88
metros para lo cual se ha levantado una estructura metálica de 1.2 millones de
libras que permite escalar a los obreros y expertos enfrentados a más de 1200
rajaduras y los daños que supuso la exposición a la intemperie y la penetración
de las aguas.
El Capitolio
original de Estados Unidos fue diseñado por el doctor William Thornton y la
piedra angular fue colocada por el presidente George Washington el 18 de
septiembre de 1793.
Al propio
tiempo, el Historiador de La Habana mostró imágenes sobre la restauración del
Capitolio habanero, erigido en 1929, y describió el difícil proceso de rescate
de toda su estructura que en el caso de la cúpula y la linterna ubicada a 93
metros del nivel de la calle, no es íntegramente de acero y se emplean otros
materiales constructivos como la piedra de capellanía y el hormigón, lo cual
complejiza una obra también afectada por las penetraciones de las aguas y la
fuerza corrosiva del salitre.
Durante su
estancia en la capital norteamericana, Leal asistió a la ceremonia anual de
entrega de premios de conservación del National Trust for Historic
Preservation, realizada en la catedral de San Pedro y San Pablo, más conocida
como catedral nacional de Washington, una edificación neogótica cuya
construcción data de inicios del siglo pasado. La también conocida como casa de
oración del pueblo estadounidense, sufrió los embates de un terremoto en 2011
que provocó daños estructurales por los cuales es objeto de un trabajo
sostenido de restauración.
Otro de los sitios mostrados al Historidor fue el Lincoln´s Cottage, levantado en 1842 en un estilo
gótico campestre, donde el presidente Abraham Lincoln y su familia, tras la
muerte de su hijo Willie, vivieron los veranos entre 1862 y 1864. La estancia
en esa propiedad presidencial a unos cuatro kilómetros de la Casa Blanca,
coincide con el período en que Lincoln da a conocer el acta de proclamación de
la libertad de los esclavos: “Si mi nombre entra en la historia alguna vez,
será por esta acta, y toda mi alma está en ella”.
Las tierras del
Cottage se consideran aun el Hogar de los soldados y fueron empleadas de hecho
para asistirles e incluso para enterrarles en las inmediaciones de lo que se
considera el primer cementerio nacional destinado a ellos en los Estados
Unidos.
Eusebio Leal viajó además a Mount Vernon, otro conjunto patrimonial
incluido en la lista nacional de monumentos y sitios históricos norteamericanos
que adquirió como propiedad George Washington en 1754 y donde pasó 45 años de su vida. Se
preservan allí hasta los colores vibrantes de los muros – basados en el
análisis científico de las pinturas -, el mobiliario de la época, los objetos
relacionados con la vida del presidente, así como los jardines y el predio, la
granja donde aplicó métodos innovadores como la rotación de cosechas y el
empleo de fertilizantes, la destilería y el molino así como las casas y el
cementerio de los esclavos.
Allí mismo, el museo y centro de educación Donald W. Reynolds ofrece un
panorama completo de la vida del primer presidente de Estados Unidos, quien fuera comandante en jefe del
Ejército Continental durante la guerra por la independencia de esa nación. Ante
las tumbas de Martha y George Washington, el Historiador de La Habana colocó
una ofrenda y saludó amablemente a los niños y jóvenes que se acercaron para
contemplar tan solemne ceremonia protagonizada por un cubano en tierra
norteamericana.
En el piso
superior de la casona de Mount Vernon las habitaciones de huéspedes dan fe de
la presencia de los amigos de Washington a quienes Martha, su esposa, prodigaba
atenciones al detalle, como es el caso del marqués de Lafayette, quien le
regalara a su querido George en prenda de gratitud la llave de la Bastilla que
aun cuelga en una de las paredes del salón de estar.
El
norteamericano confió en el francés como experimentado hombre en el campo de
batalla cuando en 1777, a lo largo del Brandywine Creek al sur de Filadelfia,
el ejército continental luchaba por detener el avance hacia la capital del
General William Howe, comandante en jefe de las tropas reales de Gran Bretaña
durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Entonces Lafayette,
en un gesto que nunca olvidaría Washington le dijo: “Estoy aquí para aprender,
no para enseñar”. Al ser herido el marqués en su pierna y llevado al hospital,
el padre de la patria norteamericana pidió que fuera atendido como si se
tratara de su hijo.
La historia
recoge que otro amigo, un cubano, disfrutó de la hospitalidad de los
Washington, Juan de Miralles, el más activo comerciante de La Habana con las
trece colonias norteamericanas insurrectas. Como agente diplomático ante el
Congreso Continental que tuvo por sede a Filadelfia – junto a Eligio de la
Puente – desarrolló una labor hábil que “contribuyó a que la ayuda y todo tipo
de auxilio a los insurgentes norteamericanos llegara oportunamente”.
La prensa de
época destacó el momento en el cual Miralles, durante las vísperas del Año
Nuevo de 1778, organizó un banquete en honor de Washington y su esposa Martha
en el que se encontraban los más altos oficiales cercanos al llamado Padre de
la Patria norteamericana.
Fue
precisamente Martha Dandridge Cutis – la esposa del presidente – quien prodigó
cuidados a Miralles justo hasta su muerte. Su despedida se produjo con altos
honores militares y del puño y letra de George fueron las cartas de condolencia
más sentidas para la familia del cubano y el Gobernador español en Cuba.
Se conoce que
Washington había estado en Cuba en 1762, cuando era un oficial del ejército
inglés. En el interior de la otrora Basílica Menor del Convento de San
Francisco de Asís, asistió a una tenida masónica de consagración bajo el rito
de York.
En Filadelfia,
Pensilvania, las huellas de George Washington son sustanciales. Se trata de la
urbe a la cual William Penn bautizó como “la ciudad del amor fraternal” en la
aspiración de que fuese un refugio de tolerancia religiosa para la época. El
Historiador de La Habana recorrió los lugares que se han conservado de aquella
época en que se produjo la independencia de las colonias inglesas en
Norteamérica y nació Estados Unidos. Recorrió el Liberty Bell donde se
encuentra la denominada Campana de la libertad y el National Constitution
Center, un museo con amplia experiencia en programas educativos para
estudiantes de diferentes grados escolares.
En el interior
del Independence Hall pudo apreciar el escenario de los debates y posterior
firma de la carta constitucional norteamericana promulgada el 17 de septiembre
de 1787, otorgando soberanía al conjunto de los ciudadanos y no a un monarca,
abriendo paso a la llamada legalidad moderna. Dos años después fue investido
George Washington como presidente de los Estados Unidos. Murió en 1799 y fue
definido en su despedida de duelo como “primero en la guerra, primero en la paz
y primero en el corazón de sus compatriotas”.
TOMADO DECUBADEBATE
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