Adolescencia y juventud en Cuba: de urgencias y desafíos
A colocar la mirada en las adolescentes y en el diseño e implementación
de políticas para empoderarlas en sus entornos cotidianos tanto en el
ámbito privado como público, convocó el Panel Invirtiendo en las
adolescentes: el futuro comienza hoy.
Foto:Yander Zamora
Una etapa difícil, polémica, de cambios continuos.
Así la definen, con razón, muchos expertos. Pero hay que aprender a
mirar también este periodo de la vida como una etapa de oportunidades,
reflexionaba un profesor hace ya algún tiempo sobre los desafíos que
entraña arribar a la adolescencia.
Justamente a colocar la mirada en las adolescentes (sin perder de
vista que ello implica invertir en ellos también), y en el diseño e
implementación de políticas para empoderarlas en sus entornos cotidianos
tanto en el ámbito privado como público, convocaba el pasado 11 de
julio, Día Mundial de la Población, el Panel Invirtiendo en las
adolescentes: el futuro comienza hoy, organizado por el Fondo de
Población de las Naciones Unidas (Unfpa) y el Centro de Estudios
sobre la Juventud (CESJ).
“No se es vulnerable por ser adolescente” reflexionaba en el
encuentro la doctora Natividad Guerrero, jefa del departamento de
investigaciones del Centro Nacional de Educación Sexual, pero de las
oportunidades que les generemos dependerá que tanto ellas como ellos
puedan construir su futuro, lo cual es su derecho, y evitar que caigan
en situaciones de vulnerabilidad.
Reflexiones que, y partiendo de que de la adolescencia de hoy
dependen nuestros jóvenes del mañana, nos abocan a un esbozo de lo que
sin duda constituyen aciertos, y también las brechas y desafíos de la
siempre urgente necesidad de invertir en quienes construyen no ya el
futuro, sino el presente del país.
Pero para la Máster María Josefa Luis Luis, subdirectora científica
del CESJ, la inversión en esta población no puede verse enfocada en una
única arista por las exigencias propias de este grupo.
En Cuba, dijo, “pudiera pensarse que no hay diseñadas políticas
dirigidas específicamente a esta población, al no contar con un
ministerio de Juventud, pero sí existen, subsumidas en las políticas
universales del país y que no son específicas únicamente de la
adolescencia o la juventud, apuntó a Granma.
En ese sentido, precisó por ejemplo, que la política educacional ha
establecido la enseñanza obligatoria hasta el noveno grado para todos
los menores, independientemente de su sexo, al tiempo que el Estado
cubano se esfuerza continuamente por ofrecer oportunidades ilimitadas de
salud y educación a las niñas, adolescentes y jóvenes cubanas, que
les permita alcanzar independencia social y construir importantes
proyectos de vida, como profesionales y técnicos.
Asimismo, ejemplificó, en el ámbito laboral, legislaciones como el
Código del Trabajo contemplan acápites dirigidos a proteger los más
jóvenes. “La edad promedio para la inserción laboral es 19 años y se
exige, para comenzar a trabajar y el empleo de la fuerza calificada y
remuneración, solo capacidades, habilidades y resultados de trabajo,
independientemente de la edad y el sexo”.
De igual modo el sistema de salud pública prioriza en sus estrategias
a esta población —trascendió en el Panel mencionado—, pues desde la
infancia cuentan por ejemplo con un esquema de vacunación que los
protege de múltiples enfermedades, además de la cobertura sanitaria
gratuita y accesible para todos los grupos de edades.
Otra muestra de ello es la atención primaria prenatal universal y el
parto institucionalizado para todas las embarazadas, sin tomar en
cuenta si viven en zonas rurales o urbanas. Ello se comporta con
especial atención para aquellas que residen en zonas de difícil acceso,
lo que garantiza la salud materna y contribuye a que se alcancen
indicadores de mortalidad materna de calidad; y para las madres
adolescentes que reciben un seguimiento estricto y un acompañamiento
durante el embarazo, el parto y el puerperio.
ELLOS Y ELLAS EN EL CENTRO DEL VÓRTICE
El
mayor y mejor recurso de un país es su población, por lo que construir
una sociedad que incluya a cada segmento de esta es vital para la
articulación de cualquier proyecto social. Pero, son los adolescentes y
jóvenes estratégicos dentro de esta construcción, y conocer hacia donde
van, qué piensan, necesitan, y quieren es el primer paso…
En Cuba, son múltiples las urgencias y desafíos a los que se
enfrentan todavía. Según refirió el CESJ, en el Panel, enfocar desde el
género las estrategias políticas para la atención a las juventudes y a
toda la población sigue siendo necesario, en aras de posibilitar una
educación popular transformadora de los basamentos machistas de nuestra
cultura cívica, defendidos incluso por mujeres de todas las edades. Al
respecto, las percepciones de riesgo de enfermedades de transmisión
sexual y embarazo —señalaron los ponentes— son más expresadas por
mujeres y esto no es por correspondencia genética sino social.
Por otro lado, la cultura y otras consideraciones familiares inciden
en que aún no sean muchos los hombres, ni familias las que se acojan a
“la ley de paternidad” luego del nacimiento de los hijos, la cual
permite la asunción familiar de estrategias en función de la rápida
incorporación de la madre joven al escenario de estudio o trabajo.
Se trata del Decreto-Ley 234 de la Maternidad de la Trabajadora
(2003), con su resolución complementaria número 22/2003, que otorga
iguales derechos a los padres cubanos para obtener una licencia laboral y
quedarse al cuidado de los hijos durante el primer año de vida. Si bien
esta ley es un logro, aún este derecho encuentra prejuicios,
estereotipos y resistencias en la sociedad cubana.
También, señalaron los panelistas, los escasos servicios de cuidados a
personas adultas mayores condicionan, de igual forma, la dedicación de
las mujeres a estos, renunciando a sus proyectos de vida como
estudiantes o trabajadoras.
La investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la
Universidad de La Habana (Cedem), Grisell Rodríguez, decía sobre este
tema a Granma que esto forma parte de un problema “puertas hacia
adentro, donde se mantienen y reproducen patrones de comportamiento
machistas, y prevalece la sobrecarga de roles a la mujer”.
Es una realidad que las responsabilidades asumidas hacia el interior
de la familia hacen que muchas jóvenes capacitadas, renuncien a las
posibilidades de ocupar cargos de dirección en el escenario del Estado y
el gobierno; a pesar de las políticas que favorecen que esto pueda ser
posible. A ello, se suma la carencia de escenarios de cuidado a los
menores, en respuesta a la alta demanda, por lo cual muchas se ven ante
la disyuntiva de renunciar al estudio o el trabajo, para cuidar a su
descendencia, dijeron los expertos.
En lo que se refiere a salud sexual y reproductiva, es el embarazo
adolescente en Cuba un foco de atención sobre el cual deben centrarse
las miradas desde los múltiples sectores involucrados.
Si bien las estadísticas regionales están muy por encima de la tasa
de embarazo adolescente del país, la tasa en Cuba de fecundidad
adolescente —que de acuerdo con datos de la Dirección de Registros
Médicos y Estadísticas de Salud del Ministerio de Salud Pública, es de
51.8 por 1 000 mujeres de 15 a 19 años— es una muestra que existen
brechas en este sentido.
“Cuando una adolescente queda embarazada o tiene un hijo, su salud,
educación, potencial de obtener ingresos y todo su futuro pueden estar
en peligro, y puede quedar atrapada en una vida sumida en la pobreza, la
exclusión y la impotencia”, señaló la máster Raida Semanat,
investigadora de la línea Familia y Sexualidad del CESJ.
De ahí que, apuntó, resulta imprescindible que las familias
comprendan el derecho que tienen las y los adolescentes a la información
sobre anticoncepción, porque forma parte del derecho que tienen a su
salud. Insistió en el hecho de que salvar estas brechas en los más
jóvenes es garantizar un proyecto de independencia e igualdad de
posibilidades, sobre todo para la mujer.
FAMILIA Y ESCUELA… UN CAMINO PARA ANDAR
Pero
esa inversión en adolescentes y jóvenes no puede ir desligada de la que
se haga en la familia, crucial para revalorizar el papel de esta en
relación con esas poblaciones, reflexionó María Josefa Luis.
A juicio de la Doctora en Ciencias Keyla Estévez, jefa del
departamento sociopolítico del CESJ, “hay dos instituciones en la
sociedad —la familia y la escuela cubana— que tienen los roles de la
educación, pero está faltando que se complementen en una mejor
preparación de todas las juventudes, y hoy no se les exige en este
sentido”.
Estas dos instituciones, dijo, saben que tienen muchas deudas al
respecto. “Hoy está ocurriendo un fenómeno en la sociedad cubana
relacionado con que los adolescentes y jóvenes creen ciegamente y hacen
lo que dice la familia. Nuestro último estudio de adolescentes reveló
que esta institución es la que decide por los jóvenes, por ejemplo, en
cuanto a su futuro profesional, relación con los coetáneos ...”.
“Desde Vigotsky y otros expertos que han estudiado estos temas,
quedó sentado que la principal actividad para el adolescente era el
intercambio con los coetáneos, llevarse bien con su grupo, y que este
lo autodetermine, autorregule, autoexija, autoevalúe…”, reflexionó.
Sin embargo, ¿qué está sucediendo hoy en Cuba?, insistió. “El grupo
no se está conformando por afiliación (por destacamentos, organizaciones
como la FEEM) sino por los que son similares a uno, esto quiere decir
que dentro de la propia escuela cubana hay subdivisiones por clase”.
Foto: Anabel Díaz
En este contexto, argumentó, “donde la familia está decidiendo, y
está claro que es en las dos instituciones referidas donde se debe
decidir todo, debemos apostar que las inversiones se hagan dentro de las
mismas. No es responsabilidad ni de los medios de comunicación, ni de
un organismo específico, sino de que la sociedad acabe de asimilar que
debe unirse en función de la educación de los más jóvenes. Eso implica
las críticas”.
“Pero hay que tener en cuenta que se trata de una sociedad que ha
arrastrado más de 20 años de situaciones económicas difíciles, donde la
familia se ha adaptado a ‘resolver cosas’ de una forma muchas veces no
convencional ni educativa, al tiempo que la escuela ha pasado por ese
difícil periodo acarreando pérdida de maestros, planes de estudios
descontextualizados… y un grupo de temas que, en ambas instituciones,
están impidiendo educar de una forma mejor”.
De acuerdo con Estévez García, se requiere de una mayor
conciencia, de atemperar planes de estudios, que se elaboren currículum
más apegados a las individualidades, y que permitan y les den libertad
al claustro de profesores de adaptar los contenidos a las condiciones de
un lugar, e insertar temas de impacto para la comunidad.
“Hoy el Ministerio de Educación está escribiendo un perfeccionamiento
donde el currículum institucional es el que el claustro de profesores
puede modificar en función de las peculiaridades del entorno inmediato y
el alumno. Pero ¿hemos educado a la gente para eso, cómo le decimos a
un metodólogo municipal o funcionario de cualquier nivel que tiene que
preguntar cómo lo hace cada centro, y adaptarse a las adecuaciones
internas?
Hará falta un periodo de adaptación en que la gente entienda que ya
puede proponer, y que de ello depende hacer y cambiar un grupo de
cosas”, señaló.
Por otra parte, precisó que es urgente logar que lo cognitivo vaya de
la mano de lo formativo. “Existe hoy la asignatura de educación cívica
que intenta suplir estas carencias, pero no es suficiente. ¿Cómo se hace
conciencia ciudadana? Todos los días. Puede perfectamente un profesor
de biología a la vez que enseña sobre las células, transmitir a sus
estudiantes que debemos cuidar el entorno y ver la vida integralmente. Y
eso le falta a la escuela cubana hoy”.
En este sentido— mencionó— debemos tratar que los cambios y
transformaciones se piensen en función de ese niño, adolescente o
joven, no como adulto, sino como muchacho/a que nació en el entorno de
una familia, que arrastra años de periodo especial, que interactúa con
un celular al lado de su cuna… y la educación tiene que transformarse a
tono con ese contexto.
Para la investigadora del CESJ, la escuela tiene además
responsabilidad en la formación de la familia, y al respecto mencionó
que el programa de las vías no formales, es uno de los buenos espacios
que existen para educar y preparar a esta en muchos temas, pero no se
han aprovechado todas sus potencialidades. CONSTRUIR UN FUTURO A TU MEDIDA
En ese sentido
refirió Estévez García que hay que propiciar políticas integrales,
acciones que les permitan desarrollarse a los jóvenes por sí mismos, a
partir de las cuales les brindemos oportunidades de independencia,
autodeterminación, y participación más amplia y donde ese joven
autoconstruya cómo quiere que sea su vida. “Debemos ser menos
verticalistas y paternalistas. Participar implica poder, querer y saber
hacerlo”.
En ese contexto, y con la mirada puesta además en mantener un
conjunto de logros e indicadores alcanzados, es fundamental propiciar
espacios de participación y fortalecer los ya existentes, en tanto
“potenciar la identidad nacional en nuestros jóvenes, categoría en
constante renovación”, es también una urgencia en la búsqueda de que las
nuevas generaciones “se apropien de lo mejor de nuestra cultura, la
hagan suya, la fortalezcan y la renueven”, reflexionó el director del
Cedem, Antonio Aja Díaz.
“Si queremos tener en un futuro ciudadanos participativos,
revolucionarios, dispuestos, saludables, alegres, hay que ocuparse en
esta etapa, de la cual dependerá el ciudadano de otros tiempos”, apunta
la especialista María Josefa Luis.
Al respecto, mencionó que en los estudios de participación realizados
por el CEJC los jóvenes —aunque reconocen que existen varios— hablan
de la necesidad de espacios de comunicación y que se tengan en cuenta
sus criterios.“Los espacios existen pero no siempre se aprovechan.
Para participar hay que saber hacerlo y ahí hay una brecha”, apuntó la
experta.
Con este criterio coincide Antonio Aja, para el cual “nuestros
jóvenes deben encontrar y reconocer al escenario de la sociedad cubana
como el de su futuro y no solo el del presente”, y agrega que “la clave
está en cómo logramos que hagan esta realidad suya y participen en la
conformación de ese futuro al que aspiran, lo cual incluye entregarles
la posibilidad de la toma de decisión de ellos y ellas sobre dicha
construcción social”.
Aja significó que en la sociedad actual, no pueden perderse de vista
que para estas poblaciones existen temas vulnerables de los que no
podemos desentendernos, pues forman parte de realidades en el mundo, y a
las cuales estamos expuestos. En ese sentido mencionó conductas como la
drogadicción, la prostitución, el alcoholismo, donde la escuela, la
familia y los medios de comunicación tienen un rol determinante. AL CALOR DE NUEVOS CAMBIOS
Con los nuevos
escenarios en el ámbito socio económico que se abren en el país, emergen
varias preocupaciones para los jóvenes cubanos.
Si por una parte —explica la investigadora María Josefa Luis Luis—
en la esfera laboral se ha visibilizado la importancia que ha
representado el hecho de que el Estado garantice el empleo, y aún la
mayoría de los jóvenes trabajen en el sector estatal; es una realidad el
acercamiento creciente al sector privado. “Hoy conviven el querer
trabajar con el Estado, para garantizar la seguridad laboral, y el deseo
de emplearse además en el privado, para satisfacer las necesidades
que el salario no permite cubrir”.
Pero las nuevas formas de gestión imponen, también a los jóvenes,
múltiples retos; ante prácticas ya consolidadas como que el mayor número
de contratos no se hacen por escrito sino de forma verbal. Es una
alerta, pues esta población ve distante el proceso de jubilación y ni
siquiera piensa en ello, advirtió.
“Entre un 29 y 31 % de los trabajadores por cuenta propia son
jóvenes, y de ellos alrededor de un 46 % son contratados”, refirió la
entrevistada.
Asimismo, acotó que las investigaciones revelan que hay más hombres
que mujeres dueñas de negocios, y proporcionalmente es mayor, en el caso
de ellas, el número de mujeres jóvenes contratadas que propietarias de
determinada actividad comercial. En el caso de las muchachas, la
investigadora explicó se suman hoy otras limitaciones, pues ellas se
enfrentan a exigencias que pueden ir desde condicionantes de edad, color
de la piel hasta el ser madres o no, entre otras.
Por otra parte, refirió, está el tema de la jornada laboral, un
asunto que, dijo, pone tensión en el contexto actual, pues aunque está
regulada por el Código de Trabajo, es un reto en el sector
cuentapropista que se cumpla. “Los trabajadores pueden exigir cuando
esta sobrepasa las ocho horas, pero no lo hacen, al dueño no se le
reclama… cuando ven que no les conviene abandonan ese contrato (trabajo)
y buscan otro”.
La connotación social del trabajo es una arista que, agregó, hoy
vislumbra también urgencias. De acuerdo con nuestros estudios,
históricamente para los jóvenes cubanos ha sido importante el trabajo
que permita superarse, tendencia que hoy ha disminuido ante la
hiperbolización de la función económica:
“El trabajo que me conviene es el que me permite ganar más. Si
abandonamos el cuidado de los valores del trabajo como función social
estaremos dejando escapar oportunidades”, precisó.
“La remuneración económica no puede hacer perder a nuestros jóvenes
la perspectiva, de que se quiera aportar a la sociedad. Eso no es
imposible”, dijo, pero este derrotero pasa por las exigencias que el
trabajo por cuenta propia —reconocido por el Estado como una opción de
empleo— impone al sector estatal, llamado a ser más atractivo.
UNA SOCIEDAD ARMÓNICA
Al referirse a la
dinámica demográfica que caracteriza Cuba hoy, donde más de un 19 % de
su población tiene 60 años y más, Aja Díaz enfatizó en la necesidad de
promover acciones que propicien un acercamiento intergeneracional.
“Es un proceso irreversible, por ello es importante mejorar la
estructura etaria de la población, que se mejore al interior de la
familia, que la mujer joven se solidifique y tenga los hijos que quiera,
pero sobre todo esa relación hay que cultivarla desde los jóvenes y los
adultos mayores para que sepan convivir juntos”, precisó.
La sociedad cubana debe urgentemente cambiar la relación que existe
entre sus generaciones y fomentar un mayor respeto mutuo ha sido una
reflexión continua del doctor Aja a nuestro diario.“Menos agresión
verbal y ruido, mayor respeto a la individualidad, y a los ancianos y a
la mujer. Mayor entendimiento entre los jóvenes, porque van a ser los
ancianos del futuro; y para eso no hay que esperar desarrollo
económico”, sostuvo.
“No hay que esperar para que en los ómnibus, los más jóvenes les den
los asientos a los mayores, sea hombre, mujer o niño. No hay que
aguardar por ningún recurso para que a través de la familia, los
medios, las instituciones educativas, se llame al orden en ese
sentido”, subrayó.
Por su parte Grisell Rodríguez refiere que “si bien nos preocupamos,
necesariamente, por el envejecimiento, no podemos dejar de pensar en
los jóvenes, pues es justamente sobre ellos que recaerá la
responsabilidad económica de sostener a esta población envejecida,
pero también de convivir con ella y aportar a la sociedad”.
Retos todos que reafirman lo que es verdad de perogrullo, y es que
del desarrollo económico sostenido que logre la nación, depende que se
acorten muchas de las brechas que hoy enfrentan los jóvenes; si bien
otras no son exclusivas más que de la toma de conciencia social.
Pero también se pone en evidencia la necesidad de lograr que las
políticas o leyes que el país traza en función de potenciar y articular
ese desarrollo, sean efectivas y generen frutos apreciables a corto y
largo plazo. Un ejemplo meridiano lo coloca el profesor Antonio Aja en
el tema migratorio, “pues se debe lograr una circularidad de la
población cubana, a partir de que el cubano retorne a vivir a Cuba,
aunque vuelva a salir, que la mujer joven quiera tener sus hijos aquí y
que las familias también deseen estar aquí, porque esa población la
necesitamos. Hace años podíamos darnos el lujo de que saliera población
de nuestro país, pero hoy la necesitamos, sobre todo jóvenes, para
construir ese futuro, pero también por un tema demográfico”.
La migración es una variable que impacta a los jóvenes de manera
especial —señaló el profesor Antonio Aja— ya que estos constituyen sus
principales protagonistas. Algunas características de estos los impulsan
a migrar con mayor intensidad respecto a otros grupos de población.
“Se necesita más que una buena lectura de los datos para que las
decisiones tomadas sean más efectivas”, decía a Granma en su reciente
visita a Cuba el Representante del Fondo de Población de las Naciones
Unidas (UNFPA) en México y Director de País para Cuba y República
Dominicana, Sr. Arie Hoekman.
“Si tomamos decisiones solamente con los elementos de los datos de
los jóvenes, de cuántos son, edad, nivel escolar, entre otras
estadísticas, no estaría bien, porque deberíamos considerar cuáles son
las ideas que tienen los mismos jóvenes, los problemas que ellos están
enfrentando y qué es lo que piensan en relación con cómo deberíamos
estar mejorando una sociedad, donde ellos son partícipes también”.
Ahí está el mayor de los desafíos.
TOMADO DE GRANMA
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