Por:
Dianet Doimeadios Guerrero, Irene Pérez
“Prado 88” en La Habana Vieja. En la hermosa fachada de la casona de dos pisos, las letras doradas confirman que el Doctor Leal
ha cumplido el sueño. A las ocho de la mañana, en medio del revoloteo
de cientos de niños y padres, reabrió sus puertas el otrora Colegio San
Pablo, la escuela donde estudió Martí.
En este artículo:
Cuba, Educación, Eusebio Leal, Infancia, Juventud, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Niños, Oficina del Historiador de la Ciudad
A la inauguración de la Escuela Primaria “José María de Mendive”, acto oficial por el inicio del curso escolar en el país, asistió este lunes Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, junto a él en primera fila el Historiador Eusebio Leal Spengler y la ministra de Educación, Ena Elsa Velázquez Cobiella.
“Hoy es un día feliz para Cuba, porque se inicia el curso escolar en toda la nación, con el mismo entusiasmo, con la misma fe y voluntad a esta hora, cuando el sol aún no castiga el rostro, están ya los niños formados junto a la bandera y el busto de José Martí”, aseguró Eusebio orgulloso.
Durante tres largos años, obreros, restauradores, ingenieros, diseñadores, constructores y especialistas de la Oficina del Historiador edificaron una escuela hermosa, “toda de ángeles”, como la recordó el cronista. Solo así podría llamarse “Rafael María de Mendive”, como “aquel enamorado de la belleza, que la quería en las letras como en las cosas de la vida”.
“Gracias a los trabajadores, a los proyectistas, a las muchachas que hasta ayer a las cuatro de la mañana trabajaban; a usted maestra, Ministra, que con tanto amor aceptó la esperanza de que podía ser posible, a ustedes maestras y maestros de La Habana Vieja; al pueblo que está aquí reunido, gracias por su apoyo moral sin lo cual la obra no sería posible. No es la primera ni la última, ‘hombres recogerá quien siembra escuelas’, gracias, gracias infinitas”, dijo el Historiador.
Tras el umbral que “Pepe” atravesó por primera vez en 1865, los pequeños hoy descubrieron El maestro y su discípulo, obra de José Villa Soberón. El gran escultor recreó el instante en que Mendive le muestra un libro a Martí, quizás uno de esos con láminas y cromos que tanto lo embelesaban. Sorprende un mentor de carácter tan real, con aquella barba que —al decir del alumno— le temblaba cuando hablaba “de los que cayeron en el cadalso cubano”.
Retratos de José Julián Martí Pérez y de sus profesores presiden aulas amplias, iluminadas, cómodas. Cada una tiene su balcón para disfrutar del “espíritu del Prado y ese diálogo entre la ciudad, sus árboles, su espacio público”, como soñara Leal.
Por casi dos siglos, el palacete sufrió diversas modificaciones constructivas, pero la restauración rescató “sus piedras y sus arcos”, columnas, pinturas murales, la escalera de hierro en forma de caracol, vigas y pisos originales.
Con devoción y reverencia, Eusebio comentó que la calle del Prado estaba de lujo y de fiesta, “porque está aquí una escuela sobre el fundamento y el valor inmenso e inmaterial de que en este sitio Rafael María de Mendive fundó su Colegio San Pablo, que hoy lleva su nombre”.
“Es seguir la huella del magisterio cubano, que tuvo a lo largo de siglos el papel de ser depositario de valores, de sentimientos de pureza, abnegación, sacrificio y patriotismo, que tuvo su momento más alto en los años que precedieron al gran levantamiento, saludado por José Martí con emotivos versos, escritos probablemente sobre un pupitre de esta escuela, cuando saluda al 10 de Octubre y cuando recuerda que, sobre el piano y con un plano, el maestro Mendive, algunos de los maestros y amigos seguían, con el índice, la marcha del Padre de la Patria por el Oriente de Cuba”, contó Leal.
En la última planta de la edificación, donde estudiarán los alumnos de sexto grado, sobrecoge un salón ambientado a la usanza del siglo XIX, llenito de muebles escolares de la época. Y donde además están la bandera del Colegio San Pablo y toda la documentación que da fe de la disciplina que allí educaba: “a qué hora se levantaban, cómo estudiaban. Cuando uno ve el método riguroso de Mendive comprende el espíritu espartano y acerado de Martí”, describió el Historiador Leal.“No es un sueño, es verdad: grito de guerraLanza el cubano pueblo, enfurecido;El pueblo que tres siglos ha sufridoCuanto de negro la opresión encierra.”¡10 de Octubre!, soneto de José Martí, 1869
Y como es la luz un elemento inherente a la enseñanza, para este monumento a la pedagogía y la estética, el artista de la plástica Ernesto Rancaño creó un sol en el lucernario, que ilumina a Cuba y a Martí, siempre de la mano.
“Nuestro compromiso será estudiar cada día, cuidar nuestra escuela y seguir las enseñanzas del Maestro”, prometió con uniforme recién estrenado la pionera Chanel Alejandra Santisteban.
En el Prado habanero, donde todo apunta al Apóstol, esta mañana de lunes renace el colegio donde su maestro vivió “de gusto de enseñar”, que ha de ser templo de saberes y convicciones, para que el escolar pueda agradecerle también ‘al Mendive’ “cuanto bueno y cariñoso” tenga en la vida.
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