lunes, 31 de agosto de 2015

Que reine la uniformidad


27 de agosto de 2015
Hace unos días Jairon protestaba tras probarse el uniforme escolar. La abuela, al arreglar la prenda, no se había circunscrito a los toques de “modernidad” que este había indicado.
La cara de decepción del adolescente era capaz de conmover al más insensible de los mortales, pues para este resultaba casi una odisea el hecho de “no vestir con la última” al comenzar el octavo grado.
Ella, abuela al fin, casi estaba por ceder ante aquel episodio emocional que Jairon interpretaba como nadie; sin embargo un tercer personaje dio un giro de 180 grados a la historia.
Resulta que la madre, al entrar en escena recordó a los dos primeros protagonistas que el uniforme escolar obedece a un reglamento, por tanto no admite tendencias estéticas; entonces Jairon se tuvo que conformar con los ajustes necesarios de la prenda a su talla, y la obra para él terminó sin aplausos.
Episodios como estos afloran, en toda Cuba, por estos días en los que se viven las horas finales del periodo veraniego y se ultiman los detalles para el inicio del curso escolar 2015-2016; pero lamentablemente, en no pocos casos, el desenlace de la trama es bien distinto al antes retratado.
El escaso ejercicio de la autoridad por parte de muchos padres deja brecha abierta a posiciones permisivas que escasamente ponen freno al desenfado juvenil, que muchas veces entra en contraposición con los reglamentos escolares.
La temática ha sido objeto de varios trabajos periodísticos, pero el fenómeno sigue latente, por ello no deja de ser una preocupación.
Sucede que en la etapa de la pubertad y los inicios de la juventud todos andan en busca de la aceptación grupal; meta que generalmente se proponen alcanzar adoptando tendencias de la moda, que en ocasiones ni siquiera se ajustan con la personalidad del individuo, pero no importa, porque el objetivo primario es “encajar”.
Entonces son cada vez más aquellos que, con tal de llamar la atención, ceden ante los embrujos de los piercing, tatuajes y pelados extravagantes.
En los varones es usual, además, que dejen caer los pantalones por debajo de los glúteos para mostrar las fajas del calzoncillo de marca o sencillamente prefieran las camisas por fuera.
Mientras, las féminas cortan las faldas, entallan las blusas, y acuden al exceso de maquillaje y todo tipo de accesorios.
Esa acrecentada dependencia de los adolescentes y jóvenes hacia las tendencias estéticas, es natural y totalmente comprensible; sin embargo el problema está en que estos no parecen entender del todo que cada cosa tiene su momento y espacio, y definitivamente, la moda, nada tiene que ver con la solemnidad que demanda la escuela.
No por gusto desde tiempos inmemoriales surgieron los uniformes para los centros educativos. En Cuba esa prenda identifica a los alumnos de los distintos niveles de enseñanza.
También el uniforme garantiza una igualdad estética, asegura el respeto hacia las normas de educación formal e impide la proliferación de diferencias entre estudiantes de familias de bajos ingresos y aquellos que viven en abundancia y pueden lucir las prendas más caras.
Se hace entonces necesario transmitirle a cada estudiante el respeto hacia ese traje escolar. La institución educativa, principal interesada en el cumplimiento de sus regulaciones, tiene la mayor responsabilidad en este empeño, pero se necesita el acompañamiento de la familia para el éxito de esta importante tarea, pues es precisamente en el hogar, donde los estudiantes se visten a diario antes de salir a clases.
Por tanto toca a padres y demás tutores de los adolescentes y jóvenes velar por el uso correcto del uniforme y fomentar en estos el respeto hacia el centro educativo al que pertenecen.
Este primero de septiembre las calles se convertirán en un mar de colores. Muchos iniciarán el camino por nuevos niveles de enseñanza, en tanto otros se reencontrarán con los amigos y maestros de cursos anteriores.
Todos cargarán sus mochilas de sueños, ansiosos de multiplicar saberes y asumir nuevos retos; no obstante la euforia de los inicios no puede ser pretexto para la relajación en el uso del uniforme escolar.
Es preciso que la fiesta sea con orden y la uniformidad reine desde el mismo comienzo del curso.
                                                TOMADO DE GRANMA

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