Las transformaciones que vive la economía cubana exigen cada vez más de la protección de los recursos que el Estado pone en manos del pueblo para favorecer el bien común. Mecanismos como el control y las auditorías devienen en acciones para comprobar cómo se emplean estos medios. La cercanía del mes de noviembre, cuando muchas entidades son auditadas en el país, invita a reflexionar.
En la Isla de la Juventud, territorio beneficiado de un programa de desarrollo integral desde hace tres años y unos meses, se han ejecutado más de 176 millones 300 000 pesos en inversiones, con el fin de alcanzar mejores resultados, que ya se muestran en algunos sectores. Sin embargo, el control interno muestra fisuras en algunas entidades que deben crecer en sus esfuerzos para cumplir las exigencias de la política económica.
Cada obra de producción o servicio remozada o construida en los últimos años, debe acompañarse de mayor responsabilidad de los administrativos y calidad de la información económica–contable, pues el control sistemático y eficaz del objeto social de cada colectivo, conllevará a la calidad de las prestaciones y a evitar las indisciplinas y posibles hechos de corrupción.
Detengámonos en un mecanismo esencial: las auditorías constituyen herramientas de control y supervisión para la creación de una cultura de la disciplina y descubrir fallas en las estructuras, en la organización y otros problemas de las entidades.
El pueblo es quien mejor puede ejercer el control y la prevención desde la comunidad, donde están creadas organizaciones e incluso las circunscripciones y comisiones de barrio, que deben diagnosticar, proponer y exigir que los servicios satisfagan el reclamo social. Sería inteligente que entre todos, desde nuestro puesto de trabajo, logremos más transparencia y una nueva jerarquía de valores, que solo se logran con sentido de pertenencia, cuidado y uso racional de los recursos, así las auditorías devendrán en herramientas de fortaleza económica y no en un largo plan de medidas para erradicar deficiencias.
No es necesario esperar a noviembre para que se hagan las guías de autocontrol, a veces engavetadas hasta que se acerca una auditoría. El control interno es mucho más, comprende el plan de organización y la coordinación de todos los métodos y medidas adoptadas por una empresa u organismo presupuestado para proteger sus medios, verificar la exactitud y confiabilidad de sus datos contables.
Sin menoscabar la importancia de las auditorías con sus encuestas, verificaciones y comprobaciones, que permiten al auditor tener un juicio en cuanto al grado de cumplimiento de la economía, eficiencia y eficacia del colectivo inspeccionado, somos de la opinión que cuando las propias entidades comprueban durante el año sus documentos e informes, libros de cuentas y otros registros financieros y legales, su contabilidad es confiable e incluso su situación financiera. Toca a los administrativos y colectivos obreros cubanos vestirse de control no solo en noviembre.
TOMADO DEL DIARIO GRANMA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario