Por Giraldo Alayón García
Sobre la ciencia y su papel en el desarrollo de la sociedad
mucho se ha escrito y mucho se tergiversa, pienso que una gran mayoría de las
personas no están claras en su importancia y confunden otras actividades
humanas como científicas, cuando no lo son. Quizás una definición simple y
sintética es verla como la mejor herramienta
que tenemos para explicar la Naturaleza.
Sin embargo algunas preguntas que la humanidad se formula como es la del sentido de nuestra existencia
son muy difíciles de contestar porque la ciencia no tiene cómo y hay que apelar
a la filosofía especulativa o a la religión… a los mitos. La ciencia dice que
este universo nuestro surgió hace alrededor de 13 mil millones de años de una
gran explosión, el llamado Big Bang, pero, ¿qué había antes?, ¿otra cosa? (Según el cosmólogo y físico Stephen Hawkins:
una pequeñísima niebla hiper-caliente de
energía). Hay cuestiones científicas muy difíciles de asimilar y entender
como que el tiempo es relativo, depende
de dónde y cómo lo midas, de que los objetos sólidos son ilusorios, porque hay
espacios entre los átomos que lo forman, los llamados espacios cuánticos, que a su vez responden a leyes muy diferentes
al espacio nuestro, que ese mismo universo que habitamos está compuesto en un
75 % por energía oscura (algo que
actúa en contra de la gravedad y que no se sabe a ciencias ciertas qué es), que
un 20 % lo constituye la materia oscura
(que no es visible y sólo se ha detectado por el efecto que produce en la luz)
y que todo lo que vemos y creíamos que era el universo, hace sólo un par de
décadas (estrellas. Galaxias, planetas, asteroides, nebulosas, cometas)
constituyen alrededor del 5 % del mismo. Que la casualidad y no la causalidad
reina en el mundo vivo, por lo que estamos acá casi de milagro. Que descendemos
de monos parecidos a los actuales chimpancés (genéticamente sólo nos
diferenciamos en menos de un 2 % de éstos). Que la materia es dual, se comporta
como energía y corpúsculos (cada vez más pequeños). Que existe la millonésima
parte de un segundo. Que la historia de nuestro Planeta ha sido una feroz
batalla por la existencia y que nosotros la especie sapiens somos
responsables de la desaparición de otros grupos de humanos y que somos, a su
vez, responsables también de la sexta extinción masiva. En fin, es más fácil
aceptar a un señor barbudo sentado en un trono, muy parecido, en su aspecto, a
los blancos de Europa y Norteamérica, un ejército de ángeles celestiales, con
sus vírgenes y santos, una Tierra apacible y buena, esperando siempre al
Redentor y una sempiterna Iglesia siempre sabia y siempre preocupada por
nosotros…
La conservación de la
naturaleza, concepto usado y mal usado con mucha frecuencia, diría yo que
atropellado por políticos y burócratas de todo tipo y figuras. Nos lleva a
preguntarnos nuestro papel real en esta noble tarea. Pienso que, ante todo debemos pensar en la crisis de la
biodiversidad que tenemos en las narices, con la aniquilación de miles de
especies, en todo el Planeta, tal como las grandes extinciones del pasado. En
particular en nuestro país (Cuba) con una
biota isleña, típica, frágil y más cubana que todos nosotros, pues nos
antecede en varios millones de años, se sigue practicando la caza ilegal de
múltiples especies sin respetar las leyes que lo prohíben. Pienso que
deberíamos preocuparnos por cambiar o propiciar el cambio de actitud de los
hombres y en especial de los cubanos ante sus congéneres no humanos. Nuestra
civilización basada en instituciones medievales, en pasiones muy primitivas y
en una tecnología despiadada y muy avanzada, debe frenar sus desmanes y hacer
un real análisis, sin ideologismos, ni filosofismos, ni falsas soluciones
supuestamente sostenibles.
A propósito de la visita
del premier japonés a Cuba (país que admiro por su tesón, laboriosidad y
desarrollo). Pero a su vez no apruebo su empecinada cacería de ballenas que
hasta hoy practican, aludiendo supuestos estudios científicos y prácticas
culturales milenarias.
De forma general los esquilmadores ambientales
(para usar estas dos suaves palabras, le pegan mejor asesinos ambientales...)
se escudan tras el velo de la tradiciones culturales. Es la misma
justificación de nuestros cazadores tanto usando armas o jaulas de trampas,
pero no los puedo justificar, nuestra historia común está llena de prácticas
"culturales" (ya que son propias del quehacer del hombre) que se han
tenido que abandonar y condenar por su salvajismo; les puedo citar una,
la antropofagia. En tempranas etapas
de nuestra historia los seres humanos se comían entre sí, por carencia de
alimentos, ritos guerreros, creencias absurdas, etc., era una práctica bien
documentada y demostrada y bien entrados en la historia contemporánea, muchos
grupos étnicos la siguieron practicando, ¿es lícito y racional hacerlo ahora?
Los sacrificios humanos horrorizaron a los españoles cuando llegaron a
México, era un hecho común sacrificar “doncellas”, niños y jóvenes a los
irascibles dioses; esos europeos tampoco eran muy buenos, pues ya la Iglesia
condenaba, ejecutaba y torturaba a todos los que dijeran o hicieran algo fuera
de sus dogmáticos preceptos. En el siglo XX, toda una ralea de dictadores ha
matado , torturado y ejecutado a millones en nombre de distintas ideologías. La
alteridad (la comprensión de los
otros.) ha sido mal interpretada o convenientemente mal interpretada por esos
japoneses, que piden respeto a sus prácticas "culturales "pero se
niegan a respetar el derecho de vivir de un grupo de animales (los cetáceos)
que rivalizan con nosotros en el tamaño y eficiencia de sus cerebros y que
poseen un código de comunicación altamente sofisticado. Según mis puntos de
vista no es posible aceptar, en el siglo XXI, esas bárbaras prácticas que
emulan con las más irracionales conductas de la Antigüedad y del Medioevo y del
tristemente célebre siglo XX. Es cierto que en occidente se crían y sacrifican
millones de aves, cerdos y reses para alimentar a los seres humanos (por eso
soy de corazón vegetariano..), pero gracias a el uso y domesticación de esos
animales es que se han erigido las alrededor de 20 civilizaciones que nos han
antecedido en los últimos 13 mil años.., es muy difícil juzgar..., pero los
condeno como hago con mis paisanos, en Cuba, que se dedican a cazar nuestros
animales, en algunos casos para tenerlos encerrados en jaulas.., también
condeno a los fariseos que hablan de ambiente, cuando en el fondo de su ser son
cazadores empedernidos..
Los llamados “conservacionistas excépticos”
(que niegan el calentamiento global y la actual crisis de la biodiversidad)
apelan, con frecuencia, al asunto del catastrofismo
(explicación planteada, por primera vez por el francés Jorge Cuvier) y la
inevitabilidad de las extinciones y la futilidad de un fuerte movimiento
conservacionista, esa nefasta actitud
hay que buscarla en la desesperanza. Por supuesto que ha habido
catástrofes, el bólido que cayó en Yucatán (realmente hace 65 millones de años
no existía Yucatán como tal…) que entre otras cosas extinguió a los famosos
dinosaurios. Las 21 glaciaciones del Cuaternario extirparon y extinguieron
muchas formas de vida, otras siguieron existiendo, y no estamos exentos de
catástrofes futuras, pero son muy espaciadas y raras, si las comparas con todos
los períodos históricos digamos que “normales”, el asunto está en las personas,
muchas de ellas consideran a la ciencia
infalible y rectora de los avatares histórico-sociales, previsora de un mundo
ordenado y mejor, donde siempre había
una explicación satisfactoria, donde no había misterios. En ese perfecto orden
futuro todo estaba previsto y “bajo control” (como se suele decir por acá.). Cuán
lejos de la verdad...! Ni la ciencia es infalible, ni puede predecir con
exactitud eventos futuros, cuando éstos son de alta complejidad, ni ha podido aún explicar todo, falta mucho
todavía por explicar y comprender, no es
que deniegue de la ciencia, es que aquello que afirmaban que lo era no lo era
en sí, entonces como resultado de la bancarrota de toda una cosmo-visión el
refugio idóneo es mirar al cielo por respuestas, volver a la magia, al oscurantismo,
a la irracionalidad. Es mucho más hermoso tratar de entender y entendernos en
los contextos que vivimos, respetar al “otro” llámese hombre, animal o
planta, imbuirnos de humildad y reverenciar los ciclos reales de la Naturaleza
y su sabiduría, y ser capaces de comprender que sólo somos unos insignificantes
actores en todo este enorme y aún misterioso Cosmos.
Tomado de Blog del Trovador Silvio Rodríguez. Segunda Cita.
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