Domingo, 2 de octubre de 2016
Qué feos se ven los cuadrados
queriendo imponer su patrón,
en nombre de lo inmaculado
y de una sagrada razón.
Sofismas, le llaman algunos;
paquetes decimos acá.
Y yo, que no creo en ninguno,
les veo botar el sofá.
“Silencio, porque llega el
lobo
y te devora;
el enemigo acecha todo
y a toda hora.”
Y mientras se imaginan majos
de la conciencia,
la realidad es un relajo
de ineficiencia.
La juventud se fuga en masa
y ellos se alteran
porque una boca no es de raza
o de su acera.
Y, como el conyugue burlado,
una mañana
tiran lo menos complicado
por la ventana.
Qué poco favor a las luces,
qué inútil y amargo disfraz,
mientras lo prohibido seduce
sin tener que usar antifaz.
No quiero el abrazo con horma
ni el beso como obligación,
no quiero que vicios y dogmas
dispongan en mi corazón.
Los vi truncar publicaciones
inteligentes
y descalificar canciones
por diferentes.
Los vi cebando las hogueras
de la homofobia,
en nombre de falsas banderas
y tristes glorias.
Los vi, confiados y seguros
lanzando dardos,
aparentando jugar duro
pero a resguardo.
Los vi, y no es que lo
quisiera
o lo buscara;
los vi en el parto de una era
que se alargaba.
Para pronunciar el nosotros,
para completar la unidad,
habrá que contar con el otro
las luces y la oscuridad.
Es grande el camino que falta
y mucho lo por corregir.
La vara, cada vez más alta,
invita a volar y a seguir.
Publicado por Silvio Rodríguez en su Blog Segunda Cita.
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