viernes, 6 de octubre de 2017

Puerto Rico, y lo que dejó el paso de Trump

Se dice que sobrevoló la isla en helicóptero, pero no visitó las zonas más golpeadas, y su recorrido se limitó a la localidad de Guaynabo, que se dice es de clase media.

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Cuarenta y ocho horas después de la visita de Donald Trump a Puerto Rico, los habitantes de la isla siguen como estaban antes de su fugaz paso: todavía no hay señales tangibles de que Washington vaya a dar la respuesta económica que necesitan para la reconstrucción.
Después de las declaraciones, hasta cierto punto informales, ofrecidas a la cadena Fox News, en las que el Presidente de EE. UU. sugería que habría que eliminar la deuda puertorriqueña —una gran contribución, pues asciende a más de 70 000 millones de dólares y no es responsabilidad de los boricuas—, parece que desde EE. UU. no se ha dicho más.
Así se desprende de los insistentes reclamos del gobernador Ricardo Roselló, quien este jueves volvió a recordar que este mes las arcas puertorriqueñas se quedan sin fondos, y el único plan es la solicitud a las autoridades federales para recibir asistencia millonaria.
Puede que la presencia de distintos funcionarios del gabinete estadounidense con Trump, el martes, en Puerto Rico —como aseguraron algunos alcaldes de la isla—, ayude a desenredar la madeja de las trabas dadas por el estatus «Libre Asociado» de Puerto Rico, que otra vez develan su condición colonial, atada al desinterés del Gobierno de Estados Unidos, que es donde se toman las decisiones.
Según el diario El Nuevo Día, el Comité de Recursos Naturales de la Cámara de Representantes ya va a comenzar un análisis de las acciones que se deben tomar para encaminar la recuperación, y se ha dicho que ello debe incluir la revisión de la ley federal Promesa (Ley para la Supervisión, Administración y Estabilidad Económica), mediante la cual se creó la Junta de Supervisión Fiscal encargada de que Borinquen pague los débitos.
Pero sin una ayuda real como podría ser, en efecto, la anulación de esa deuda —aunque la reconstrucción se valora en hasta 90 000 millones de dólares y nadie sabe de dónde saldrán— cualquier paliativo ante el desastre queda opacado por el mal histrionismo de Trump durante su rauda travesía por Puerto Rico.
Se dice que sobrevoló la isla en helicóptero, pero no visitó las zonas más golpeadas, quizá porque hay muchos poblados en las montañas incomunicados aún, y su recorrido se limitó a la localidad de Guaynabo, que se dice es de clase media.
Pero lo que perdura hasta hoy en las redes sociales, y en las páginas web de muchos diarios, son sus desafortunadas declaraciones, y actos de tan poca consideración como el que protagonizó en la iglesia Calvary Chapel, del mismo barrio exclusivo de Guaynabo.
Parecía que en materia de frases mal dichas —que no mal interpretadas— todo estaba resuelto, una vez salvado el lance por tuits que enredó a Trump con la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, cuando esta se quejó por la lentitud del auxilio y el mandatario acusó a los puertorriqueños de que «todo lo quieren hecho».
Tan poco que hablar, y sin embargo Trump volvió a herir el martes a los boricuas al comparar al huracán María con el Katrina, y sugerir que este sí había significado una devastación (con lo cual minimizaba el actual sufrimiento en la pequeña isla), y al afirmar que «odiaba» decirlo pero «hemos desfasado nuestro presupuesto. Hemos gastado mucho dinero en Puerto Rico», con lo cual invitaba a pensar que… ¿no gastarán más?
Por si fuera poco, una imagen ha armado tremendo revuelo en internet y se repite hasta el cansancio: aquella en que Trump aparece en la iglesia lanzando, delicadamente, nada menos que rollos de papel absorbente (ha quedado la duda si era para la cocina o para los deberes que cumple el papel sanitario), escenas que invitaron a unos a la burla o parecieron otro escarnio, y que la alcaldesa Yulín Cruz calificó de «terribles y abominables».
Fue un verdadero despropósito para una nación, donde la mayoría de las familias siguen sin electricidad y sin agua, que dejó otra vez la Caja de Pandora abierta… y retrató al Presidente de EE. UU. como un hombre capaz de protagonizar las peores inconsecuencias.
Tomado de Juventud Rebelde.

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