Las medidas de Estados Unidos tras los incidentes de salud reportados por diplomáticos norteamericanos en Cuba buscan revocar las políticas pronormalización de la administración previa, indicó un artículo publicado hoy en The Hill. El trabajo de opinión, uno de los varios textos que en estos días analiza los recientes anuncios de Washington sobre la isla caribeña, sostiene que los pasos del Departamento de Estado persiguen mucho más que proteger a los ciudadanos estadounidenses.
Según el material, la Casa Blanca y sus aliados en el Congreso a favor del bloqueo a la nación antillana han aprovechado oportunistamente las “misteriosas enfermedades que afectan a los diplomáticos estadounidenses” para dar marcha atrás al camino de acercamiento abierto por el expresidente Barack Obama.
La retirada de la apertura hacia Cuba alarma a nuestros amigos en las Américas y cuestiona el valor perdurable de los compromisos estadounidenses, agregó el artículo, de acuerdo con el cual este patrón de animosidad imprudente hacia la diplomacia tiene un costo para la reputación internacional de Estados Unidos.
A su vez, el semanario The Nation señaló que la decisión del Departamento de Estado de reducir el personal en las embajadas de ambos territorios y lanzar una advertencia de viaje a los ciudadanos norteamericanos despertó preocupaciones de que la administración Trump comenzó un repliegue del acercamiento.
El texto de Peter Kornbluh, director del Proyecto de Documentación sobre Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington, recordó que este país dijo mantener relaciones diplomáticas con la isla y seguir guiado por intereses de seguridad nacional y política exterior.
Sin embargo, para el investigador abundan las sospechas de que la Casa Blanca está atendiendo los intereses del senador republicano Marco Rubio (Florida), “quien ha estado trabajando entre bastidores para revertir la política hacia Cuba a la agresión de la Guerra Fría”.
Kornbluh llamó la atención sobre el hecho de que los funcionarios norteamericanos creen firmemente que el gobierno del país vecino no es culpable de los “ataques” -aunque no está claro que los problemas de salud fueron realmente causados por tal evento- y han evitado cuidadosamente acusar a Cuba de generarlos.
A la vez, apuntó que la investigación de las autoridades norteamericanas está marcada por el secretismo, lo cual agrava la naturaleza misteriosa del hecho.
En cuanto a los 22 diplomáticos que según el Departamento de Estado fueron afectados por problemas de salud en la isla, añadió que ninguno ha sido identificado o ha hablado públicamente sobre el tema.
De acuerdo con el investigador, quizás la voz más significativa a favor de mantener las relaciones diplomáticas -restablecidas hace solo dos años- son las mismas personas que la administración Trump dice tratar de proteger: los funcionarios del servicio exterior.
“A medida que la crisis de salud evolucionó este año, los diplomáticos afiliados a la embajada de Estados Unidos han dejado claro que quieren quedarse”, manifestó en su artículo.
También mencionó a la presidenta de la Asociación Estadounidense del Servicio Exterior, Barbara Stephenson, quien se mostró en contra de una reducción a gran escala del personal en la misión en La Habana.
La versión estadounidense del portal web The Conversation también puso en tela de juicio los propósitos de Washington.
El profesor de la American University William LeoGrande sostuvo en ese medio que hasta ahora las investigaciones en curso no han podido determinar el autor o el motivo detrás de los aducidos ataques.
“Funcionarios estadounidenses culparon inicialmente a algún tipo de sofisticado arma sónica, pero los científicos han cuestionado si las ondas sonoras por sí solas podrían haber producido los síntomas reportados”, precisó.
“En este contexto, retirar personal estadounidense es, sin duda, una precaución razonable. Pero, en mi opinión, la expulsión de los diplomáticos cubanos a pesar de la cooperación de Cuba en la investigación es infundada y contraproducente”, estimó LeoGrande.
También él mencionó que personal del Departamento de Estado duda que el Gobierno del país caribeño esté detrás de los incidentes. “No ha surgido evidencia que implique a funcionarios cubanos, y Cuba está cooperando con la investigación”.
Sin embargo, dijo, los opositores al acercamiento han aprovechado con éxito las misteriosas lesiones como una excusa para castigar a la isla, causando estragos en las relaciones que estuvieron mejorando.
En ese sentido, se refirió tanto a Rubio como a la congresista Ileana Ros-Lehtinen, quien declaró su satisfacción por la expulsión de diplomáticos cubanos de esta capital.
Según el investigador, durante los 40 años que ha estudiado las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, ha sido la política interna, más que los intereses de política exterior, la que a menudo ha conducido la postura estadounidense, “y creo que eso es lo que está sucediendo ahora”.
TOMADO DE CUBADEBATE
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