Valores.
Como extasiados quedaron aquellos niños con la clase de historia que acababan de recibir, la cual versó acerca de la campaña de alfabetización y el papel desempeñado por la juventud en tan difíciles momentos de la Revolución.
En un alarde
de buena preparación, la maestra se las agenció para llevar a su clase fotos,
cartas, documentos y testimonios de aquella gesta. Y cuando narró el asesinato
de Manuel Ascunce Domenech y su alumno Pedro Lantigua, puso tanta emoción en
el relato, que hasta lágrimas corrieron por las mejillas de muchos de sus
alumnos.
Al tocar el
timbre, que daba por terminada la clase, varios niños se acercaron a la profe,
unos para felicitarla y otros para pedirle que les continuara hablando de la
epopeya que acababan de escuchar.
Terminado el
acto, y como era horario de receso, la mayoría aprovechó para acudir al baño a
lavarse las manos y realizar sus necesidades. Fue en ese preciso instante en
que las lecciones que habían acabado de recibir entraron en contradicción con
la realidad.
Para entrar
a aquel lugar, maloliente y sucio, debieron sortear un verdadero vendaval de
papeles tirados en el piso y de agua pestilente que inundaba el local. Ahí
mismo comenzaron a escucharse algunas palabrotas vinculadas a la penosa
situación.
El hecho,
aunque parezca inverosímil, es real, y lo pongo a modo de ejemplo de las cosas
que no deben ocurrir en materia de formación de valores.
Siempre se ha dicho que fomentar conductas, principios y modos de actuación conscientes, requiere de mucho tesón y sabiduría, porque un valor demora tiempo en formarse, pero puede perderse en cuestión de segundos.
Siempre se ha dicho que fomentar conductas, principios y modos de actuación conscientes, requiere de mucho tesón y sabiduría, porque un valor demora tiempo en formarse, pero puede perderse en cuestión de segundos.
Cómo es
posible que un niño tenga los mejores maestros al frente del aula formándolo, y
luego, cuando vaya el baño encuentre esa penosa situación.
La formación de valores es algo muy serio, un proceso integral, que requiere de muchísima sabiduría para poder enfrentar los retos actuales y futuros que nos impone la banalización de algunos contenidos que se difunden a través de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información.
La formación de valores es algo muy serio, un proceso integral, que requiere de muchísima sabiduría para poder enfrentar los retos actuales y futuros que nos impone la banalización de algunos contenidos que se difunden a través de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información.
Un método
infalible es el ejemplo personal, ya sea de los padres, los maestros, los jefes
y todo aquel que pueda constituir un modelo de actuación. En ese caso, no puede
exigirse que el niño lea, si mamá y papá no lo hacen; tampoco debe pedirse
austeridad en un centro de trabajo cuando el director es un corrupto, o, como
se dice popularmente ,“poner pruebas de a peso cuando se imparten clases de a
kilo”, por solo citar algunos ejemplos.
En contextos
tan complejos como el nuestro, hay que poner de moda la virtud, la cultura del
detalle y del buen gusto. En ese sentido, la familia continúa siendo la punta
de lanza para formar al ciudadano culto y decente a que aspiramos.
Si ella
falla, todo está perdido, o al menos será mucho más difícil el trabajo de la
escuela, del maestro y de la sociedad; en cambio cuando el ambiente del hogar
permite labrar de conjunto la educación de sus hijos, la pelea estará ganada de
antemano.
Sé de
muchísimos ejemplos de niños y jóvenes que serían incapaces de maltratar la
propiedad social, cometer fraude o caer en cualquier otra conducta impropia,
porque provienen de familias dignas y honorables que han sabido inculcar en
sus hijos los buenos modales.
En cambio,
también he visto protagonizar acciones incorrectas a muchachos que estudian en
excelentes escuelas, con muy buenos maestros, pero que en su base tienen una
deformación de la conducta producto de la inadecuada educación familiar
recibida.
Lo ideal
sería que todo funcionara como un reloj en materia de formación de valores,
más, mientras llega ese momento, lo que se impone es que cada quien cumpla la
función que le corresponde, así todos seremos, como dice Silvio, un tilín
mejores.
(Tomado de Granma).
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