lunes, 13 de marzo de 2017

Viengsay Valdés: sobrecogedora en Giselle


En el segundo acto, el Romanticismo en todo en su esplendor, la primera bailarina cubana dicta clase del cuidado del estilo y emociona con movimientos delicados, etéreos, puros. Foto: Cortesía BNC
La primera bailarina demostró como una de las más bellas piezas del siglo 19 puede aún conmover al público del XXI


Si es usted un balletómano nato concordará en que ser una primera figura en el Ballet Nacional de Cuba (BNC) califica entre las mejores credenciales a presentar en la actualidad. Se trata de una compañía que puede jactarse de un elenco de calidad técnica y artística extraordinaria.
Para sus bailarinas reto y ejemplo están signados por un nombre mágico en la historia universal de la danza: Alicia Alonso. A partir de esa escuela que es su excelsa directora por si sola, deben crear, ¡anhelo sagrado! sus propias Giselle, Carmen, Odette-Odille.
Los seguidores de la compañía y nuestros lectores conocen como la gran diva ha logrado que en la Isla el ballet constituya un real encantamiento de multitudes y, con respecto a Giselle, el ballet romántico por excelencia, en la versión de la propia Alicia, mantenerlo vivo. Lo han bailado, y claro está, lo bailan, todas sus primeras figuras.
Ya este año la compañía ofreció una temporada de Giselle, ballet que, junto a El lago de los cisnes, es el más codiciado y demandado por el público y las ballerinas, pues es considerado signo de advenimiento a la cúspide. El BNC puede jactarse de tener hoy nada menos que cuatro primeras figuras para las funciones: Sadaise Arencibia, Anette Delgado, Gretel Morejón, y Viengsay Valdés.
El Ballet Nacional de Cuba puede jactarse de cuatro primeras figuras que asumen el rol de Giselle (de izquierda a derecha) Sadaise Arencibia, Viengsay Valdés, Anett Delgado y Gretell Morejón. Foto: Cortesía BNC
Solo recordar que la primera puesta tuvo lugar en 1841, guión del poeta Teofile Gautier, junto al libretista Vernoy de Saint-George, sobre el mito alemán de las willis, descrito por Heinrich Heine en el libro Tradiciones populares. La música de Adolfo Adam y coreografía de Jules Perrot para su esposa, la excepcional Carlota Grissi.
Obra cumbre del Romanticismo, con su leyenda y toques de misterio, Giselle ejerce un encanto sobre público y artistas que ni el paso del tiempo logra amilanar pues, una técnica impresionante no alcanza para encarnar un papel, cuyos retos primordiales aparecen por actuación y estilo.
Ambas cualidades sobrecogieron en la función de la primera bailarina Viengsay Valdés (19 de febrero). No es de extrañar, pues está valorada por los más prestigiosos críticos del mundo entre las cuatro mejores de la danza contemporánea, pero hay que verla en la escena…la armonía de su baile, el ímpetu de su lirismo, su técnica depurada, segurísima, su estilo de gran clase, sus interminables balances (la crítico Sarah Kaufman en The Washington Post escribió: Cuando realiza un balance, detiene el tiempo), deslumbrantes arabesques, y cabal sentido interpretativo.
Pero ella tiene algo más. En esta época de bailarinas y bailarines de técnica superlativa es la pasión que Viengsay pone en su baile lo que ha cautivado al público, de La Habana, naturalmente, pero también de Paris, Madrid, Londres, Tokio, Washington, Ámsterdam, Berlín, Budapest, por toda la geografía universal.
Ella fue Giselle en la escena de la Sala Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso y regaló una función irrepetible, elegante, soberbia, imponente en su precisión.
Viengsay se movió desde la inocencia de la campesina (la famosa diagonal haciendo contener la respiración), luego de corazón destrozado y locura contenida de un primer acto ameno, con el emotivo desenlace, hacia el segundo, mágico, donde estuvo impecable, sutil, sublime, «tan frágil que parecía un cristal a punto de romperse», diría el cineasta Enrique Pineda Barnet, al finalizar la representación.
Escena del primer acto, donde Viengsay Valdés asume a la joven e inocente campesina enamorada de Albrecht, un noble que se ha disfrazado de aldeano para obtener su amor. Foto: Cortesía BNC
Hay que añadir que el cuerpo de baile estuvo realmente sensacional y el solista Patricio Revé, debutando como Albretch, fue atento como partenaire, aun precisado de ensayos.
La primera bailarina tuvo la gentileza de ofrecer algunos comentarios para nuestros lectores a las puertas de viajar a otra de las innumerables galas a que es invitada y el comienzo de una gira por El Salvador (31 de marzo- 1ro. abril) y Costa Rica ( 25- 26 de marzo) con la compañía:
—«Para mi Giselle siempre ha sido un reto por ser uno de los grandes clásicos que consagra a una primera bailarina, no es el simple hecho de debutar en él, sino que a medida que se baila se gana en experiencia. Me he nutrido directamente de los grandes maestros desde la propia Alicia, y Fernando Alonso y Josefina Mendéz (quien me inició en este rol y me bordó muchos detalles artísticos). En esta ocasión tuve la oportunidad de contar en los ensayos con la maitre Aurora Bosch y un complemento especial fue la ayuda y colaboración del maestro Enrique Pineda Barnet en los términos de actuación, que fue un factor importante para el desempeño del Albrecht del joven Patricio Reve».
—¿Quizá la orquesta estuvo algo lenta?
—«Debo reconocer que sí, el tiempo musical fue lento, sobre todo en mis variaciones, pero con el recurso de la técnica, del control, de la gravitación propia del personaje, pude salir airosa».
La bailarina estrella anunció que esta temporada de Giselle se llevará también a la gira del BNC a España y Francia el próximo mes de mayo y hasta julio. ——«Bailar Giselle en Paris claro que tiene un significado, porque precisamente allí le fue otorgado al Ballet Nacional de Cuba durante el Festival de la Danza en 1966 el Grand Prix de la Ville por este ballet y nuestra versión ha sido muy bien elogiada y recibida».
—¿Tiene una gala con el norteamericano Brooklyn Mack?
—«He sido invitada como artista especial para observar las actuaciones y clases de estudiantes que participarán en la Gala Semi-Final del Youth America Grand Prix Regional, en Salt Lake City, y tendré la oportunidad de compartir mis experiencias como bailarina profesional de ballet con los jóvenes participantes. Además es un gusto bailar de nuevo con el primer bailarín norteamericano Brooklyn Mack, en el pas de deux Diana y Acteón, que lo estrenamos en el XXIV Festival de Ballet de La Habana, y fue una petición de los organizadores del evento. Anteriormente he sido invitada a las Galas celebradas en Nueva York en el 2011 y 2013 respectivamente.»
Giselle es una obra de arte y por eso aun emociona y conmueve enormemente. La primera bailarina cubana Viengsay Valdés, con su técnica, su arte y su carisma se ha incluido en esa pléyade de estrellas, que mantienen viva a esa hermosa y majestuosa pieza del romanticismo.
DE ACERO Y NUBE
Viengsay Valdés es una bailarina que  ha asumido los roles principales en todos los ballets del BNC, que como se sabe tiene un repertorio envidiable y diverso de obras clásicas y románticas, y de coreografías de vanguardia, los cual confiere un vasto registro a sus primeras figuras.
Nació el 10 de noviembre de 1976 e inició sus estudios de ballet en 1986 en la Escuela Provincial Alejo Carpentier» de La Habana y los continuó en la Escuela Nacional, con destacados profesores, entre ellos, Ramona de Saá, Adria Velázquez y Mirtha Hermida. En 1994, se graduó con Título de Oro. La legendaria prima ballerina assoluta  Alicia Alonso apreció pronto el talento innato de Viengsay y la invitó a unirse a su compañía a los 17 años. Rapidamente fue promovida a bailarina principal y en 2001 a primera bailarina.
Ha bailado en los principales teatros de Europa, Asia, América Latina, Estados Unidos y ha sido estrella invitada de las más prestigiosas compañías del mundo, entre ellas  el Ballet del Teatro Mariinski, de San Petersburgo; el Ballet Bolshoi, de Moscú; el Real Ballet Danés y el Royal Ballet de Londres.
Espectaculares sus temporadas (Giselle, Don Quijote — su espectacular Kitri, ya se sabe, balances, pirouttes, fouttes) en el Sadler's Wells Theatre de Londres; con el bailarín estrella cubano Carlos Acosta en el Grand Palais de Paris; como artista-invitada del Mariinsky, junto al ruso Leonid Sarafanov, o con el Washington Ballet en el Kennedy Center para una nueva versión de
«Don Quijote» de la reconocida coreógrafa Anna-Marie Holmes.
Su periplo de galas — por ejemplo Les Étoiles du XXIe Siècle en Paris—, y festivales abarca desde Beijing, Japón y Laos, hasta Nueva York, Washington y México, pasando por Turquía, Buenos Aires, Australia y Sudáfrica.
En la Feria Internacional del Libro de La Habana 2017 este pasado febrero se presentó su biografía, escrita por Carlos Tablada, muy fotográficamente titulada «De acero y nube».

TOMADO DE GRANMA.
 

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