lunes, 6 de junio de 2016
Pensar el futuro entre todos
Alina Perera
Junio del 2016
Con el voto de confianza otorgado por los delegados del 7mo. Congreso del Partido Comunista al nuevo Comité Central de esa organización, los cubanos participaremos, entre junio y septiembre, en un proceso trascendental: la construcción colectiva de las definiciones cardinales sobre los destinos del país a corto y mediano plazos, y tomaremos parte en crear las bases conceptuales de un próspero y sostenible socialismo a la cubana, que perdure más allá del 2030.
Está planteada la posibilidad de pensar y diseñar la sociedad anhelada, proyectarla y hacerla viable en el tiempo, para que las generaciones del futuro sientan orgullo del esfuerzo desplegado hoy, un presente cuyos protagonistas viven sintiendo gratitud y admiración por el valor y el desprendimiento de sucesivas generaciones de patriotas.
La tarea es ardua y preñada de complejidades. Demanda estudiar a conciencia, para comprender en toda su magnitud, dos proyectos: Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, y el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta 2030: Propuesta de Visión de la Nación, Ejes y Sectores Estratégicos.
Lo aprobado en el Congreso en cuanto a escuchar el sentir «de la base» es una demostración de democracia imprescindible, una más de las tantas a las que Fidel nos acostumbró desde aquel 1ro. de enero de 1959, cuando desde un balcón en Santiago de Cuba advirtiera al pueblo que todo sería mucho más difícil después de la victoria. Por eso resultaba vital tomar las armas de la democracia para defender un proyecto naciente, cuyo centro siempre ha sido el ser humano.
Desde entonces ese estilo, la interacción del principal actor —el pueblo— con sus líderes, ha sido la clave de la existencia de una Revolución que ya tiene casi 60 años, a pesar de sufrir feroces golpes y peligros.
Pudiera parecer una retórica inútil decir que más del 70 por ciento de los participantes en el proceso de consulta nacieron después del triunfo revolucionario. Pero el dato habla de la madurez ideológica alcanzada por un importante segmento poblacional que no sufrió en carne propia los desmanes de un capitalismo de barbarie. Ese «detalle» muestra la consistencia de nuestro modelo económico y social, pese a múltiples problemas, deficiencias y desafíos que confieren indiscutible valor a la necesidad de actualizarlo, ágil y hasta atrevidamente, con el concurso de todos.
El 2030 parece estar muy lejos, mas el tiempo suele sorprender y presentarnos los acontecimientos un buen día frente al rostro, de modo que el país soñado para esa fecha es una tarea que no admite demora y exige, desde ya, la concatenación de planes y su consecuente realización. La nación demanda seriedad, disciplina, rigor, pensamiento sin cortapisas, valentía, resistencia creativa que hasta ahora no nos ha faltado, transparencia, fortaleza espiritual que está con nosotros desde el nacimiento como país, conciencia, en fin, de la importancia que tiene participar.
Para lograr los objetivos y cumplir con los reclamos de militantes y no militantes del Partido, es necesario llevar a cabo una muy seria y profunda preparación, una organización exhaustiva, al detalle, del proceso de consulta, de modo que los jóvenes comunistas, los representantes de los estudiantes, los trabajadores, de las organizaciones de masas, así como de amplios sectores de la sociedad, puedan proponer, aportar nuevas ideas, soluciones o fórmulas para viejos y nuevos problemas, y así perfeccionar los documentos que finalmente serán aprobados por el Comité Central del Partido Comunista y la Asamblea Nacional del Poder Popular.
El tono, a modo de continuidad, debe ser el mismo que primó en discusiones como la de la Comisión Uno del Congreso, la cual centró sus debates en el Proyecto de Conceptualización del Modelo Económico y Social…; allí delegados e invitados, página a página, fueron aportando sus análisis y propuestas de modificaciones que ascendieron a unas 30. Se abordaron asuntos como asegurar a largo plazo la soberanía y la seguridad del país, la responsabilidad social que la propiedad privada debe tener en el socialismo, que sigamos siendo una nación donde, por principio, no haya cabida a discriminación alguna, que la Historia no sea una asignatura olvidada o mal impartida, que la recreación del pueblo sea una tarea abarcadora y elevada, que no haga concesiones a la tontería, a la mediocridad y al mal gusto.
Sería irresponsable desechar la oportunidad de proponer ideas que nos parezcan útiles para el crecimiento de la sociedad en que echamos nuestra suerte. Siempre será mejor hacer, que cruzarnos de brazos. Por eso, en sus palabras a los delegados del Congreso partidista, Raúl compartió un concepto de incuestionable relevancia en la hora actual: ningún hombre (o mujer) honesto, sea o no militante, debe permitirse caer en la inercia.
Tomado de Juventud Rebelde
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