Por: Frei
Betto
La Habana.- La
iniciativa de recurrir al papa Francisco para que interviniese en la
reanudación de relaciones diplomáticas entre los EE.UU. y Cuba
fue del senador estadounidense Patrick Leahy. Católico, demócrata y amigo
de Cuba, envió una carta al papa el año pasado insistiendo en que aprovechase
el poco tiempo que le queda a Obama en el poder para lograr la aproximación
entre ambos países.
A mediados del
2014 Francisco convocó al Vaticano al cardenal Jaime Ortega, de Cuba, y le
confió dos cartas, una para Raúl Castro y otra para Obama, con la propuesta de
reconciliación. El papa prefirió no correr el riesgo de recurrir a un cardenal
de los EE.UU. para enviar la carta a la Casa Blanca, receloso de que la
influencia anticastrista en ese país echara a perder el objetivo de la misión.
Después de
entregarle su carta al presidente cubano el cardenal viajó a Washington y,
fuera de la agenda oficial, fue recibido por el presidente de los EE.UU., quien
dio su aprobación al tenor de la correspondencia. A continuación se iniciaron
los encuentros entre delegaciones de ambos países en territorio neutral:
Canadá. Todo bajo sigilo, para evitar resonancias negativas, sobre todo entre
los “duros” que rodean a Obama.
El 17 de
diciembre del 2014 los dos presidentes, a la misma hora, anunciaron la decisión
de aproximar a sus países. Un detalle curioso: el 17 de diciembre es la fecha
del cumpleaños del papa Francisco y el día de la fiesta religiosa más popular
en La Habana: la peregrinación al santuario de San Lázaro, a quien muchos
atribuyeron el “milagro” del comienzo de la distensión entre los EE.UU. y Cuba.
De los
pronunciamientos del papa en La Habana destacan, en el saludo al desembarcar,
el énfasis en que ya nos encontramos “en la tercera guerra mundial, hecha por
etapas” y, en la misa campal en la Plaza de la Revolución, su llamado en favor
de las negociaciones de paz que se desarrollan en la capital cubana entre el
gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Un papa no
improvisa. Ni cuando predica un sermón. Considerado infalible en cuestiones de
fe y de moral, todos sus pronunciamientos son leídos después de una cuidadosa
preparación. Francisco dejó a un lado la regla y la tradición. La tarde del
domingo 20 apartó lo que llevaba escrito y, conmovido por el testimonio de una
joven religiosa que cuida a portadores de deficiencias, exhortó a los
religiosos y al clero a abrazar la pobreza y la misericordia.
Los cardenales
de la Curia Romana que le acompañan en este viaje a las Américas deben haber
entrado en pánico, imaginando lo que sucedería si el papa dijera algo
equivocado o dudoso.
Francisco
criticó duramente a los que, en la Iglesia, se apegan al dinero. Declaró que es
una bendición de Dios cuando una institución religiosa es tan mal administrada
que acaba en déficit. Combatió también el moralismo de los sacerdotes incapaces
de perdonar a los penitentes. Me acordé de un pintor amigo a quien encontré en
el aeropuerto la noche de mi salida para Cuba, desolado porque decidió ir a
confesarse y el sacerdote le había hecho una perorata farisaica al oír que él
era casado por segunda vez.
“Sean
misericordiosos como Jesús”, dijo Francisco a los sacerdotes. Y recordó la
frase de san Ambrosio: “Donde hay misericordia, allí está el Espíritu de Dios.
Donde hay rigidez, ahí están Sus ministros…”
Ahora en los
EE.UU. el papa Francisco enfrenta la etapa más difícil de su viaje a las
Américas. En plena campaña electoral por la sucesión de Obama, cualquier cosa
que diga agradará o desagradará a republicanos y demócratas. Hoy, por primera
vez en la historia, un papa hablará en el Congreso de los EE.UU. Y mañana
disertará en la asamblea general de la ONU. Éste deberá ser su pronunciamiento
más contundente. El sábado y el domingo, en Filadelfia, enfrentará los
polémicos temas de los nuevos perfiles de la familia, el género y la
sexualidad.
Juan 23
hizo una revolución en la Iglesia al convocar el concilio Vaticano II
(1962-1965). Francisco la hace en la Iglesia y en el mundo al explicitar
la dimensión social, política y económica del mensaje evangélico.
Frei Betto es escritor, autor de la novela policial “Hotel Brasil”, entre
otros libros.
TOMADO DE CUBADEBATE
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