lunes, 28 de septiembre de 2015

No me toca





Graziella Pogolotti
26 de Septiembre del 2015  
Acabas de salir del hospital. Acudes a la farmacia a comprar las medicinas indicadas. Hay aglomeración. Por algún motivo, los dependientes abandonan el mostrador porque no les toca, como tampoco le toca al administrador afrontar la situación. Acudes a una oficina en busca de una orientación para encaminar tu trámite. No encuentras respuesta, porque no les toca. Observas un depredador en tu comunidad. No intervienes porque no te toca y porque estás cansado de tantas gestiones inútiles.
Es un lugar común recordar que Terencio afirmaba que, por nuestra condición innata de bípedos, nada humano nos resultaba ajeno. Ante tanta desidia, siento el mayor respeto por quienes persisten en dirigirse a la prensa para hacer públicos los problemas de su entorno y me indignan las respuestas formales y justificativas. Hay muchas maneras de hacer patria mediante el heroísmo, el trabajo esforzado, la ejemplaridad en la conducta y el cumplimiento de los deberes ciudadanos. También se hace patria cuidando el pequeño huerto que nos corresponde.
En el mundo moderno, todas las cosas están interrelacionadas. Una inadecuada distribución de los efectos escolares al iniciarse el curso genera tensiones en las familias. Implica pérdida de tiempo con consecuencias en el rendimiento laboral e irritación creciente que afecta las relaciones humanas, tanto como la confianza en las instituciones. No se trata de plantear el problema en términos de culpabilidad. Hay que hurgar en el fondo de las causas, atajar los comportamientos delictivos, hacer públicas las medidas correspondientes y determinar los factores que intervienen en la cadena producción-distribución-venta.
No se puede demandar responsabilidad social al ciudadano común, si no hay respuesta congruente por parte de los funcionarios intermedios en el espacio local donde se manifiestan en concreto los problemas que afectan la vida cotidiana de todos. En países tropicales como el nuestro, el verano ha sido siempre una etapa pródiga en enfermedades epidémicas. Fenómenos como la proliferación de vectores de todo tipo, incluidos los roedores, exigen extremar la higiene. La campaña contra el Aedes aegypti hace hincapié en la fumigación de las viviendas. Pero en calles y solares hay salideros de agua potable, recipientes abandonados donde se acumula el líquido y en muchas azoteas subsisten tanques destapados. Entre las quejas de los vecinos conocidas a través de la prensa abundan las que se refieren a la contaminación producida por aguas albañales. Son cuestiones que exigen respuesta rápida. Faltan los recursos. Lo sabemos. Me pregunto, sin embargo, si muchas soluciones no pudieran encontrarse mediante la cooperación entre organismos, uniendo fuerzas y desarrollando iniciativas.
Estos cuellos de botella son expresión de una mentalidad burocrática en niveles que trascienden las actitudes del pequeño empleado con quien tropezamos diariamente. Tras la ventanilla de la recepción se oculta el administrador ausente, la pereza rutinaria, el inmovilismo y el redactor de informes al estilo «estamos trabajando en…».
Postergar la solución de pequeños problemas afecta nuestra calidad de vida y requiere a mediano plazo inversiones más costosas. La Habana concentra la cuarta parte de la población del país, con municipios que superan en habitantes a algunas provincias. Los responsables locales deben tener el nivel y la iniciativa adecuados para fortalecer la identidad y la presencia del Poder Popular como entidad gubernamental capacitada para coordinar, según las características específicas, la acción conjunta de los organismos que le están supeditados. La contribución popular a la solución de problemas de convivencia, de indisciplina social y de reparaciones menores, así como el cuidado de los bienes públicos al servicio de todos, demanda el respaldo efectivo de los representantes del poder del pueblo, mandatados por los electores. El vínculo interactivo entre uno y otros se construye progresivamente en la práctica concreta. La escasez de recursos es muchas veces una verdad indiscutible, pero el impulso a la iniciativa, la definición adecuada de las prioridades y la lucha contra la rutina del pensar burocrático contribuyen al hallazgo de soluciones.
Ocurre con frecuencia que la prensa critica la apatía de lo que, a partir de la implantación de la libreta de abastecimientos, nos acostumbramos a denominar «población», a la cual un reciente reportaje del NTV criticó por no atajar las indisciplinas sociales en el transporte urbano.
Hay que delimitar responsabilidades. Corresponde a los choferes detenerse en los lugares señalados, cobrar el pasaje limpiamente, usar la música adecuada evitando el volumen excesivo de los decibeles. Los pasajeros tienen que sufrir largas esperas en paradas desprovistas de sombra, a pleno sol o bajo la lluvia, en medio de creciente aglomeración. Cuando se avizora la cercanía del vehículo, tienen que poner en alerta todos los sentidos para precipitarse a tiempo en la dirección debida. Todo ello acrecienta tensiones y favorece tanto la irritabilidad como la violencia. Algunos pueden ser parásitos con algo de marginalidad. La mayoría está constituida por un pueblo de trabajadores y estudiantes que merecen el mayor respeto.

 TOMADO DE JUVENTUD REBELDE

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