Por: Rolando López del Amo
El Papa Francisco nos
proporcionó este domingo, 20 de septiembre del año 2015, las bendiciones de la
sabiduría, que llegaron hasta nuestros hogares gracias a los esfuerzos de la
televisión cubana. La esencia de lo enseñado consiste en el papel del
diálogo y la solidaridad para construir la amistad social. El proverbio
africano que el Papa citó es muy esclarecedor: Si tienes prisa, anda solo. Pero
si quieres llegar lejos, anda acompañado. Como dice otro proverbio africano,
cada anciano es una biblioteca. La otra gran enseñanza, esta vez
cristiana: el servicio al prójimo, especialmente al más necesitado.
José Martí decía que la
vida está en la compañía y en el sacrificio. El sabio chino antiguo, Laozi,
creía que vivir es estar en relación, porque el ser humano, como descubrió el
griego Aristóteles, es un ser social.
Escuchando al Papa
Francisco pensé en mi propia vida. Al año de nacido fui bautizado y a los ocho
de edad hice, por voluntad propia, la primera comunión, que también fue la
última, porque no me aportó lo que había imaginado. Para decepción de mis tías
paternas no me incliné a la carrera sacerdotal. Tampoco abracé la fe de mi
abuelo materno, quien fuera presidente
de la Sociedad Espírita de Cuba y ganador de un premio literario en una feria
iberoamericana de Sevilla con su libro Nuevos Derroteros, en el que
explicaba los fundamentos de la doctrina espiritista de Allan Kardec e incluía
algunos testimonios cubanos.
Sí ingresé, en mi adolescencia,
en la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad , la organización
juvenil de la masonería cubana, conocida por sus siglas: AJEF. En 1958 fui
electo para presidir la organización, propuesto por mi logia, Baraguá, que
habíamos fundado, por iniciativa del combatiente del Movimiento 26 de Julio,
Arnold Arafet, como homenaje al 26 de Julio en 1957.
En mi condición de
Presidente de los AJEF, me correspondió ser Vicepresidente de la Agrupación
Nacional de Organizaciones Juveniles de Cuba, que ese año presidía el
representante de la juventud bautista. También formaban parte de la Asociación
las organizaciones juveniles católicas y la organización de los niños
exploradores. Cuba sufría entonces la sangrienta tiranía de
Batista y los jóvenes y los mayores, aprendimos la importancia de la unidad, a
pesar de algunas diferencias, en el esfuerzo para poner fin a la dolorosa
situación que vivía el país.
En mi centro de trabajo, la
Estación Terminal de Ferrocarriles, a la actividad clandestina de la Sección Obrera del
Movimiento 26 de Julio, se le unió el aporte del Partido Socialista Popular y
surgió un Frente Obrero Nacional. En mi oficina de la Gran Logia de Cuba, me
reunía periódicamente, a la vez, con los
representantes de la Sección Estudiantil del Movimiento 26 de Julio y de la
Juventud Socialista para coordinar
posiciones y posibles acciones. Ese era trabajo clandestino, pero el trabajo
abierto con la Agrupación Nacional de Organizaciones Juveniles nos permitió,
por ejemplo, en los momentos en que se levantaba la censura de prensa, hacer
declaraciones y denuncias públicas exigiendo la presentación y garantías de vida de un joven católico y
uno ajefista, detenidos ambos por las fuerzas represivas y sin saber su
paradero. Y esta unidad contribuyó a salvar sus vidas.
Todo esto recordaba cuando
escuché en la tarde de ayer al Papa Francisco hablarle a una concentración de jóvenes en las afueras
del centro Félix Varela. Comentando unas, para mí ambiguas, palabras de un joven que hablaba a nombre de los
presentes, el Papa Francisco recordó que
hoy en Europa hay países en los que casi la mitad de los jóvenes menores de 25
años están desempleados e hizo una anécdota de su vida para ilustrar la
importancia de la unidad de lo diverso para trabajar por el bien común. En su
Argentina natal, se reunían a trabajar voluntariamente los fines de semana, en
una construcción universitaria, jóvenes judíos, comunistas y católicos. Y ahí
el Papa lanzó su llamado a los jóvenes: trabajar por la amistad social para construir,
entre todos, la patria soñada. Fomentar la enemistad social es fomentar la
división, que tiene su peor expresión en la guerra.
Un joven que no sueña está
mutilado. Martí decía que el soñador era el único hombre práctico, porque sus
sueños de hoy serán las realidades del mañana.
Ya antes, en la misa, el
Papa habló del servicio al prójimo en lugar de servirse del prójimo. Y cerró
con una frase inolvidable: el que no vive para servir, no sirve para vivir.
Gracias a haber creado la
amistad social, la unidad de lo diverso y nuestra vocación de servicio
solidaria, hemos resistido durante más de 50 años un cruel bloqueo económico,
financiero y comercial y hemos dado a las causas más nobles de otros pueblos
necesitados nuestra sangre y nuestro sudor, nuestro acompañamiento
fraternal. El largo camino iniciado en
nuestro continente fue creciendo en número de participantes, primro el ALBA,
después la CELAC. Construimos la amistad social continental con educación,
salud pública, cooperación solidaria en todo lo que estaba a nuestro alcance y
no sólo en el entorno más cercano, sino en otros continentes tan urgidos como
lejanos.
El Papa Francisco rechazó
el culto al dios dinero y exaltó la solidaridad y la misericordia, el gozo en
ayudar al desvalido, en la virtud de la pobreza digna del que ama a su prójimo
como a sí mismo y, como sello de perfección, al que reparte su riqueza entre
los pobres para aumentar el tesoro mayor que un ser humano puede alcanzar: el
crecimiento de su espiritualidad.
No soy católico, pero
comparto los valores humanistas que el Papa Francisco enarboló ayer. Es un
hombre de bien que merece respeto y honor. Su palabra de paz y fraternidad y su
ejemplo de modestia y austeridad son pan
que alimenta la esperanza y vino que alegra el corazón de los que buscan la
justicia aliada a la misericordia y al amor
agradecido al don de ser y estar.
Publicado por Silvio
en su Blog Segunda Cita. 7:05 p. m.
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