viernes, 15 de abril de 2016

Números



Números
Abril de 2016
Nuestro mundo está lleno de números. Des­de su surgimiento, hace miles de años, se han convertido en componentes indispensables de la vida del ser humano, proporcionándole no solo ideas de cantidad, sino herramientas para la explicación de disímiles procesos, co­mo termómetros del desarrollo, como base de las más diversas ciencias y otro sinfín de aplicaciones. En otras palabras, son una especie de comodines sin los cuales, sería imposible dar curso a muchos procesos lógicos de las relaciones sociales.
Sobre todo en la era moderna, las cifras han devenido en patrón de análisis para clarificar fenómenos muy complejos. A cada paso chocamos con por cientos, con resultados comparativos, con índices contables que establecen metas, compromisos e incluso, permiten medir parámetros de calidad. Sin embargo, no es esta una reflexión destinada a ponderar el harto conocido papel de los valores cuantitativos, sino el peligro que representa reducir la explicación de un fenómeno a un mero resultado matemático.
Lo cierto es que, desde hace algún tiempo, la tendencia a “matematizarlo” todo ha ganado espacio en la sociedad cubana. En no pocos casos, la utilización de los números se convierte en una barrera para analizar de forma profunda y consecuente qué estamos haciendo mal o bien. En otras palabras, la búsqueda de causas, consecuencias o posibles soluciones, se pierde en el entramado de cifras cuyo origen es muchas veces contradictorio.
No es extraño que al ofrecer o recibir información sobre determinados temas se co­mience siempre por los números. Es lamentable que el solo hecho de decir, sobrecumplimos el plan con un “x” por ciento, eche tierra sobre las deficiencias de índole humano que entorpecen los procesos, aunque no impidan del todo el logro de una meta numérica preestablecida.
Diariamente chocamos con informes administrativos que se pierden entre tablas, esquemas, gráficos, y dedican muy poco espacio a exponer la parte cualitativa, esa que resulta un componente indispensable para cualquier resultado, y que no puede descuidarse por muy halagadoras que sean las cifras.
Ilustrar esta problemática con situaciones de la vida diaria es muy fácil. Por ejemplo, ¿qué ganamos con producir un nivel astronómico de alimentos, si no llegamos hasta el surco para conversar con el campesino y en­tender sus preocupaciones, o visualizar sus avatares para mantener en pie un cultivo y sacar de él los mejores rendimientos?
Algo similar pudiera suceder en otros ámbitos sociales. Garantizar un ciento por ciento en la continuidad de estudios, no representa necesariamente que el proceso docente educativo haya tenido la calidad esperada. El hecho de que un centro hospitalario opere 70 u 80 pacientes diariamente, no habla de la satisfacción de los mismos, o de si el personal cuenta con todos los recursos para desempeñar su trabajo. Por otra parte, hablar del crecimiento económico de una empresa no significa que la misma funcione de forma orgánica o que exista conformidad entre sus trabajadores con el sistema de pago empleado.
En definitiva, pudiéramos poner una infinidad de ejemplos (matemáticamente hablando), sobre cómo los números son solo eso, indicadores, y su capacidad de “hablar por sí mismos”, como hemos acuñado con tanta frecuencia, es en extremo relativa. Modes­ta­mente me atrevo a asegurar que quien duerma tranquilo confiando en la positividad de tal o mas cual cifra, puede despertar con un gran dolor de cabeza.
El desarrollo de nuestra sociedad, con el componente económico que va indisolublemente ligado a él, se sustenta en la capacidad de las personas que tenemos la responsabilidad de provocar ese avance. No quiere decir eso que prescindamos de los indicadores numéricos, que dejemos de verlos como una arista en la comprensión de los diferentes procesos de los que depende el funcionamiento de Cuba como nación. Lo que bajo ningún concepto debemos perder de vista es que cual­quier número, utilizado como muestra de lo que somos capaces de hacer, debe tener de­trás el sustento cualitativo sin el cual, no es más que una cantidad superficial.
Tomado de Granma.

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