Números
Abril de 2016
Nuestro mundo está lleno de números. Desde su
surgimiento, hace miles de años, se han convertido en componentes
indispensables de la vida del ser humano, proporcionándole no solo ideas de
cantidad, sino herramientas para la explicación de disímiles procesos, como
termómetros del desarrollo, como base de las más diversas ciencias y otro
sinfín de aplicaciones. En otras palabras, son una especie de comodines sin los
cuales, sería imposible dar curso a muchos procesos lógicos de las relaciones
sociales.
Sobre todo en la era moderna, las cifras han devenido
en patrón de análisis para clarificar fenómenos muy complejos. A cada paso
chocamos con por cientos, con resultados comparativos, con índices contables
que establecen metas, compromisos e incluso, permiten medir parámetros de
calidad. Sin embargo, no es esta una reflexión destinada a ponderar el harto
conocido papel de los valores cuantitativos, sino el peligro que representa
reducir la explicación de un fenómeno a un mero resultado matemático.
Lo cierto es que, desde hace algún tiempo, la
tendencia a “matematizarlo” todo ha ganado espacio en la sociedad cubana. En no
pocos casos, la utilización de los números se convierte en una barrera para
analizar de forma profunda y consecuente qué estamos haciendo mal o bien. En
otras palabras, la búsqueda de causas, consecuencias o posibles soluciones, se
pierde en el entramado de cifras cuyo origen es muchas veces contradictorio.
No es extraño que al ofrecer o recibir información sobre
determinados temas se comience siempre por los números. Es lamentable que el
solo hecho de decir, sobrecumplimos el plan con un “x” por ciento, eche tierra
sobre las deficiencias de índole humano que entorpecen los procesos, aunque no
impidan del todo el logro de una meta numérica preestablecida.
Diariamente chocamos con informes administrativos que
se pierden entre tablas, esquemas, gráficos, y dedican muy poco espacio a
exponer la parte cualitativa, esa que resulta un componente indispensable para
cualquier resultado, y que no puede descuidarse por muy halagadoras que sean
las cifras.
Ilustrar esta problemática con situaciones de la vida
diaria es muy fácil. Por ejemplo, ¿qué ganamos con producir un nivel
astronómico de alimentos, si no llegamos hasta el surco para conversar con el
campesino y entender sus preocupaciones, o visualizar sus avatares para
mantener en pie un cultivo y sacar de él los mejores rendimientos?
Algo similar pudiera suceder en otros ámbitos
sociales. Garantizar un ciento por ciento en la continuidad de estudios, no
representa necesariamente que el proceso docente educativo haya tenido la
calidad esperada. El hecho de que un centro hospitalario opere 70 u 80
pacientes diariamente, no habla de la satisfacción de los mismos, o de si el
personal cuenta con todos los recursos para desempeñar su trabajo. Por otra
parte, hablar del crecimiento económico de una empresa no significa que la
misma funcione de forma orgánica o que exista conformidad entre sus
trabajadores con el sistema de pago empleado.
En definitiva, pudiéramos poner una infinidad de
ejemplos (matemáticamente hablando), sobre cómo los números son solo eso,
indicadores, y su capacidad de “hablar por sí mismos”, como hemos acuñado con
tanta frecuencia, es en extremo relativa. Modestamente me atrevo a asegurar
que quien duerma tranquilo confiando en la positividad de tal o mas cual cifra,
puede despertar con un gran dolor de cabeza.
El desarrollo de nuestra sociedad, con el componente
económico que va indisolublemente ligado a él, se sustenta en la capacidad de
las personas que tenemos la responsabilidad de provocar ese avance. No quiere
decir eso que prescindamos de los indicadores numéricos, que dejemos de verlos
como una arista en la comprensión de los diferentes procesos de los que depende
el funcionamiento de Cuba como nación. Lo que bajo ningún concepto debemos
perder de vista es que cualquier número, utilizado como muestra de lo que
somos capaces de hacer, debe tener detrás el sustento cualitativo sin el cual,
no es más que una cantidad superficial.
Tomado de Granma.
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