Por Carlos Crespo
Foto. Marianela Dufflar |
Quizá como nadie ha sido Silvio Rodríguez capaz de
provocar tantas emociones con aparentemente tan poco. Una guitarra acústica,
media docena de acordes extraídos de la música popular campesina, su
característica voz engolada y aguda y, eso sí, un glosario de letras que
trascienden la poesía y el compromiso político y activan inauditos mecanismos
de adicción emocional, han sido los argumentos que elevaron al trovador cubano
a la categoría de icono. Y hoy, a sus 70 años, a la condición de mito.
-¿Cuál es hoy para usted la Nueva Trova Cubana?
-La misma que hace 50 años. Lo que ocurre es que ahora
nosotros somos los viejitos de la nueva trova.
-¿Qué le interesa de la música cubana actual?
-Cuba es un profundo universo musical. Ahora mismo hay
un maravilloso trabajo sinfónico y de cámara que impulsan jóvenes figuras.
Igualmente hay un riquísimo movimiento autoral en la canción. Las orquestas de
música bailable no paran de proliferar. Es asombrosa la cantidad y calidad de
jazzistas jóvenes que surgen. Y también expresiones más recientes, como el hip
hop, tienen muchos seguidores entre la juventud.
-¿Hasta qué punto le pesa saberse el ideólogo
emocional de varias generaciones?
-Tremenda responsabilidad la que usted me otorga. Yo
no lo veo tan así. Yo lo que veo es que todos somos hijos de nuestras circunstancias.
Aún así creo haber trabajado más con ideas que con ideología. Y si lo que canto
ha tocado a varias generaciones, no puede ser por otra cosa que por el tiempo
que llevo cantando.
-¿Por qué han ido desapareciendo los contenidos
políticos de sus canciones?
-Si se refiere a mi último disco, Amoríos, son
canciones compuestas entre 1967 y 1980. Por otra parte, nunca me han motivado
los apellidos que a veces se les pone a las canciones. Yo siempre he hecho
canciones, a secas.
-La democratización tecnológica ha acarreado una
banalización de la cultura. ¿Es un problema de la democratización, de la
tecnología o de la cultura?
-La banalización no es culpa de las libertades que han
aportado las tecnologías. La banalización empezó mucho antes, cuando eran pocos
los que controlaban los mercados. Cuando la posibilidad de difusión llegó a
manos de todos se generalizó algo que ya existía. Si las sociedades y los
hombres hubiéramos sido de otra forma, lo que usted llama democratización
tecnológica habría significado otras cosas.
-Hace cinco años decía en una entrevista que deseaba
que en Cuba pasasen más cosas. ¿Han pasado ya?
-Muchos en Cuba, no solo yo, desde hace tiempo
veníamos impulsando la idea de cambios, porque tenemos estructuras que jugaron
su papel hace tiempo, pero la realidad las ha ido superando. Aquella inercia de
la que nos quejábamos empezó a romperse bastante antes de las conversaciones
con Estados Unidos. Eso ha sido un acierto.
-¿Hasta qué punto perciben este acercamiento como
real? ¿Temen que se trate solo de una maniobra política?
-El gobierno norteamericano ha dicho que tiene el
objetivo de que haya continuidad en el acercamiento. Es de esperar que así sea
y que se den la mayor cantidad de pasos para levantar totalmente el bloqueo.
Posiblemente eso sí que haría irreversible el acercamiento.
-¿Qué desafíos, qué riesgos y qué posibilidades le
plantea a la cultura cubana este acercamiento?
-La cultura cubana es invencible. Nosotros vamos a
seguir haciendo rumbas y sones. El peligro está en la absorción política, no en
la cultural.
-¿Cómo valora los movimientos que ha iniciado en
España precisamente una generación a la que se la acusaba de falta de
conciencia?
-Por lo visto están dando una buena pelea. Por como
los demoniza cierta prensa puede deducirse la puntería de sus planteamientos.
-¿Cómo es hoy su relación con Pablo Milanés, a quien
sí tenemos con cierta frecuencia en Galicia?
-Pablo es uno de los más grandes trovadores de todos
los tiempos, además con una voz admirable. Nos conocimos cuando éramos jóvenes.
Desde entonces, en el plano profesional, mi relación con él siempre ha sido de
gratitud.
-Recientemente ha grabado la voz para un tema de un
músico gallego, Juan Carlos Cambas. ¿Cómo surgió esa colaboración?
-Juan Carlos venía a Cuba con la maravillosa Dulce
Pontes. Trabajamos durante semanas a distancia. Yo le daba detalles y él los
sumaba a su idea, que era muy linda. Por último puse la voz en La vida. Fue un
placer colaborar con un músico tan sensible.
-Añadámosle hoy un verso a la canción: «Ojalá…»
-Ojalá aprendamos a respetar las diferencias
sinceramente, para que siempre intercambiemos pareceres, y nunca más nos
discriminemos o nos hagamos la guerra. (Tomado de La Voz de Galicia)
Una escuela en Coruña
Silvio publicó en su blog, Segunda Cita, estas
palabras que compartimos también con nuestros lectores:
Ayer fuimos invitados a una escuela primaria de Coruña
y, la verdad, pasamos un buen rato. El nombre del plantel es Sanjurjo de
Carricarte; fuimos recibidos por una entusiasta directora y algunos maestros,
pero fue de la mano de los niños que recorrimos algunas aulas.
Primero nos llevaron a ver a los más pequeños. Para mi
asombro, el aula tenía el mismo aroma de lápices y gomas que aquella escuela
pública número 5, de San Antonio de los Baños, en la que hace muchas décadas
estuve.
Me acordé de que Víctor Casaus una vez me filmó
cantando Pioneros a los pioneros de mi escuela. No les pude cantar esa canción
a los galleguitos, porque no me acordaba; pero les canté El reparador de sueños.
En definitiva los reparadores de sueños son la misma tropa en todas partes.
Otro asombro fue que, mientras entonaba la canción, vi
que uno de los pequeños, muy bajito, seguía las estrofas. Hubo dos niñas con mi
apellido, muy contentas ellas y yo también. Otra cosa es que, según me pareció,
uno de los chicos más activos y felices era de origen árabe.
Ayer fue una de esas veces especiales en que, muy
naturalmente, nos parece haber sido premiados por la maravilla.
Gracias infancia; gracias Coruña.
Ahora nos vamos para el concierto.
Tomado de Cubadebate.
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