Por:
Víctor Casaus
Septiembre 2016
En estos últimos días han coincidido algunos estímulos para escribir esta crónica del día a día en el fin de semana de la Habana del Este. El tema que los vincula es, sin dudas, actual y relevante: la memoria.
Esas dos palabras son lemas, objetivos, claves en el trabajo que hacemos todos los días desde hace 20 años en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Allí hemos transitado diferentes caminos para contribuir al rescate de la memoria cultural e histórica de la nación cubana, comenzando por (e inspirados en) el fértil legado de la vida y la obra de Pablo.
Aquí en esta crónica, sin embargo, me estoy refiriendo a la memoria como la útil herramienta para preservar y utilizar el tesoro inapreciable de lo aprendido y vivido.
El estímulo/detonante principal para escribir esta crónica fue, sin dudas, la marcha A favor de la memoria, realizada el pasado miércoles 21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer, en la villa de San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa, organizada por el Servicio Provincial de Atención Integral Comunitaria a los Trastornos de la Memoria -SPAICTM- que dirige nuestra amiga la Dra. Saily Sosa. Convocada por cuarto año consecutivo, la marcha reunió a cientos de personas –pacientes, familiares, profesionales de la salud, estudiantes, junto a la población de San Antonio– que recorrieron la calle principal de la villa hasta el Parque del Humor, coreando el lema “A favor de la memoria”, enfatizando la consigna de este Día Mundial del Alzheimer en todo el planeta: “Recuérdame”.
La próxima parada de este evento humano y humanitario fue el Museo del Humor de San Antonio, que dirige Isel Chacón, donde artistas de la comunidad compartieron con pacientes y familiares, recordándonos –entre texto y canción– la importancia de colocar en un urgente primer plano los estudios y las acciones relacionadas con ese mal del siglo XXI que incorpora un nuevo paciente cada 3 segundos en el planeta. Cifra creciente y preocupante, también en el pequeño contexto de nuestro país, donde la incidencia del Alzheimer aumenta geométricamente.
La alta tasa de crecimiento de la enfermedad afecta gravemente zonas muy sensibles, desde el punto de vista humano y, también, desde el punto de vista económico y social. Por un lado está, por supuesto, la situación del paciente de Alzheimer, que va perdiendo facultades cognitivas y de otra índole en un proceso que la ciencia no ha logrado aún conocer totalmente a fondo ni, mucho menos, revertir. Por otro, está la situación del familiar-cuidador, que según muchos médicos son los verdaderos pacientes, ya que la persona enferma pierde la capacidad de entender y conocer lo que está sucediendo. Sobre el familiar-cuidador cae todo el peso de la situación, atentando, a su vez, contra su propia salud.
Por último, se encuentra un elemento imprescindible de este entramado: la afectación de los recursos humanos y económicos que el crecimiento estadístico de la enfermedad produce. La atención a ese número de pacientes que aumenta requiere de infraestructuras apropiadas y de recursos materiales para enfrentar la situación.
Esos –y otros– son los aspectos que desarrolla el Servicio de atención a los trastornos de la memoria que tiene su sede en San Antonio de los Baños. Y lo hace con una organización y una entrega personal del tiempo y el entusiasmo de los profesionales de la salud que lo convierten, a mi modo de ver, en un ejemplo admirable y necesario de seguir por otros territorios e instancias del país, para ir logrando, paso a paso, la comprensión de las instituciones, la sociedad, la gente, sobre las consecuencias crecientemente negativas que el desarrollo estadístico de la enfermedad impone al entramado social del país.
En ese sentido hubiera sido justa y necesaria la difusión de esa marcha A favor de la memoria en nuestros medios. No apareció una línea en el espectro noticioso del país.
Otro estímulo para escribir esta crónica del día a día sobre el tema que estoy conversando ahora con ustedes fue el programa televisivo Mesa redonda dedicado ayer viernes a las labores de la Cátedra del Adulto Mayor y a la necesidad de prestar atención –y recursos– a los temas derivados del creciente envejecimiento poblacional. Aunque no se mencionó el Alzheimer como un importante acápite perteneciente de hecho a esa problemática, resulta necesario destacar que se haya tocado ese tema de amplia resonancia nacional en un espacio televisivo que cuenta con una audiencia muy grande. Y que –según me han contado, porque no vi el programa– nuestra amiga Arleen Rodríguez Derivet, su coordinadora, haya hecho una autocrítica a la propia Mesa… –y a otros medios de comunicación– por la demora sostenida en la aparición de estos temas de tan sensible e importante incidencia entre nosotros.
Me alegra que se haya mencionado –y puesto en práctica– el término autocrítica, esa herramienta que parece estar en veda entre nosotros y puede correr el riesgo de convertirse en una especie en proceso de extinción. Y también me alegra que se hayan analizado importantes factores que inciden en ese proceso de envejecimiento poblacional –la baja tasa de natalidad y la alta cifra de esperanza de vida en el país–, aunque no se haya mencionado –según me comentan los que vieron el programa– otro factor ampliamente influyente en esa situación: el crecimiento acelerado, en estos últimos tiempos, de la emigración cubana, sobre todo entre los jóvenes.
Aprovechando la flexibilidad estilística del género crónica, se me ocurre convertir en proposición el asunto del que venía conversando con ustedes y decirle a Arleen, por esta vía comunicacional, que a mi modo de ver sería muy útil incluir pronto entre las temáticas de la Mesa… el preocupante asunto del Alzheimer, dando a conocer, precisamente, como ejemplo, el trabajo del Servicio… que se desarrolla en San Antonio, donde son atendidas más de 600 personas –pacientes, familiares-cuidadores de esas villas y otros territorios–, con una calidad profesional y una calidad humana verdaderamente dignas de conocer, admirar… e imitar.
Conociendo y admirando lo que se propone y va logrando este proyecto humanitario y humano, hemos ofrecido, desde el Centro Pablo, modestos apoyos logísticos a su desarrollo y seguimos siguiendo –también a través de crónicas del día a día– en la tarea común de sensibilizar a las instancias correspondientes y las gentes de buena voluntad que se preocupan por temas como éste, de tanta incidencia actual y futura en la vida de nuestro pueblo.
Tomado de Cubadebate.
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