Generalmente
las colaboraciones de Guillermo me llegaban
con la frase: “Mira a ver si esto te sirve para el blog”. Y a veces sus
valiosos envíos coincidían con el momento de cambiar la entrada; otras,
debían esperar hasta que hubiera un hueco. En raras
ocasiones se me quedó una de sus reflexiones sin publicar durante más de
una semana. La que hoy publico es uno de esos raros casos, seguramente
porque cuando me la
envió yo tenía material acumulado, o estaba viajando, o se me
traspapeló, o lo que
fuera. El programa del que habla creo que ya no lo ponen por televisión,
pero las ideas que le generaron siguen siendo vigentes.
srd (Silvio Rodríguez Domínguez)
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Por Guillermo Rodríguez Rivera
“Bailando
en Cuba”, obviamente, quiso andar por las huellas de “Sonando en Cuba”, el espacio que le
antecedió con mucho éxito.
“Sonando…” se dio
a la búsqueda de jóvenes cantantes, y promovieron a varios de muchas facultades
y talento que, sin muchas dificultades y en breve tiempo, podrían pasar a
integrar la nómina de nuestros cantantes profesionales. La idea de Paulo FG
funcionó adecuadamente.
Es cierto que
desde la Corte Suprema del Arte, pasando por el programa de José Antonio Alonso
y hasta llegar al más reciente “Todo el mundo canta”, había en Cuba y vinculada
a la radio y después a la televisión –ellas han sido las lógicas receptoras y difusoras de esos nuevos cantantes–
una tradición de concursos en los que se iniciaron algunos importantes artistas
cubanos.
El proyecto de
“Sonando en Cuba” tuvo, además, el buen criterio de hacerse nacional, y de no
limitarse a la presencia de concursantes
de La Habana: los que vivían en el mismo ámbito donde se convocaba la
competencia y que, por ello, podían acceder fácilmente a ella.
Cuando se anunció
“Bailando en Cuba”, recordé aquel espacio televisivo que fue “Para bailar” que,
en verdad hizo más exitosos a sus animadores que a las parejas de bailadores
que desfilaron por él, pero que ayudó a los jóvenes a recuperar una tradición
bailable que parecía perdida o al menos traspapelada.
Pensé que el nuevo
programa se daría a la tarea de rescatar las ricas maneras de bailar que fue
conformando ese pueblo de bailadores que es Cuba y que ello implicaría el
rescate de géneros musicales de nuestra tradición que han ido desapareciendo de
los sitios donde se baila en el país.
Se ha entronizado
una especial pobreza entre nuestros jóvenes bailadores: se baila casino, que se ha querido ver como un
género de nuestra danza, y que no fue más que la manera que encontraron los
bailadores de introducir variedad para bailar las largas piezas –podían durar
30 minutos– que tocaba Benny Moré y su Banda en las tardes bailables del
Casino Deportivo[1]: de ahí el nombre que distinguió al baile. El
otro baile es el que se ha llamado, más vulgar que popularmente, el “perreo”,
caracterizado por los movimientos pélvicos inspirados en la monótona rítmica
del reggetón.
Las parejas que se
presentaron en las primeras emisiones de “Bailando en Cuba”, bailan como lo hacen los cuerpos danzarios de los cabarets cubanos o
como lo hace el ballet de la televisión: no parecen conformarse con ser
bailadores sino que aspiran a convertirse en bailarines.
Desconozco la
asesoría que pueda brindar “Bailando …” a las parejas escogidas para
presentarse en el espacio, pero alguna anuncia que va a bailar una rumba y
emplea pasillos de la rumba en algo que estiliza los modos propios del género
casi hasta hacerlos desaparecer. Algunas parejas afirman que les interesa
bailar los géneros de nuestro folklore, pero no es eso lo que hacen.
Yo imaginaba el
programa como un medio para ayudar a nuestros bailadores –en su clara mayoría
son nuestra juventud–, a recuperar algo que les pertenece y que el complejo de
los medios masivos cubanos y extranjeros les pueden hacer ignorar, olvidar o
deformar. Creo que hay que ir un poco más allá de valorar el desempeño de la
pareja en la ejecución de la danza. Más allá de la atendible precisión en la
técnica danzaría, creo que hay que ir a un fondo cultural más hondo. ¿No cabría
ampliar el jurado calificador con personas que conocieran a profundidad y
complejidad elementos básicos de nuestra cultura, más allá de lo estricto del
baile?
Tomado de Blog Segunda Cita del Trovador Silvio Rodríguez
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