lunes, 4 de enero de 2016

Peticiones



Luis Raúl Vázquez Muñoz
2 de Enero del 2016 23
En su canción ¿Qué tú quieres que te den?, el maestro Adalberto Álvarez advierte: «Yo voy a pedir pa’ ti, lo mismo que tú pa’ mí». Esa frase adquiere relevancia por esta época del año, cuando las peticiones o pronósticos rondan la vida de los cubanos.
¿Qué tú quisieras para este 2016?, se escucha a menudo. Y cualquiera piensa: ¿cómo uno quisiera que se comportara en la adultez esta criatura que se encuentra en pañales? Casi como si fuera una deidad, las personas le piden al año lo que muchas veces depende de nosotros mismos.
«No le pidan demasiado al cielo y ayúdenlo más», diría un ministro de cualquier credo religioso. Pero es que, en verdad, el cubano tiene mucho que pedir; y en ocasiones nos parece que esos actos de peticiones por esta época —en familia o en privado— deben ser más bien un examen de conciencia con nosotros mismos.
Así que, si nos preguntaran, uno solicitaría que en este 2016 —a pesar de las dificultades anunciadas—, las personas frenaran la mala educación y le abrieran más la puerta a la cortesía. Que algunos no repitieran en tono de guerra: «Oye, ¿qué te pasa a ti, qué bolá contigo?» y en lugar de ello pronunciaran más —aunque nos sintamos mal— el buenos días, por favor, pase, usted primero, no tengan pena. Palabras santas, que alivian el espíritu y espantan el estrés.
También insistiría en que se les desbrozara mejor el camino a maestros y médicos en su tarea de enseñar y aliviar el dolor. Que tuvieran mayor espacio para entregar más amor, siempre con la divisa de que las cosas pequeñas —como el baño limpio, la comida bien hecha en el comedor, el trato correcto— son las que deciden los grandes resultados.
Solicitaría que, a pesar de las urgencias financieras, las calles se arreglaran, las casas y edificios se pintaran más a menudo y que la basura amontonada en las cuadras fuera la excepción y no, como ocurre a menudo, la escena persistente en muchos de nuestros barrios.
No dejaría de rogarle a este 2016 que, dentro de lo posible, ese enredo económico llamado precio se ajustara más a las posibilidades reales de las personas. Mucho daño le hace a la economía y la vida del país tener esos artículos, que ya parecen «momias» en vitrina, más preocupadas en tocar el cielo por su costo que las manos de los consumidores.
Pediría, además y hasta cruzaría los dedos de las manos y los pies, para que lo planteado en la Asamblea Nacional se concrete y se le ponga freno a esa espiral de los precios de los alimentos. No hay economía ni salario que resista tanta especulación. Tampoco hay persona decente que soporte tamaña impunidad ante esos traficantes de necesidades, que con sus cómplices en entidades estatales, acaparan los productos —no solo en el agro sino también en las shoppings—, muchas veces antes de que lleguen a las vidrieras.
Y si nos dejan apelaríamos a cerrar los caminos al maltrato de todo tipo en las oficinas de atención a la población. Pediría, también, que algunos dirigentes siguieran de verdad el ejemplo de Fidel, Raúl y el Che para que transmitieran más ejemplos y menos orientaciones.
En el 2016 solicitaría un buen «despojo» contra las inercias y los acomodamientos. Un vade retro, satanás; un siácara para los mentirosos y los cobardes y, sobre todo, contra los adulones, esos comejenes con más colores que un camaleón.
Por último —y con perdón por las omisiones, que son muchas— exhortaría a que la familia se uniera más, siempre con la idea de que el amor y el cariño se defienden además de materializarse. Clamaría porque el cubano no olvide su sentido de la solidaridad y el amor por su tierra, y pediría siempre, al igual que Silvio Rodríguez en Cita con ángeles, que cada día seamos un poquito mejores.
 Tomado de Juventud Rebelde.

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