Autor: Pastor Batista Valdés
Con el más noble de todos los orgullos, miles de niños y adultos escribieron esa misma frase en el punto más visible de su frente o de sus mejillas. Los soportes impresos no quedaron atrás.
Tal vez el agua deslavó, horas después, la forma tejida por las diez letras en línea sobre la piel. El contenido, la esencia, no.
Del mismo modo que ni el más torrencial aguacero podría desprender la vida que late en el corazón de una piedra serrana, allá, en Santa Ifigenia, tampoco hay nada que ponga fin a enseñanzas, conceptos, convicciones y principios que los cubanos estamos llamados a convertir en hechos.
Lejos de ser, en verdad, como Fidel, está quien carece o no aplica el sentido del momento histórico que vive; quien desvía recursos, roba o se corrompe; quien por miedo, o para no buscarse problemas frente a lo mal hecho, no defiende valores en los que sí cree, o quien viola principios éticos o miente, lo mismo a la hora de ofrecer una información que en el más cotidiano diálogo.
Llevar dentro y ser por fuera el Comandante en Jefe, es tratar como ser humano a esa mujer u hombre que acude a la consulta médica, a la taquilla de Ómnibus Nacionales o a la oficina concebida para que su queja o preocupación sea atendida y tramitada como debe ser... algo que no siempre ni en todas partes ocurre.
Hagamos un simple ejercicio de meditación. ¿Desde cuándo estamos oyendo decir que, en el contexto del actual modelo económico y de las transformaciones que lleva adelante el país, es preciso cambiar la mentalidad? Años ya. Lo plasma, incluso, el Concepto de Revolución: (...) es cambiar todo lo que debe ser cambiado (...). ¿Y quién no sabe que política, administrativa, institucional, social y familiarmente, muchísimos siguen anclados a una obsolescencia o rigidez cerebral incompatibles con el momento?
Exigir más de lo que se entrega (y no faltan quienes lo hacen), actuar como si la riqueza cayera del cielo y no del trabajo creador –en primera persona–, imaginar que nuestros problemas serán resueltos por fuerzas externas es carecer de visión, inteligencia, audacia, realismo y hasta de sentido común.
Acabamos de iniciar un nuevo año. Nadie dude: este primer día de enero, como siempre, Fidel estuvo con nosotros, irradiando unidad. Estemos las 364 jornadas siguientes también nosotros con él. O sea: intentemos, día por día –con hechos, más allá de lo dicho– ser como continúa siendo él, en cada instante, contra todo viento y contra toda marea.
TOMADO DE DIARIO GRANMA
Con el más noble de todos los orgullos, miles de niños y adultos escribieron esa misma frase en el punto más visible de su frente o de sus mejillas. Los soportes impresos no quedaron atrás.
Tal vez el agua deslavó, horas después, la forma tejida por las diez letras en línea sobre la piel. El contenido, la esencia, no.
Del mismo modo que ni el más torrencial aguacero podría desprender la vida que late en el corazón de una piedra serrana, allá, en Santa Ifigenia, tampoco hay nada que ponga fin a enseñanzas, conceptos, convicciones y principios que los cubanos estamos llamados a convertir en hechos.
Lejos de ser, en verdad, como Fidel, está quien carece o no aplica el sentido del momento histórico que vive; quien desvía recursos, roba o se corrompe; quien por miedo, o para no buscarse problemas frente a lo mal hecho, no defiende valores en los que sí cree, o quien viola principios éticos o miente, lo mismo a la hora de ofrecer una información que en el más cotidiano diálogo.
Llevar dentro y ser por fuera el Comandante en Jefe, es tratar como ser humano a esa mujer u hombre que acude a la consulta médica, a la taquilla de Ómnibus Nacionales o a la oficina concebida para que su queja o preocupación sea atendida y tramitada como debe ser... algo que no siempre ni en todas partes ocurre.
Hagamos un simple ejercicio de meditación. ¿Desde cuándo estamos oyendo decir que, en el contexto del actual modelo económico y de las transformaciones que lleva adelante el país, es preciso cambiar la mentalidad? Años ya. Lo plasma, incluso, el Concepto de Revolución: (...) es cambiar todo lo que debe ser cambiado (...). ¿Y quién no sabe que política, administrativa, institucional, social y familiarmente, muchísimos siguen anclados a una obsolescencia o rigidez cerebral incompatibles con el momento?
Exigir más de lo que se entrega (y no faltan quienes lo hacen), actuar como si la riqueza cayera del cielo y no del trabajo creador –en primera persona–, imaginar que nuestros problemas serán resueltos por fuerzas externas es carecer de visión, inteligencia, audacia, realismo y hasta de sentido común.
Acabamos de iniciar un nuevo año. Nadie dude: este primer día de enero, como siempre, Fidel estuvo con nosotros, irradiando unidad. Estemos las 364 jornadas siguientes también nosotros con él. O sea: intentemos, día por día –con hechos, más allá de lo dicho– ser como continúa siendo él, en cada instante, contra todo viento y contra toda marea.
TOMADO DE DIARIO GRANMA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario