Por Guillermo
Rodríguez Rivera
Casi todos
los aficionados al beisbol cubano lo dicen y lo repiten , menos la inmensa
mayoría de nuestros comentaristas deportivos, que parecen no tener
una opinión propia ante las decisiones del INDER: la estructura de nuestra
Serie Nacional está arruinando la pelota cubana.
Algunos dirán
que es el dinero de las Grandes Ligas amparado por el bloqueo a Cuba, que
contrata nuestros mejores peloteros y no ya jugar, sino que hasta les prohíbe
vivir en su patria.
Pero
frente a ello, nuestros dirigentes
deportivos y hasta políticos se empeñan en mantener una Serie Nacional con 16
equipos, para los que no tenemos los
jugadores con la calidad requerida, que no solo nos presenta un pobre
espectáculo con atletas sin la calidad requerida o con jóvenes todavía
inmaduros, sino que nuestros buenos peloteros tienen que jugar en esa liga e,
insensiblemente, su nivel desciende.
Cuando un buen bateador se enfrenta día tras día a malos lanzadores, su
efectividad baja cuando se enfrenta a pitchers profesionales. El paupérrimo
bateo de los cubanos en la última Serie del Caribe es una prueba de ello.
Hay algún
dirigente que dice que nuestros aficionados solo tienen sentido de pertenencia
a las actuales provincias y que no apoyarían un equipo regional, pero un
bayamés y un santiaguero se sienten orientales, como un avileño es también
camagüeyano y, sobre todo, a todos los cubanos los convence el buen beisbol, por eso están vacíos
nuestros estadios, porque no quieren ver lanzar a un muchacho –todavía sin
calidad ni control para estar en nuestra pelota grande– que da cuatro bases
consecutivas en un juego empatado y lo pierde con una carrera forzada.
Los fundadores
de nuestra serie nacional solo organizaron cuatro equipos regionales:
Occidentales (uniendo las provincias de Pinar del Río y Matanzas); Habana, que entonces era una única provincia
(hoy fundiría La Habana, Artemisa, Mayabeque e Isla de la Juventud); Azucareros
( con los territorios de la antigua provincia de Las Villas), y Orientales (que
unía a los peloteros de las provincias de Camagüey y Oriente).
Era entonces y en los años siguientes, enorme el entusiasmo de los cubanos por nuestro beisbol. Los resultados de la reciente Serie del Caribe fueron terribles para la pelota cubana. No voy a referirme a los evidentes errores de la dirección de Ciego de Ávila, sino al hecho de la paupérrima ofensiva de los cubanos, que se han habituado en nuestra Serie Nacional, a batearle a incipientes lanzadores y ya no son capaces de enfrentarse con éxito a un lanzador profesional. Hay una atroz carencia de buenos pitchers cubanos.
La nueva
estructura que se anuncia para la próxima Serie Nacional va a ser aún peor que
la que tenemos: habrá un play off entre 4 de los equipos eliminados para que dos
de ellos se sumen a los cuatro finalistas: tendremos otros dos pobres
competidores en la final. Esta es una equivocada manera de enmendar la
deficiente estructura del beisbol cubano de primer nivel. Estamos dando palos
de ciego y cuidando intereses que no son la calidad de la pelota cubana.
La única
manera de mejorar nuestro beisbol y no pasar a una decadencia mayor, es volver
a los orígenes de la pelota revolucionaria: organizar equipos regionales, 4
como en los orígenes, o todo lo más 6, que coincidan con nuestras viejas seis
provincias, porque las necesidades de nuestra pelota así lo piden a gritos.
Hay que
integrar en esos equipos a los atletas que exhiban la calidad necesaria para
estar en ellos. Los que no hagan el
grado, deben tomar parte en una Serie B, en la que sí habrá un equipo en cada
provincia.
Un importante
dirigente me argumentó que esa Serie B eran los primeros 45 juegos de la actual
Serie Nacional, pero ello no es cierto.
45 juegos son muy pocos para peloteros en formación. Deben ser también 90 juegos y allí deben estar nuestros mejores instructores de pitcheo, que enseñen los diferentes lanzamientos y disciplinen a los lanzadores para que adquieran el control, que es el mayor atributo de un pitcher, aún más que la velocidad; que enseñen cómo se toca bola y a los receptores a tirar a las bases y posicionar al equipo desde su posición frontal. Eso, o nuestros dirigentes deportivos se convertirán en los sepultureros de la pelota en Cuba.
Tomado de blog Segunda Cita de Silvio Rodrìguez. Trovador
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