Resulta
bastante difícil establecer las diferencias en los campos de la política y del
amor entre personas, parejas o grupos sociales. El dilema se encuentra en los
fines y resultados que se obtienen producto de la forma en que se plantean,
puede ser en un lenguaje más florido y bonito, o por la fuerza y la obligación
de aceptar los términos a desarrollar en una relación en cualquiera de los dos
campos.
Por lo general
casi todos preferimos la técnica suave del convencimiento a través de las
palabras, con más o menos flores que adornen la idea que queremos vender, ya
sea a una dama o un país. De la capacidad, preparación y desenvolvimiento del
emisor dependerá de la atención y comprensión de quienes reciben la propuesta,
pueden llevar o no flores en su acompañamiento, mas todo lo que se haga para
conseguir el propósito propuesto es válido en el proceso iniciado.
Así vemos
que en los procesos del enamoramiento tradicional personajes famosos de la
literatura como Casanova o Don Juan están llenos de poesía fresca y hermosa
para los oídos de la dama a quien se desea conquistar. En el campo de la
política no es muy distinto, nos pueden prometer desde el perdón a nuestros pecados
y posiciones, el abandono de nuestro sistema y el llamado a asumir las ideas
que abandonamos al reclamar nuestra verdadera independencia y soberanía, y
acogernos dentro de su esfera de influencia y organización política. El fin del
enamorado y del llamado político es el mismo, LLEVARNOS A SU CAMA, O SISTEMA.
Puede haber
una dama a la cual cortejamos desde la infancia con la que nunca hemos podido
establecer una relación amplia y estable y por ello no dejamos de desearla y
seguimos manteniendo el asedio, cual plaza sitiada, con la esperanza de ver
colmados nuestros deseos. En la política pasa esto muchas veces, sobretodo
cuando el que quiere ganar la batalla emprendida tiene más posibilidades de
fuerza y dinero, que quien recibe la propuesta, lo cual no quiere decir que el
poderoso sea quien lleva la razón y el más pequeño no se obstine en mantenerse
limpio y sin compromisos que hagan ceder en sus principios.
Desde luego,
nos cuesta más trabajo y entendimiento para poder hacer comprender a los que
nos rodean, el por qué de nuestro accionar, donde nos basamos en la
historia pasada para saber lo que deseamos para nuestro futuro, hecho con
nuestras propias fuerzas y deseos. El otro método de desearnos imponer lo que
quieren a la fuerza, como una violación de todo lo que creemos, resulta mas
fácil de responder.
La batalla
que se enfrenta ahora no por más sutil y embriagadora lleva los mismos
ingredientes que los de la violación, por ello al aceptar el combate en este
terreno, debemos afilar nuestras espadas históricas y de principios de nuestro
sistema político, para poder enfrentar los cantos de sirenas y a los propensos
a la anexión pagada.
Preferimos
ser pobres y honrados, que ricos sin principios ni historia.
Tomado del Blog La Pupila Insomne
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