lunes, 21 de marzo de 2016

Un dios de bronce entre Cuba y Estados Unidos






Ricardo Ronquillo Bello
Ernest Hemingway fue un novelista norteamericano que tuvo en Cuba una vida de novela. El solo episodio de su cacería de submarinos de la Alemania fascista a bordo de El Pilar, un yate apto para el disfrute y la pesca, alcanzaría como argumento para una exquisita aventura.
El líder de la Revolución, Fidel Castro, reconoció en entrevista con Ignacio Ramonet que admiraba sinceramente su sed de aventuras. Fidel, se ha hecho público, mantuvo en su oficina del Palacio de la Revolución una foto donde el escritor exhibe un gran pez espada, con una dedicatoria: «Al Dr. Fidel Castro, que clave uno como este en el pozo de Cojímar. Con la amistad de Ernest Hemingway».
La particular empatía entre ambas personalidades quedó incluso recogida en fotos emblemáticas, como la que muestra al joven líder de la recién triunfante Revolución, en uniforme verde olivo, conversando con un Hemingway canoso, de 62 años, en camisa a cuadros.
En Cuba son célebres otras manifestaciones de la personalidad del novelista. Además de sus días de pesca de la aguja en las corrientes del golfo, o sus jornadas bohemias de mojito y daiquirí entre La Bodeguita del Medio y el Floridita, tuvo por costumbre invitar a los amigos que le visitaban en su residencia de Finca Vigía, en las afueras de La Habana, a descalzarse y mojar los pies en el agua de la piscina donde se bañaba desnuda la famosa actriz Ava Gardner.
El autor de El viejo y el mar, novela escrita precisamente en dicha finca, y por la que mereciera el Nobel de Literatura —una noticia que le sorprendió en esos predios—, hizo confesión del cariño que le inspiró esta Isla: «Amo a este país y me siento como en casa; y allí donde un hombre se siente como en casa, aparte del lugar donde nació, es el sitio donde estaba destinado».
Por ello, si hay un lucero centelleante en las incipientes relaciones entre Cuba y Estados Unidos, su constelación es Finca Vigía, ese remanso de naturaleza y cultura en el que Hemingway escribió parte de sus más notables obras, y donde creó —en 21 años de fantástica y controversial estancia— su particularísimo cosmos de afecto y respeto por Cuba.
No fue casual que el secretario de Estado norteamericano, Jonh Kerry, antes de partir de su primera visita, tras dejar abierta la sede diplomática norteamericana en la capital del archipiélago, buscara palpar la inmanencia de ese rastro de «cordialidad» en Finca Vigía, por donde pasan cada año unos 80 000 visitantes.
Es que, como ha declarado a la prensa la directora de la casa museo, Ada Rosa Alfonso Rosales, Hemingway existió, existe y existirá por los siglos de los siglos, amén, para unir a nuestros pueblos.
La directiva ha señalado que la figura del escritor, su obra e historia de vida constituyen un puente entre dos pueblos que tienen muchos puntos en común.
La muy espiritual devoción del escritor por esta Isla y sus símbolos la denotan hechos como que El viejo y el mar esté considerada su novela cubana, así como que la medalla de su Nobel cuente entre las devociones a la Virgen de la Caridad en el Santuario del Cobre.
Ada Rosa Alfonso, quien también preside el Comité Organizador del coloquio internacional que se honra con el nombre del novelista, ha calificado ese encuentro como un punto de convergencia entre las culturas de Estados Unidos y Cuba.
Para la especialista no cabe dudas de que lo más auténtico de Hemingway está en Cuba, pero los más connotados estudiosos de su vida y obra están en Estados Unidos, por lo que la cita es la más importante destinada a unir las dos partes.
Entre los puentes especiales que se tienden está también el anuncio de que el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba y la Fundación Finca Vigía de Estados Unidos se unieron para proteger el legado de Hemingway. Para ello se comprometieron a la construcción de un espacio para restaurar y conservar las pertenencias del escritor resguardadas en La Habana.
El inmueble servirá para la reconstrucción de piezas y su almacenamiento. La fundación estadounidense, creada en 2002 por Jenny —nieta de Max Perkins, editor y amigo de Hemingway—, su esposo Frank Phillips y el congresista James P. McGovern, ayudó al Gobierno antillano en la restauración de la casa museo y los terrenos que la rodean en San Francisco de Paula. Esa labor incluyó la preservación de miles de documentos, entre cartas, anotaciones, programas de mano, libros y revistas.
A través de los medios se pudo saber que otro signo de acercamiento es que, aunque la construcción del nuevo espacio para la conservación de ese patrimonio estará a cargo de arquitectos e ingenieros cubanos, sus homólogos de EE.UU. ayudaron en la planificación.
Empeño relevante de ambas partes es el proyecto Cartas de Hemingway, mediante el cual un grupo de investigadores norteamericanos publica volúmenes con la correspondencia del premio nobel de Literatura desde 1926 a 1929.
La compilación, que comenzó a principios de 2000, incluye 6 000 cartas, entre estas las encontradas en la colección de 3 000 documentos pertenecientes al patrimonio del museo ubicado en Cuba. La idea del proyecto, que se aspira llegue a 15 tomos, partió de uno de los hijos de Hemingway, quien soñó que las cartas de su papá fueran congregadas de una manera más académica.
Son los nuevos luceros que centellean en la constelación de Finca Vigía, señales para dar calma al espíritu del escritor, quien señaló con su cariño un destino más fulgurante al complejo cosmos de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
 Tomado de Juventud Rebelde.

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