martes, 15 de marzo de 2016

Mi corazón siempre estuvo en Cuba






Entrevista al prestigioso bailarín y coreógrafo Carlos Acosta sobre la creación en Cuba de su propia compañía, Acosta Danza, la cual verá la luz oficialmente el 8 de abril venidero
José Luis Estrada Betancourt
14 de Marzo del 2016
Por fin ha llegado el momento en que el inmenso Carlos Acosta vea materializado en la escena otro de sus grandes sueños: crear en su isla amada su propia compañía. Llevará por nombre Acosta Danza y verá la luz oficialmente este 8 de abril venidero, cuando inicie su primera temporada en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. «Era lógico que sucediera, lo más natural, porque mi corazón está en Cuba. ¡Siempre lo estuvo!, y creo que a nuestra gente le consta. Por ello sigo insistiendo en la idea de fundar también una escuela de danza, amparada en ese método de enseñanza nuestro, tan reconocido en todas partes. La idea sería que nos permita lanzar la carrera de bailarines con escasos recursos económicos de todas las latitudes, porque se trata de una carrera muy cara. Lo veo como un legado de mi país para el mundo. Aquí estoy con mis energías para que mi Cuba se beneficie. Lo principal es que de inmediato encontré el apoyo del Ministerio de Cultura, de Julián González, su ministro, quien se ha tomado estos proyectos como si fueran propios».
—Entonces en cualquier momento aparecerá en escena Acosta Danza...
—Así es. Aparecerá en medio del panorama danzario cubano, que es muy rico, como un complemento de lo que ya existe. Acosta Danza llega como otra alternativa, con otro sabor, al unir la línea clásica con la contemporánea y, al mismo tiempo, con el deseo de que podamos aprender unos de otros. Yo siento mucho respeto por los logros de las compañías que nos han antecedido, pero también quiero aportar, lograr un alto nivel técnico y artístico, para lo cual necesitaba hacerme de bailarines buenos, de calidad.
«Inicialmente eran solo 12, pero comprendí que mi Carmen podía ser una pieza significativa dentro del repertorio, de modo que tuve que ampliar esa cifra hasta 25. Es una puesta en la que tengo el derecho de poder utilizar la producción, que es muy costosa, además de que quiero que el público cubano pueda apreciar la visión con la que me acerqué a este clásico».
—Evidentemente, para elegir a tus bailarines no te quedó más remedio que recibir en tus audiciones a integrantes de las compañías que existen, recién egresados de la escuela…
—Cierto, pero creo que he obrado con mucho respeto, cada paso que he dado ha sido muy meditado y consultado con mi Ministerio de Cultura. Mi idea jamás ha sido crear crisis. Las audiciones se promocionaron de boca en boca, porque ni siquiera se le dio gran publicidad. Nunca vi un problema en crear mi compañía, porque Cuba es el país del arte, de la danza. Aquí hay bailarines para «morirse». El país cuenta con un sistema que forma constantemente bailarines formidables, de clase mundial, entre los cuales también hay quienes parten buscando otros caminos. Te digo con total sinceridad que considero que son muchos los motivos por los cuales alegrarse. He regresado a mi país con el ánimo de ayudar.
«Como ya te expliqué, la línea que estoy proponiendo es moderna. Es un bailarín que sintetiza los dos estilos: el clásico y el contemporáneo. Detrás de esta compañía estará mi filosofía de vida. Claro, como es de esperar Acosta Danza se beneficiará de los contactos que he logrado cultivar a lo largo de mi carrera, pero ello también contribuirá a tender ese puente que una más fuerte a Cuba con el mundo. A que Cuba se convierta en un país aún más transnacional, más cosmopolita, y que siga siendo una potencia del arte. En eso es en lo que me gustaría que la gente se concentrara. Quisiera que Cuba se pueda sentir también orgullosa de Acosta Danza, que todos nos podamos sentir orgullosos, y esa ha sido mi intención».
—Se dice que las audiciones fueron difíciles, que elegiste a 25 primeros bailarines en potencia...
—Es un proceso que tomará unos años para que dé sus frutos, para que se pueda consolidar mi equipo de trabajo, para que esté bien acoplado, y pueda crecer y marchar en una dirección. Solo llevamos tres, cuatro meses de trabajo con el repertorio, y no obstante, sé que hay muchas expectativas. Ciertamente no fue de la noche a la mañana que el Ballet Nacional de Cuba y Danza Contemporánea de Cuba se convirtieron en lo que son. Ha sido un proceso de 50 años de trabajo arduo, de establecer una metodología, pautas a seguir. De todas maneras, en las presentaciones que se avecinan dejaremos constancia del esfuerzo que hemos realizado, del profesionalismo que ya ha logrado la compañía, rasgos que se irán incrementando con el tiempo.
«El repertorio es muy ambicioso para el poco tiempo que llevamos, con un programa contemporáneo y otro clásico, que darán una idea del espectro que caracterizará a la compañía, que esperamos también se haga de sus obras icónicas, aquellas por las que será distinguida por doquier. Mas no somos magos, para alcanzar un nivel elevado, como pretendo, y conformar un repertorio muy exigente, requeriremos tiempo; mucho, mucho trabajo y constancia. Es el único modo de lograrlo.
«Debo también decir que a quienes verán próximamente en la escena no son bailarines del Royal Ballet, de la Ópera de París o del Bolshoi, algunos de los muchachos y muchachas que elegimos, que vienen del clásico, no rebasan los 18, 20 años, no son primeros bailarines, y están quienes ni siquiera enfrentaron roles de solistas o integraron un cuerpo de baile, pero eso sí: todos poseen un potencial enorme, lo cual se irá manifestando poco a poco. Pero milagros no pueden existir. Ah, habría que verlos de aquí a tres años, si continúan trabajando de esta manera. Los representantes de danza contemporánea son otra cosa: superbailarines. En las tablas se evidenciará la experiencia que tienen, pero mi objetivo es que más adelante haya, por supuesto, paridad. Sí, estoy entusiasmado, y tengo la convicción de que haré de Acosta Danza una compañía de primera línea».
—Confías en el mañana…
—No, yo confío en el presente. Y en que el mañana será mucho más divino. Pero hoy ya tengo la certeza de que haremos un buen papel. Porque pretendemos que los espectáculos que Acosta Danza lleve a la escena siempre estén acompañados de música en vivo, interpretada por una gran orquesta; que contengan coreografías novedosas, escoltadas por producciones a la altura del Royal Ballet... Se espera que al debut asistan varios promotores de todo el mundo. Eso no es importante solo para la compañía, sino para Cuba, en lo económico y en lo artístico. De ahí mi insistencia en que existen muchos motivos para estar alegre con este nacimiento. Me encantaría que mi gente viviera esta alegría junto a mí.
—Por los mismos vínculos que has mantenido con coreógrafos de renombre, supongo que esa será otra de las líneas que desarrollarás en la compañía... ¿Vendrán algunos a trabajar contigo?
—No quiero adelantarte demasiadas cosas, pues estamos organizando una conferencia de prensa, pero en el programa con el que debutará la compañía en este abril aparecerán obras muy novedosas, firmadas por coreógrafos que hoy día tienen un perfil muy alto, que ya me hablan con entusiasmo de las futuras colaboraciones que sostendrán con el proyecto, de las creaciones que concebirán especialmente para Acosta Danza.
—Muchos todavía se preguntan por qué te retiras del clásico si estás en plenitud de forma...
—Mira, me encontré de repente que mis compañeros de generación empezaban a retirarse: Tamara Rojo, mi partenaire regular en estos 17 años dentro del Royal Ballet, se dispuso a asumir la dirección del English National Ballet, y luego le tocó el turno a Alina Cojocaru, Johan Kobborg, Leanne Benjamin, Mara Galeazzi… En el transcurso de dos años me fui quedando solo. De pronto empiezas a sentirte como un extraño cuando entras a tu clase de ballet y compruebas que ya todo cambió, que no hallas con quien compartir memorias, vivencias… Es tan raro… Eso me pasó.
«Pero como me hice el hábito de comenzar a prever con antelación lo que pudiera suceder en los dos o tres años que están por venir, me senté con el director del Royal Ballet, Kevin O’Hare, para conocer cómo se desarrollarían las venideras temporadas hasta 2016. Me quedó claro que si bien las de 2013 y 2014 serían muy intensas, no se comportarían igual las de 2015 y 2016, lo cual acabó por facilitarme que tomara la decisión. Porque con 42 años, con una carrera importante detrás, ya no puedes darte el lujo de repetirte, de venirte abajo. Quienes me conocen saben que soy de esas personas que necesitan estímulos constantes para poder seguir evolucionando, aprendiendo.
«Me hacen muy bien los retos, los desafíos. Por ello creé mi versión de Don Quijote, que en el 2014 consiguió en Estados Unidos una acogida sin precedentes en la historia del Royal Ballet. Fueron espectaculares aquellas ocho funciones consecutivas que lograron poner de pie a quienes colmaron y ovacionaron mi espectáculo en el Auditorium Theatre, de Chicago; en el The John F. Kennedy Center for the Performing Arts, en el Lincoln Center for the Performing Arts, independientemente de las figuras que estuvieron en los roles titulares…
«Después quise regalarle al Royal mi variación de Carmen, un gran título. Fue un proyecto muy ambicioso, porque me impuse dirigir ese espectáculo, que llevaba orquesta en vivo para que interpretara el arreglo de Martin Yates; coros, tres elencos… y, además, bailarlo. Terminó siendo muy estresante, pero me sentí satisfecho porque creo que entregué una puesta fresca, diferente.
«En resumen, que en este tiempo he ido diseñando mi retiro del clásico, a pesar de que mucha gente no entendió en principio mis razones, porque ve que continúo igual. Claro, me cuesta más, porque son 42 años. Bueno, la verdad es que hay no pocos de 25 que no logran alcanzar ese nivel… (sonríe). Y no quiero que mis seguidores me digan: “Cada vez que te veo sufro tremendamente cuando recuerdo quién eras y en lo que te has convertido” (sonríe con más ganas)».
Tomado de Juventud Rebelde.

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