Entrevista al
prestigioso bailarín y coreógrafo Carlos Acosta sobre la creación en Cuba de su
propia compañía, Acosta Danza, la cual verá la luz oficialmente el 8 de abril
venidero
José Luis
Estrada Betancourt
14 de Marzo del 2016
14 de Marzo del 2016
Por fin ha
llegado el momento en que el inmenso Carlos Acosta vea materializado en la
escena otro de sus grandes sueños: crear en su isla amada su propia compañía.
Llevará por nombre Acosta Danza y verá la luz oficialmente este 8 de abril
venidero, cuando inicie su primera temporada en el Gran Teatro de La Habana
Alicia Alonso. «Era lógico que sucediera, lo más natural, porque mi corazón
está en Cuba. ¡Siempre lo estuvo!, y creo que a nuestra gente le consta. Por
ello sigo insistiendo en la idea de fundar también una escuela de danza,
amparada en ese método de enseñanza nuestro, tan reconocido en todas partes. La
idea sería que nos permita lanzar la carrera de bailarines con escasos recursos
económicos de todas las latitudes, porque se trata de una carrera muy cara. Lo
veo como un legado de mi país para el mundo. Aquí estoy con mis energías para
que mi Cuba se beneficie. Lo principal es que de inmediato encontré el apoyo
del Ministerio de Cultura, de Julián González, su ministro, quien se ha tomado
estos proyectos como si fueran propios».
—Entonces en cualquier momento aparecerá en escena Acosta Danza...
—Así es.
Aparecerá en medio del panorama danzario cubano, que es muy rico, como un
complemento de lo que ya existe. Acosta Danza llega como otra alternativa, con
otro sabor, al unir la línea clásica con la contemporánea y, al mismo tiempo,
con el deseo de que podamos aprender unos de otros. Yo siento mucho respeto por
los logros de las compañías que nos han antecedido, pero también quiero
aportar, lograr un alto nivel técnico y artístico, para lo cual necesitaba
hacerme de bailarines buenos, de calidad.
«Inicialmente
eran solo 12, pero comprendí que mi Carmen podía ser una pieza
significativa dentro del repertorio, de modo que tuve que ampliar esa cifra
hasta 25. Es una puesta en la que tengo el derecho de poder utilizar la
producción, que es muy costosa, además de que quiero que el público cubano
pueda apreciar la visión con la que me acerqué a este clásico».
—Evidentemente, para elegir a tus bailarines no te quedó más remedio que
recibir en tus audiciones a integrantes de las compañías que existen, recién
egresados de la escuela…
—Cierto, pero
creo que he obrado con mucho respeto, cada paso que he dado ha sido muy
meditado y consultado con mi Ministerio de Cultura. Mi idea jamás ha sido crear
crisis. Las audiciones se promocionaron de boca en boca, porque ni siquiera se
le dio gran publicidad. Nunca vi un problema en crear mi compañía, porque Cuba
es el país del arte, de la danza. Aquí hay bailarines para «morirse». El país
cuenta con un sistema que forma constantemente bailarines formidables, de clase
mundial, entre los cuales también hay quienes parten buscando otros caminos. Te
digo con total sinceridad que considero que son muchos los motivos por los
cuales alegrarse. He regresado a mi país con el ánimo de ayudar.
«Como ya te
expliqué, la línea que estoy proponiendo es moderna. Es un bailarín que
sintetiza los dos estilos: el clásico y el contemporáneo. Detrás de esta
compañía estará mi filosofía de vida. Claro, como es de esperar Acosta Danza se
beneficiará de los contactos que he logrado cultivar a lo largo de mi carrera,
pero ello también contribuirá a tender ese puente que una más fuerte a Cuba con
el mundo. A que Cuba se convierta en un país aún más transnacional, más
cosmopolita, y que siga siendo una potencia del arte. En eso es en lo que me
gustaría que la gente se concentrara. Quisiera que Cuba se pueda sentir también
orgullosa de Acosta Danza, que todos nos podamos sentir orgullosos, y esa ha
sido mi intención».
—Se dice que las audiciones fueron difíciles, que elegiste a 25 primeros
bailarines en potencia...
—Es un proceso
que tomará unos años para que dé sus frutos, para que se pueda consolidar mi
equipo de trabajo, para que esté bien acoplado, y pueda crecer y marchar en una
dirección. Solo llevamos tres, cuatro meses de trabajo con el repertorio, y no
obstante, sé que hay muchas expectativas. Ciertamente no fue de la noche a la
mañana que el Ballet Nacional de Cuba y Danza Contemporánea de Cuba se convirtieron
en lo que son. Ha sido un proceso de 50 años de trabajo arduo, de establecer
una metodología, pautas a seguir. De todas maneras, en las presentaciones que
se avecinan dejaremos constancia del esfuerzo que hemos realizado, del
profesionalismo que ya ha logrado la compañía, rasgos que se irán incrementando
con el tiempo.
«El repertorio
es muy ambicioso para el poco tiempo que llevamos, con un programa
contemporáneo y otro clásico, que darán una idea del espectro que caracterizará
a la compañía, que esperamos también se haga de sus obras icónicas, aquellas
por las que será distinguida por doquier. Mas no somos magos, para alcanzar un
nivel elevado, como pretendo, y conformar un repertorio muy exigente,
requeriremos tiempo; mucho, mucho trabajo y constancia. Es el único modo de
lograrlo.
«Debo también
decir que a quienes verán próximamente en la escena no son bailarines del Royal
Ballet, de la Ópera de París o del Bolshoi, algunos de los muchachos y
muchachas que elegimos, que vienen del clásico, no rebasan los 18, 20 años, no
son primeros bailarines, y están quienes ni siquiera enfrentaron roles de
solistas o integraron un cuerpo de baile, pero eso sí: todos poseen un
potencial enorme, lo cual se irá manifestando poco a poco. Pero milagros no
pueden existir. Ah, habría que verlos de aquí a tres años, si continúan
trabajando de esta manera. Los representantes de danza contemporánea son otra
cosa: superbailarines. En las tablas se evidenciará la experiencia que tienen,
pero mi objetivo es que más adelante haya, por supuesto, paridad. Sí, estoy
entusiasmado, y tengo la convicción de que haré de Acosta Danza una compañía de
primera línea».
—Confías en el mañana…
—No, yo confío
en el presente. Y en que el mañana será mucho más divino. Pero hoy ya tengo la
certeza de que haremos un buen papel. Porque pretendemos que los espectáculos
que Acosta Danza lleve a la escena siempre estén acompañados de música en vivo,
interpretada por una gran orquesta; que contengan coreografías novedosas,
escoltadas por producciones a la altura del Royal Ballet... Se espera que al
debut asistan varios promotores de todo el mundo. Eso no es importante solo
para la compañía, sino para Cuba, en lo económico y en lo artístico. De ahí mi
insistencia en que existen muchos motivos para estar alegre con este
nacimiento. Me encantaría que mi gente viviera esta alegría junto a mí.
—Por los mismos vínculos que has mantenido con coreógrafos de renombre,
supongo que esa será otra de las líneas que desarrollarás en la compañía...
¿Vendrán algunos a trabajar contigo?
—No quiero
adelantarte demasiadas cosas, pues estamos organizando una conferencia de
prensa, pero en el programa con el que debutará la compañía en este abril
aparecerán obras muy novedosas, firmadas por coreógrafos que hoy día tienen un perfil
muy alto, que ya me hablan con entusiasmo de las futuras colaboraciones que
sostendrán con el proyecto, de las creaciones que concebirán especialmente para
Acosta Danza.
—Muchos todavía se preguntan por qué te retiras del clásico si estás en
plenitud de forma...
—Mira, me
encontré de repente que mis compañeros de generación empezaban a retirarse:
Tamara Rojo, mi partenaire regular en estos 17 años dentro del Royal Ballet, se
dispuso a asumir la dirección del English National Ballet, y luego le tocó el
turno a Alina Cojocaru, Johan Kobborg, Leanne Benjamin, Mara Galeazzi… En el
transcurso de dos años me fui quedando solo. De pronto empiezas a sentirte como
un extraño cuando entras a tu clase de ballet y compruebas que ya todo cambió,
que no hallas con quien compartir memorias, vivencias… Es tan raro… Eso me
pasó.
«Pero como me
hice el hábito de comenzar a prever con antelación lo que pudiera suceder en
los dos o tres años que están por venir, me senté con el director del Royal
Ballet, Kevin O’Hare, para conocer cómo se desarrollarían las venideras
temporadas hasta 2016. Me quedó claro que si bien las de 2013 y 2014 serían muy
intensas, no se comportarían igual las de 2015 y 2016, lo cual acabó por
facilitarme que tomara la decisión. Porque con 42 años, con una carrera
importante detrás, ya no puedes darte el lujo de repetirte, de venirte abajo.
Quienes me conocen saben que soy de esas personas que necesitan estímulos
constantes para poder seguir evolucionando, aprendiendo.
«Me hacen muy
bien los retos, los desafíos. Por ello creé mi versión de Don Quijote,
que en el 2014 consiguió en Estados Unidos una acogida sin precedentes en la
historia del Royal Ballet. Fueron espectaculares aquellas ocho funciones
consecutivas que lograron poner de pie a quienes colmaron y ovacionaron mi
espectáculo en el Auditorium Theatre, de Chicago; en el The John F. Kennedy
Center for the Performing Arts, en el Lincoln Center for the Performing Arts,
independientemente de las figuras que estuvieron en los roles titulares…
«Después quise
regalarle al Royal mi variación de Carmen, un gran título. Fue un
proyecto muy ambicioso, porque me impuse dirigir ese espectáculo, que llevaba
orquesta en vivo para que interpretara el arreglo de Martin Yates; coros, tres
elencos… y, además, bailarlo. Terminó siendo muy estresante, pero me sentí
satisfecho porque creo que entregué una puesta fresca, diferente.
«En resumen,
que en este tiempo he ido diseñando mi retiro del clásico, a pesar de que mucha
gente no entendió en principio mis razones, porque ve que continúo igual.
Claro, me cuesta más, porque son 42 años. Bueno, la verdad es que hay no pocos
de 25 que no logran alcanzar ese nivel… (sonríe). Y no quiero que mis
seguidores me digan: “Cada vez que te veo sufro tremendamente cuando recuerdo quién
eras y en lo que te has convertido” (sonríe con más ganas)».
Tomado de Juventud Rebelde.
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