¿Cómo articular
el proceso de desarrollo del país con el elevado índice de envejecimiento
poblacional que caracteriza el escenario demográfico cubano? La disyuntiva es
clara: ¿éxito o problema?
Para la investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem), Grisell Rodríguez, Cuba debe atender esta dinámica demográfica desde la gestión y planificación de programas de desarrollo económico y social que consideren las características de este grupo poblacional.
Para la investigadora del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana (Cedem), Grisell Rodríguez, Cuba debe atender esta dinámica demográfica desde la gestión y planificación de programas de desarrollo económico y social que consideren las características de este grupo poblacional.
“Hay que darse
cuenta que serán menos los trabajadores, que se necesitarán más servicios
geriátricos que pediátricos y que es vital buscar fórmulas para aprovechar a
esa población ya en edad avanzada, pero que todavía es útil. Sobran los
ejemplos de personas entre 60 y 75 años que todavía están vinculadas
laboralmente y aportando mucho. No se puede concebir a este grupo etario como
carente, porque no lo es; no es solo una población que necesita atención”, dijo
a Granma la experta.
¿Qué debemos
hacer? La premisa —de acuerdo con varios expertos— se sustenta en que el
desarrollo tiene que estar no solo en función de satisfacer las necesidades de
la población; sino en función de los cambios demográficos, si se quiere
aprender a vivir en armonía con los ancianos.
MÁS DE UN DESAFÍO
El envejecimiento poblacional es un fenómeno característico de países con alto nivel de desarrollo económico y social. Por tanto es un desafío en estos dos órdenes y el último de ellos constituye un reto en particular dentro del ámbito educacional, en cuanto a la responsabilidad de la educación en la relación entre generaciones, y la convivencia familiar.
El envejecimiento poblacional es un fenómeno característico de países con alto nivel de desarrollo económico y social. Por tanto es un desafío en estos dos órdenes y el último de ellos constituye un reto en particular dentro del ámbito educacional, en cuanto a la responsabilidad de la educación en la relación entre generaciones, y la convivencia familiar.
Así explicó el
profesor Antonio Aja Díaz, director del Cedem, para quien en el plano económico
están muchos de los obstáculos a sortear, partiendo de que aumentan los grupos
de edades en 60 años y más, disminuyen los segmentos poblacionales más jóvenes
y por tanto hay afectación sustantiva a las fuerzas de trabajo y a la capacidad
productiva.
“En una
estructura económica de un país como Cuba, tener una población cada vez más
envejecida significa más necesidades en el orden asistencial, de servicios de
salud, de calidad y confort de vida. Pero también mayor consumo, y aumento en
la demanda de transporte; y la necesidad de eliminar barreras arquitectónicas,
por ejemplo. De ahí que el envejecimiento en este aspecto será un fenómeno más
o menos problemático”.
El entrevistado
mencionó un tema esencial como el de los cuidados, donde llamó la atención
sobre el papel que deben desempeñar las nuevas formas de gestión económica y
figuras del trabajo por cuenta propia, además de las instituciones estatales.
En este sentido, hoy el país tiene aprobada la actividad de cuidador de
enfermos, personas con discapacidad y ancianos, que además se encuentra dentro
del régimen simplicado de tributación, con una cuota mensual consolidada de 20
pesos*.
No es difícil
imaginar lo que supone para la economía cubana, y la familiar, escenarios como
los actuales y los que se avecinan. “Hoy un cubano trabaja como promedio para
el sustento de cuatro o cinco personas; y se estima que estas cifras se
dupliquen. Debemos habituarnos a que funcionaremos, incluso en el ámbito
laboral, con una población de 60 años y más en su mayoría. La jubilación se
corrió a los 65 años en los hombres y 60 en las mujeres; pero ello no es lo
mismo para un obrero de la construcción o de la agricultura, que para un
profesional que trabaje hasta avanzada edad. Se deben estudiar las
particularidades de cada caso y, sobre todo, crear condiciones de vida y de
trabajo favorables para la permanencia o reincorporación de quienes lo deseen”.
En el
desarrollo de políticas públicas articuladas está, según el profesor Aja, el
camino para enfrentar este fenómeno. Al respecto comentó lo acertado de
aprobar por el Consejo de Ministros un conjunto de medidas para atender la
dinámica demográfica, encaminadas a estimular la fecundidad, responder a las
necesidades de la población de la tercera edad, así como promover el empleo
mayoritario y eficiente de las personas aptas para el trabajo; lo cual está en
sintonía además con los Lineamientos de la Política Económica y Social del
Partido y la Revolución.
Otro de los
retos recae en el sistema de salud y asistencia social, recargados ante el
envejecimiento, que no puede ser visto solo desde lo asistencial, como una
enfermedad. “Por muchos años pusimos el énfasis en las especialidades de
atención a los jóvenes y a los niños; y ahora tenemos que trasladar el énfasis
hacia el adulto mayor”, dijo el entrevistado.
No obstante,
puntualizó que no puede descuidarse en términos de promoción, prevención y
educación en salud a los jóvenes. “Es esa juventud la que atenderá a los viejos
de mañana, y si crece con enfermedades, malos hábitos de alimentación,
alcoholismo, tabaquismo y poca práctica de ejercicios; pues ese es el
envejecimiento que tendremos”.
SIEMPRE ÚTILES
¿Cuánto pudieran — y pueden— aportar los adultos mayores? Para el investigador del Cedem, José Luis Martín Romero, si bien la población laboral cubana está en pleno proceso de envejecimiento; y la edad promedio del trabajador está sobre los 40 años, no puede ser solo entendido como un proceso negativo. “A esa edad, generalmente, hay una consolidación del conocimiento, las experiencias, se trabaja con mayor calificación y competencias”.
¿Cuánto pudieran — y pueden— aportar los adultos mayores? Para el investigador del Cedem, José Luis Martín Romero, si bien la población laboral cubana está en pleno proceso de envejecimiento; y la edad promedio del trabajador está sobre los 40 años, no puede ser solo entendido como un proceso negativo. “A esa edad, generalmente, hay una consolidación del conocimiento, las experiencias, se trabaja con mayor calificación y competencias”.
Sin embargo, el
especialista mencionó como uno de los mayores desafíos que tiene el país, el
de crear y recuperar condiciones adecuadas de trabajo para que la generación de
adultos mayores —todavía útil— se incorpore a la vida laboral desempeñando
antiguos oficios, hoy desaparecidos.
“Tenemos la
fuerza de trabajo más calificada de América Latina, pero aún debemos ganar en
cultura del trabajo. Debemos ver el envejecimiento de la fuerza de trabajo en
relación con el movimiento de la sociedad y la economía, y partir de la premisa
de que es necesario y prudente aprovechar esa fuerza”, refirió.
CUIDADOS Y FEMINIZACIÓN DE LA VEJEZ
Sobre el tema de la mujer Grisell Rodríguez apunta que al mismo se le ha dado prioridad, pero “aún de puertas hacia fuera”.
Sobre el tema de la mujer Grisell Rodríguez apunta que al mismo se le ha dado prioridad, pero “aún de puertas hacia fuera”.
“Las
posibilidades de incorporación social de la mujer han sido amplísimas, nuestra
ley de maternidad es de las más progresistas del mundo y la mujer cubana gana
lo mismo que un hombre en la misma plaza de trabajo, por ejemplo”.
Pero, para la
investigadora, el problema está “de la puerta del hogar, los centros de trabajo
y las escuelas hacia adentro, donde se han mantenido y se siguen reproduciendo
un grupo de patrones de comportamiento de una sociedad machista, donde aún
prevalece la sobrecarga de roles a la mujer”.
Y es justamente
en este escenario donde las féminas —“cuidadoras por excelencia”, como los
propios estereotipos sociales las han acuñado— experimentan exceso de tareas,
lo cual se agudiza en el caso de las propias adultas mayores cuidando a otros
adultos mayores.
Al rol de ama
de casa, madre-cuidadora de los hijos y esposa, se le añade entonces el de
cuidadora de los mayores del hogar, lo cual “es un elemento que los estudios
han apuntado incide contra la decisión de una pareja de tener hijos”.
La especialista
siginificó la necesidad de crear más estructuras de apoyo para que la mujer y,
en general la familia, tengan mayores facilidades que le permitan aportar a la
sociedad mediante su trabajo y al mismo tiempo no desatender el cuidado al
adulto mayor y a los menores. Sobre este aspecto en particular mencionó
ejemplos como la adquisición de comida elaborada o semihecha, servicios de
cuidado más allá de los horarios tradicionales, entre otros.
La sociedad
necesita que esa mujer, la cual forma parte de la población joven en edad laboral
y con mucho que aportar, pueda mantenerse económicamente activa.
UNA SOCIEDAD SIN “GERONTOFOBIA”
La sociedad cubana debe plantearse urgentemente cambiar la relación que existe entre sus generaciones y fomentar un mayor respeto de los unos a los otros. “Menos agresión verbal y ruido, mayor respeto a la individualidad, y a los ancianos y a la mujer. Mayor entendimiento entre los jóvenes, porque van a ser los ancianos del futuro; y para eso no hay que esperar desarrollo económico”, sostiene el profesor Aja.
La sociedad cubana debe plantearse urgentemente cambiar la relación que existe entre sus generaciones y fomentar un mayor respeto de los unos a los otros. “Menos agresión verbal y ruido, mayor respeto a la individualidad, y a los ancianos y a la mujer. Mayor entendimiento entre los jóvenes, porque van a ser los ancianos del futuro; y para eso no hay que esperar desarrollo económico”, sostiene el profesor Aja.
“Muchas de esas
normas de convivencia se han perdido en los últimos 30 años y eso hay que
rescatarlo, porque una sociedad envejecida y además con disfunciones sociales
como estas, puede convertirse en una sociedad caótica. No hay que esperar para
que en los ómnibus de este país, los más jóvenes les den los asientos a los
mayores, sea hombre, mujer o niño. No hay que aguardar por ningún otro recurso
para que a través de la familia, los medios, las instituciones educativas, se
llame al orden en ese sentido, porque es lo que transmitiremos de generación en
generación”, subrayó.
El mayor
recurso de los países es su pueblo. Construir una sociedad amigable con los
adultos mayores es entonces la mejor manera de cuidar nuestra gente.
* El régimen simplificado de tributación es aquel que se establece para
aquellos trabajadores por cuenta propia que desarrollan las actividades de menor
complejidad, que a estos efectos disponga el Ministro de Finanzas y Precios.
Este régimen consiste en el pago unificado de los impuestos sobre las Ventas o
sobre los Servicios y sobre los Ingresos Personales, a los que están obligados
estos trabajadores, a través del aporte mensual de cuotas consolidadas. No es
de aplicación el Régimen simplificado de Tributación cuando el trabajador por
cuenta propia contrate más de una persona para el ejercicio de la actividad o
desarrolle más de una de las actividades autorizadas.
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