Escrito por Giusette León García / Cubasí
Cuando decimos
que están “fuera de liga” se trata también de esas respuestas rápidas y
brillantes con que nos dejan dudando de nuestra propia capacidad al mismo
tiempo que nos hinchan los ganglios de tanto orgullo.
Antes parecía
que era solo cosa de Mafalda, pero los niños de hoy “nacen sabiendo”, “están
escapados”. Así lo repetimos los padres una y otra vez. Y no nos referimos solo
a la habilidad sorprendente con que se entienden con las tecnologías que para
nosotros resultan complejas, esa naturalidad con que cualquier chiquillo de
primaria nos gana en el video juego más complicado o nos explica cómo usar las
aplicaciones de un teléfono celular.
Cuando decimos que están “fuera de liga” se trata también de esas respuestas rápidas y brillantes con que nos dejan dudando de nuestra propia capacidad al mismo tiempo que nos hinchan los ganglios de tanto orgullo. Y parece que no es muy desacertada la idea, pues no solo se repite una y otra vez en la cotidianidad, sino que ha sido objeto de investigación científica.
Durante un estudio realizado en Londres, un grupo de investigadores analizaron datos de 205 indagaciones anteriores, que abarcaban exámenes aplicados a más de 200.000 personas en 48 países en un periodo de 64 años y encontraron que, en promedio, la inteligencia se ha elevado el equivalente a 20 puntos desde 1950.
Otros trabajos también validan que antes el resultado promedio era de 100 puntos y en la actualidad es de 120 para el estudiante común, así lo divulgó en su edición digital el diario español El País.
Se aventuran miles de razones posibles, algunas con cierta lógica y otras inverosímiles a todas luces y hasta las propias luces, valga la redundancia, han sido responsabilizadas por este hipotético aumento del CI: un artículo divulgado en la internet señala la popularización de la iluminación eléctrica, el razonamiento es que la luz de los bombillos, las pantallas de televisión y otras podrían haber contribuido al desarrollo congnitivo en una forma similar a como estimula el crecimiento en los pollos.
Más de una vez he escuchado especular sobre el posible impacto de las vitaminas prenatales y el ácido fólico, una práctica establecida dentro del programa materno infantil en Cuba con tal seriedad que, las unas se suministran gratuitamente a las embarazadas en su área de salud y el otro se vende a precios simbólicos.
Para aclarar la duda, conversamos con la especialista en ginecología y obstetricia Liliana Braña, quien no puede asegurar que por ahí venga la respuesta para este tema, sin embargo no lo descarta definitivamente como un elemento importante en la formación de esas mentecitas que comienzan a mostrarnos superioridad desde los primeros años:
“Si son muy importantes en el desarrollo prenatal del bebé, de las membranas ovulares, la placenta y hasta la circulación fetal, eso se logra con el uso de las vitaminas que conforman las prenatales: vitamina c, a, hierro. El ácido fólico contribuye a prevenir los defectos del tubo neural es decir el cierre del cráneo y la columna vertebral, además el cierre de la pared abdominal.”
Cuando decimos que están “fuera de liga” se trata también de esas respuestas rápidas y brillantes con que nos dejan dudando de nuestra propia capacidad al mismo tiempo que nos hinchan los ganglios de tanto orgullo. Y parece que no es muy desacertada la idea, pues no solo se repite una y otra vez en la cotidianidad, sino que ha sido objeto de investigación científica.
Durante un estudio realizado en Londres, un grupo de investigadores analizaron datos de 205 indagaciones anteriores, que abarcaban exámenes aplicados a más de 200.000 personas en 48 países en un periodo de 64 años y encontraron que, en promedio, la inteligencia se ha elevado el equivalente a 20 puntos desde 1950.
Otros trabajos también validan que antes el resultado promedio era de 100 puntos y en la actualidad es de 120 para el estudiante común, así lo divulgó en su edición digital el diario español El País.
Se aventuran miles de razones posibles, algunas con cierta lógica y otras inverosímiles a todas luces y hasta las propias luces, valga la redundancia, han sido responsabilizadas por este hipotético aumento del CI: un artículo divulgado en la internet señala la popularización de la iluminación eléctrica, el razonamiento es que la luz de los bombillos, las pantallas de televisión y otras podrían haber contribuido al desarrollo congnitivo en una forma similar a como estimula el crecimiento en los pollos.
Más de una vez he escuchado especular sobre el posible impacto de las vitaminas prenatales y el ácido fólico, una práctica establecida dentro del programa materno infantil en Cuba con tal seriedad que, las unas se suministran gratuitamente a las embarazadas en su área de salud y el otro se vende a precios simbólicos.
Para aclarar la duda, conversamos con la especialista en ginecología y obstetricia Liliana Braña, quien no puede asegurar que por ahí venga la respuesta para este tema, sin embargo no lo descarta definitivamente como un elemento importante en la formación de esas mentecitas que comienzan a mostrarnos superioridad desde los primeros años:
“Si son muy importantes en el desarrollo prenatal del bebé, de las membranas ovulares, la placenta y hasta la circulación fetal, eso se logra con el uso de las vitaminas que conforman las prenatales: vitamina c, a, hierro. El ácido fólico contribuye a prevenir los defectos del tubo neural es decir el cierre del cráneo y la columna vertebral, además el cierre de la pared abdominal.”
También en la red de redes encontramos la opinión de la psicóloga infantil Rocío Ramos-Paúl, quien asegura que los niños son más listos ahora porque que reciben mayor cantidad de estímulos de su entorno, tienen más intercambio social y se exponen a una mayor diversidad de actividades: “Antes un padre decía: ‘te callas y no hay más’, eso podía ocurrir”, ha señalado la experta, quien ha hecho hincapié en que “ahora ese argumento no vale, porque el desarrollo cognitivo y la capacidad que tienen de contestar y de razonar es mucho mayor”…”Pero les hemos estimulado para que sea así, y eso es bueno”…”exige que los padres hagan un cambio y aprendan a hacerlo de otra manera”.
Otro artículo publicado online reconoce un punto interesante: “también hay que reconocer que, en parte gracias a esa misma accesibilidad a la tecnología y a la cultura digital, ha sido posible acelerar el aprendizaje de los niños y adolescentes, incluyendo una mayor cantidad y variedad de contenido educativo en los recursos que se usan en las escuelas y colegios, así como en el hogar mismo.
“Esto significa que, en términos generales, a la misma edad, un educando contemporáneo ha recibido más contenido educativo, en forma, calidad y variedad, que una persona que recibió su educación años atrás, en parte gracias a los avances de la tecnología. Si existiera esta tasa, podríamos decir que en la actualidad contamos con más contenido por unidad de medio educativo.”
En la misma cuerda conversó con CubaSí la Máster en Ciencias de la Educación Dulce María García Cruz:
“En el caso cubano, pasa también que los niveles de instrucción han incrementado de generación a generación, la generalización del acceso a todos los tipos y niveles de educación hace que el horizonte cultural de la familia sea cada vez mayor y los niños están creciendo entonces entre paradigmas o referentes cada vez más altos y acompañados por adultos más competentes para orientarlos y enfocar sus procesos de aprendizaje. Por ejemplo, mis hijos y sobrinos crecieron con una abuela maravillosa que tenía sexto grado de escolaridad, mis nietos tienen abuelos que estudiaron, cuando menos hasta el 12 grado, de modo que interactuamos con ellos de maneras completamente diferentes a las que podía hacerlo mi mamá, estamos pendientes de detalles, les ofrecemos explicaciones que la generación anterior no estaba preparada para asumir, estos niños crecen mucho más estimulados intelectualmente.”
En definitiva, muchas pueden ser las causas, pero la perspicacia de la pequeña Mafalda se multiplica hoy en una generación que, muchas veces, nos parece de genios.
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