lunes, 8 de abril de 2019

Del falso escenario que se gesta con el 349 Jorge Ángel Hernández • Cuba

El tema de la contrainvención al Decreto ley 349[1] ha continuado aferrándose al propósito de hostigamiento de guerra cultural. Ni siquiera alcanza la categoría de pretexto. Escarceos de campaña propagandística tipo fake news (falsas noticias) permanecen intactos una vez que todo se ha aclarado públicamente, que se ha informado a la población del país, y mucho más allá, acerca de la norma de implementación de su cumplimiento, que tiene en cuenta preocupaciones ciertas no solo relativas a errores del pasado, sino al respeto que el arte y la cultura demandan.

 
Fundamentales son dos características en ese espurio bregar propagandístico:
1. No cambiar el guion de accionar como si fueran un grupo de presión que venera la democracia representativa.
2. Desentenderse cada vez más de la letra (jurídicamente hablando) del Decreto 349 e ignorar cínicamente el profundo y consciente trabajo de redacción de la norma para su aplicación concreta.
Como se trata de una campaña mediática de propaganda negra inserta en el tópico de guerra cultural, para estos invasores se hace imprescindible cerrar la puerta a cualquier otro diálogo que no lleve a imponer el desmontaje del sistema.[2] En ese exiguo desfile vemos a algunos que, luego de haber hecho carrera gracias a la empecinada política cultural cubana, de la que se nutrieron en ideas y beneficios, necesitan ahora “limpiar el expediente” y apostar por algún otro que venga y los financie, acaso con más plata aunque sí con más estrictas condiciones de guion y contrato.
Llama la atención, sin embargo, con cuánto entusiasmo de comparsa lo han asumido en su selectiva constancia cuentas de twitter como las de la OEA (@OEA_oficial), la de la Embajada de EEUU-Cuba (@USEmbCuba), la DRL (Democracy Human Rights & Labor, del Departamento de Estado estadounidense, @StateDRL) y la de la Secretaria adjunta de E.E.U.U. para Latinoamérica, Kimberly Breier (@WHAAsstSecty) quien, dicho sea sin licencia, ha elegido una foto de perfil como para que la reconozcan sus viejos compañeros de estudios. Al ver que es magro, visiblemente escaso el grupo que se suma al desfile de etiquetas convocadas, el avance de los tuits intenta sumar al resto de la población como presuntos perjudicados por el Decreto 349.

 
No creo que esperen siquiera una convocatoria aceptable, pero sí es muy probable que estén creando cierta fake stage, o sea un falso escenario que permita la cínica justificación de medidas coercitivas contra Cuba. Téngase en cuenta que los grupos de aspirantes a plazas mejor remuneradas a través del arte, o de las falacias que de arte se disfrazan, avanzan solo hacia la propaganda, sin que importe qué pueda quedar en sacrificio en el camino. Esto lo ha dejado claro la Doctora Avelina Lésper en un reciente artículo sobre la exposición Hablándole al poder, de Tania Bruguera en la UNAM (Universidad Autónoma de México): “Demostrarse inútil para realizar arte se soluciona haciendo arte útil: útil para obtener becas, útil para servir a la demagogia que subvenciona las obras, útil para tener exposiciones con la convenenciera denominación de activista, y lo más descarado, útil para aparentar trayectoria artística”.[3]
¿Por qué estas cuentas oficiales retuitean el falso positivo de que el Decreto 349 criminaliza el arte cuando en realidad está creado para proteger legalmente el trabajo del artista, incluso cuando este sea solo aficionado? ¿Por qué consideran tan importante expandir la acción a través del intrusismo profesional?
En principio, porque lo pueden disfrazar de arte, pueden crear el mismo patrón de ejercicio de guerra cultural con los intrusos que el dinero mueva, y cuentan además con la cómplice asistencia de esos magros artistas dispuestos a sacrificar su arte por ese poderoso caballero. Y luego, por una nueva apuesta al escenario de revuelta de color (porque de revolución sabemos ya que nada de nada). Y, por último, porque han comprobado el verdadero descalabro de campaña y, a la desesperada y dejando atrás toda convención diplomática y apariencia de profesionalidad, optan por lo que consideran “pesos pesados” en el trasvase de opinión global.

 
Si hemos llegado a un punto en que cualquier superchería puede pasar por arte, nuestra superchería político-ideológica podría pasar por circunstancia social, se habrán dicho, una vez más recomponiendo despojos de fracaso. Su antecedente, por cierto, se halla mucho más cerca: la cínica falacia instrumentada alrededor de los inexistentes ataques sónicos al personal diplomático estadounidense en la Embajada de Cuba. Fue ayer mismo, está vigente, y ninguno de los ganapanes a los que sí afecta esta conducta se han atrevido a pronunciarse.
TOMADO DE LA JIRIBILLA

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